sábado, diciembre 29, 2007

Burócratas


(Escrito el 27 de diciembre a las 8:30am).

El presidente regional de Áncash es uno de los grandes ejemplos de la ineficiencia burocrática peruana. Apenas gasta el 48% de su presupuesto, y de ello el 17% del canon minero. El resto del dinero duerme el sueño de los justos ganando intereses que quién sabe a quién redituará. Pero no solo las cabezas están corrompidas, como tampoco tenemos solo en la región ancashina estos lastres.

Nosotros hemos vivido esta conspicua ineficiencia connacional en carne propia el día 26 del presente en Trujillo. Mi mamá y yo iniciamos una investigación genealógica hace un par de años de palabra y un par de meses de obra por un bisabuelo anarquista y escapista que apenas ha dejado rastro de su existencia. Tuvimos ayer una maratónica jornada de Pilatos a Herodes, o de la ceca a la Meca, como se dice, que ya relataré.

Estuvimos indagando, en primer término, entre las iglesias más antiguas de la ciudad –San Lorenzo y San Francisco- buscando la partida de bautizo de un tío abuelo, uno de los hijos del bisabuelo, a fin de corroborar el segundo apellido de este último, en vista de que, como llegó al Perú perseguido por la revuelta anarquista catalana de 1909, había utilizado, en ciertos documentos, algunos datos falsos; ora bien, en otros, recelosamente, apenas daba su primer apellido. Si bien en San Lorenzo nos atendieron de buena gana y accedieron a nuestra petición de búsqueda, en San Francisco por el mismo favor la encargada frunció el ceño y citó a mi madre para el día siguiente a media hora antes del cierre del local –quién sabe si para cerrar y no atender-. Pero eso no es nada comparado a lo que nos pasó más adelante.

Pasamos también por el centro de Trujillo, también, en parte, porque en La Industria habían avisado que la exposición acerca del Desagravio a Vallejo, por el incendio y posterior juicio que lo llevó a prisión, que ya había terminado antes de nuestra llegada –era hasta mediados de diciembre-, pero que había sido supuestamente ampliada hasta el mes de enero. Entonces fuimos al local donde estaba indicado que era la exposición y nos tocó el típico guachimán Pacheco, puros nones y prepotencia, e indicó que no sabía nada de una exposición de esa índole, que esa ya había acabado hacía tiempo, y que seguro se trataba del día de los inocentes. Casi se me salió preguntarle cuándo él celebraba el día de los ignorantes, por confundir la fecha, pero lo dejé allí.

Saliendo del local, algo contrariada y molesta por el trato del guachimán, mi mamá me contó que su papá había conocido a su abuelo materno –el que estamos buscando- en el Grupo Norte, grupo de intelectuales que incluía a Vallejo, a Haya de la Torre, Alcides Spelucín, Antenor Orrego, Macedonio de la Torre, Carlos Valderrama, entre otros. Es decir, mi abuelo materno, por un lado, y mi bisabuelo materno, por otro, habían pertenecido a ese grupo de intelectuales de renombre, y podíamos descubrir alguna imagen de este último en alguna de las fotos de dicho grupo. Mi mamá, entonces, me convenció de ir a la municipalidad, porque ahí había una fotografía del Grupo Norte, enmarcada, en la que podría, con algo de suerte, verse al bisabuelo entre los intelectuales contertulios.

Entonces fuimos a la municipalidad, o dicho de otro modo, los dominios del Enano. Qué horrible color tiene ahora, afeando toda la Plaza de Armas, un azul pitufesco, emulando quizá la envergadura del burgomaestre, además de los colores de su partido. Tampoco se ha salvado el escudo de Trujillo a sus poco sobrias preferencias. Allí nos enteramos de que la foto del Grupo Norte había sido removida porque en ella aparecía el fundador del APRA. El cuadro está ahora guardado y sin acceso al público. Todavía más ridículo que el color de su ratonera, este Enano. Figúrense que privar a la ciudad de un cuadro histórico en el que aparecen Vallejo, Orrego, Spelucín y varios más personajes ilustres de la solariega ciudad colonial de distintas tendencias, solo por sus propios resentimientos políticos. Debería saber el Enano que ese cuadro es de todos, y que ser el alcalde no le da derecho a estas infantiles acciones. En fin, proseguimos nuestro recorrido hacia el local de La Industria.

Allí solicitamos información acerca de cómo comprar un diario de 1991 y otro de 1916, pero que por el momento no sabíamos las fechas y las tendríamos que buscar. Nos dijeron que teníamos que tener las fechas precisas para ver aquellos documentos. Entonces le dije a mi mamá que vayamos a la Biblioteca. Allí una señorita nos atendió muy bien, aunque el encargado de la hemeroteca no había llegado todavía, y que volviéramos en la tarde para encontrarlo. La señorita nos dijo que ella le informaría y dejaría indicados los paquetes de diarios que íbamos a usar, porque se encontraban en el segundo piso del archivo. Entonces nos fuimos a almorzar y de paso a buscar unos libros que quería comprar, aunque terminé comprando otros, pues no encontré en 5 librerías los dos textos que quería de Herman Hesse –en una tienda ni sabían quién era, muero-. Regresamos a la biblioteca y nos dejaron pasar amablemente, y entonces nos sumergimos en tres paquetes de periódicos de Julio, Agosto y Setiembre de 1991. Habíamos solicitado estos tres meses porque mi madre había estimado la fecha de la publicación del año 91 y una serie de datos combinados la habían hecho restringir la búsqueda a esos meses (la visita de una prima que vivía en Europa, los meses de edad de mi hermanito, etc.).

Me era imposible no detenerme en los titulares de la época, el olor agradable de los periódicos amarillos, Hernán Romero todavía con cabello, Fujimori hablando de los derechos humanos –jajaja-, Gorbachov haciendo las últimas reformas de la Perestroika y Mandela visitando a Fidel Castro. Me fue también imposible no reparar en la forma en que conservan estos archivos. Una pena. El placer de las polillas. Los diarios apilados en paquetes, desamparados ante el lento flagelo del tiempo. Encontramos, sin embargo, rápidamente lo que buscábamos. Mientras madre buscaba los periódicos de agosto y yo los de julio, y los de setiembre habían quedado a medias si es que no encontrábamos la noticia, logré encontrarlo: era el ejemplar del jueves 18 de julio de 1991. La columna “Sucedió hace 75 años”, es decir, del martes 18 de julio de 1916.

“Atropellado por un automóvil.
El sábado último a las 9:35am fue atropellado por el automóvil No. 2 el joven Enrique Hernández, empleado de la Botica Central, quien al ceder la vereda a unas señoritas transeúntes recibió un tremendo golpe en las espaldas que lo derribó ocasionándole una herida en la barba. El joven Hernández fue atendido en La Librería Popular por su dueño señor Vives Terradas.”



En el rostro de mi mamá no cabía la alegría. Por fin confirmaba el dato que estaba buscando. La abuela se lo había dicho, pero en el registro de la librería el bisabuelo había puesto otro segundo apellido. Recogimos los periódicos y los dejamos aplicadamente tal y como los habíamos solicitado y encontrado. Preguntamos por los periódicos de comienzos de siglo y nos dijeron que fuéramos o bien a La Industria, o bien al Archivo Regional. Regresamos volando a La Industria. Las mismas chicas que nos atendieron estaban todavía allí, aunque nos miraron con una cara rara. Mi mamá espetó triunfante la fecha del diario de 1991, y yo agregué la del diario de 1916. La chica escribió algo en su computador, siempre con la cara extraña, y dijo que no era posible, que saldría como s/. 500 soles, que no era posible revisar un diario tan antiguo, cuando nos había dicho lo contrario la primera vez que fuimos.

Salimos y mamá no se dio por vencida, la próxima parada era el Archivo Regional de La Libertad. Quería registrar el original, el periódico de 1916 que ampliaría la noticia, quizá con un segundo nombre o una increíble foto del bisabuelo. Llegamos algo cansados, ya, por todo el trajín. La encargada, impávida, frente a la solicitud de mi madre, siguió haciendo sus cosas otros diez minutos, y cuando mi mamá ya dudaba si preguntarle si nos iba a atender o no, se acercó con una cara de gárgola y me cerró la puerta entreabierta, donde me posaba. De una hilera lateral, apareció un enternado chimpancé haciendo nones sin haber escuchado la petición, como amaestrado para decir no antes de que se le pregunte nada. ¡Sin haber escuchado ya estaba diciendo que no el hijo de puta! Qué bestia, era el récord de la incompetencia y la mala educación.

Nos fuimos indignados, fastidiados, dolidos. Por supuesto, tengo todas las influencias –y las ganas- para cagarlos como bien se merecen, pero me detiene el sentido moral, pues la vara no es precisamente una herramienta válida para ajusticiar a estos mequetrefes, aunque bien se merecen un par de palazos por su estúpida actitud de poder frente a los que solicitan su ayuda. Deberían entender que se encuentran trabajando ahí para el pueblo, o mejor dicho, que reciben sueldo del pueblo, o que su trabajo consiste en atender al pueblo, y no es posible que en eso único que hacen no lo hagan bien. No se trata de que sean apristas, upepistas o antiapristas; aquí los trujillanos –y los peruanos en general- sufrimos los retrasos por la incompetencia de burócratas sin importar su camiseta política-ideológica, los cuales solo se dejan guiar por su ineptitud y sus ganas de no trabajar o de no hacer las cosas. Tenemos que luchar contra este cáncer sudaca si queremos salir adelante como país. Ah, y por supuesto, ya déjense de huevadas y cómprense aunque sea un par de computadoras usadas. Hasta cuándo vamos a vivir en la prehistoria de los catálogos de archivos en la biblioteca, la Región y las iglesias. Hay gente que parece no advertir que el siglo XXI está frente a sus ojos, y que el dinero está llegando hace buen tiempo y no son capaces de mejorar las cosas. Conspicuos burócratas.

Postdata. Del bisabuelo ya les contaré más en otra ocasión, quizá de una manera más extensa y por otro medio. Por mientras seguiremos investigando.

lunes, diciembre 24, 2007

Noche Mala


(Escrito entre las 00:50 y las 1:40am del 24 de diciembre, en un bus de Lima a Trujillo).


Para nadie resultará nuevo, si me conoce, que no son de mi agrado los convencionalismos. Particularmente la navidad me resulta un tiempo a veces molesto, no solo por la obvia incompatibilidad del caucásico y abrigado vejete en un trópico de cholos, de la solemne y grasienta pomposidad del pavo horneado con exquisiteces cuando normalmente no alcanza ni para el pollo con puré de papas, y del acto irracional de tomar chocolate caliente en la semana de mayor temperatura promedio del año; sino también de las no menos falsarias y ahuecadas reuniones “familiares” en las que se intenta demostrar una opulencia que no se tiene, y una unidad hipócrita y dudosa compartiendo con gente que de otra manera no verías el resto del año. Sí, el ejemplo perfecto son las inaguantables e imperecederas viejas que no sabes de qué parte del árbol genealógico de la familia vienen, y que te saludan prensando tus cachetes aunque ya tengas 22 años. ¿Acaso alguien las visita? ¿O se acuerdan de sus cumpleaños? No, desde luego. Estoy viajando a Trujillo a una versión más actual de estas inefables reuniones. Felizmente son una vez al año. Al menos fui sincero y les dije a mis padres que no tenía el mínimo interés en ir, pero por supuesto apareció el rollo populachero y colectivista, absolutamente indefendible y demagógico del no seas malo, hijito.

En fin, aquí me tienen, pues, viajando a Trujillo una vez más. Pero, como ningún mal viene solo, a pesar de que al menos no vine en esos transportes del infierno de Ormeño o Cial –sino en Ittsa, altamente recomendable, dicho sea de paso-, como siempre, me tocaron los peores huéspedes que a un viajante de mis características le puede tocar. Sí, una niña de unos cuatro años, sentada adelante, me hacía la vida imposible con su inacabable curiosidad de egocéntricos decibeles. Por si fuera poco, pusieron una de esas cochinas películas hollywoodenses dobladas –cuándo no en los buses-, y a todo volumen, desde luego, como para constatar que estamos en el tercer mundo. Como supondrán, me había puesto a leer, pero el mundo no quería que lo hiciera y tuve que tragarme el estúpido argumento de la película o ganarme ochenta canas, algunos vestigios de arrugas y centímetros cuadrados más de calvicie prematura en el heroico intento de seguir leyendo. Era una de esas horribles películas de Amanda Bynes; en esta ocasión se disfraza de su hermano para demostrar que puede jugar fútbol como los hombres. Qué tributo a la intrascendencia, no me jodan. Debería escribir un tratado de neofeminismo, mejor. En fin.

Una vez que acabó ese suplicio, pensé que podía leer. Pero no era todo, a mi derecha un cerdo infeliz roncaba como si tuviera un rayador en la garganta. Por suerte se ha callado hace unos segundos y no me desconcentra para desahogarme de su porcino dormitar y de las demás vicisitudes de mi tragicómica vida. Pero desde luego no me ha dejado leer a placer, el maldito. A esta gente deberían prohibirla o condicionarla a ciertos parámetros. Ah sí, métanse sus derechos por el culo. Por qué esas compañías que no tienen nada mejor que hacer que inventar maneras estúpidas de vender estúpidos inventos dizque utilísimos a precios regalo, no inventan algo que de verdad vale la pena como un callador de ronquidos o un artefacto similar que de verdad sí que es desesperadamente necesario para no tener que reprimir las ganas de silenciar a puñetazos a estos miserables que no te dejan leer, ni dormir, ni vivir en paz. Tuve que irme, finalmente, a un asiento desocupado de atrás a poder conciliar algo de sueño.

Por qué, además, no amonestan a la gente que lleva niños a los lugares públicos como el teatro, carajo. Hace poco, asistí a cuatro de las seis funciones del grupo de teatro del colegio de mi hermano, y siempre tuve la perra suerte de que por lo menos una vieja estúpida llevara a un chibolo en esas edades tan insoportables en las que solo preguntan y preguntan y preguntan y no ven ni mierda y no tienen que hacer nada en esos lugares. Y cuando uno voltea con cara de puta madre, me están cagando la vida, la vieja siempre te mira como si estuviera orgullosa de la impertinencia del niño y de la aún mayor impertinencia de haberlo llevado a ese sitio. Sí, sí, no me gustan los niños pequeños. Ojalá no tenga hijos. Seguramente les pondría un bozal porque no sería capaz de aguantar tantas preguntas estúpidas ni invasiones tan espantosas del espacio. Pero es que no tienen que hacer nada ahí, pues, carajo. Que los lleven cuando les sirva y cuando no jodan al resto. En el Perú es deporte nacional joder al otro.

¿Hasta cuándo mantendremos ese comportamiento tan sudaca de no respetar o tomar en cuenta la proxémica, el respeto por el espacio? ¿Por qué tienen que poner al tope el volumen de las estúpidas películas dobladas que siempre pasan en los buses? ¿Tan difícil es mejorar el servicio y brindar la comodidad de escuchar y ver la película O NO y no obligar a la gente a tragarse 90 minutos de cursilería barata? ¿Y qué pasa si yo no quiero ver esa mierda de película y quiero emplear mejor el tiempo y leer? Por qué me hacen la vida tan difícil. ¿Por qué los microbuseros tienen que gritarle al mundo que escuchan la mierda de música que escuchan reventándole los tímpanos a todos los demás? ¿Es que quieren vengarse con nosotros los universitarios, aparte de subirnos el precio cuanto mierda les da la gana, por la vida miserable que les tocó vivir? Por qué tienen que restregarle en los oídos a todos sus ganas de escuchar SU música. ¿Para qué mierda se inventaron los walkman? Y que no vengan a joder que son caros, porque por lo menos tienen un pariente que o bien los trafica o bien los roba y luego los vende por ahí.

Por qué no me dejan en paz ni siquiera en la víspera a la que ustedes llaman Noche Buena. A veces desearía ser tan estúpido y creer en que Papá Noel es una muestra más de unión y amor y no un boom mediático de Coca-Cola y el capitalismo. A veces me gustaría ser tan ingenuo y creer que la navidad en efecto es una fecha de reflexión y no una invitación al consumo y la mercadotecnia. A veces desearía ser tan rudimentario y común como para disfrutar viendo esas películas tan estúpidas en lugar de preferir leer y cagarme el hígado en el intento. A veces preferiría no asquearme y no sembrarme el cáncer moliéndome las facciones y encaneciendo mis cabellos de la cólera, de la impotencia y la vergüenza de soportar su barbarie, su inherente bestialidad, ustedes hombres comunes. Cuando un niño de cuatro años haga estas preguntas lo secuestraré y lo adoptaré como hijo. Y ya mejor me despido, porque el cerdo del rayador en la garganta ya empezó de nuevo a fustigarme la paciencia. Y temo perderla y patearle el asiento o tirarle la Incakola que sobró de la merienda que repartió la azafata. Feliz navidad.

domingo, diciembre 16, 2007

Verdad

Habría que estar loco para ser normal.

También funciona con 'común'.

Libertad

La única libertad posible es la de poder mandar a la mierda a todo el mundo sin reparo. Vacaciones. Punto.

sábado, diciembre 15, 2007

De monos con uniforme y lobos esteparios

La constatación más tangible de que estamos en el tercer mundo son unos monos con uniforme, popularmente conocidos como cobradores. Cada día están peor. Le faltan el respeto a las señoras, ponen horribles concatenaciones de sonidos a todo volúmen -según ellos es música-, su timbre, tono y locución de voz carecen totalmente de educación, son inherentemente violentos, muchas veces también sucios, y un largo etcétera. Ya no sé si es que leo en los micros por el puro placer de hacerlo, o más bien para no tener que avergonzarme de entrever que esos individuos son de mi misma especie. Por suerte hoy terminé La Hora Azul en la peluquería, ora esperando a que una horrible vieja optimista se esmerara en desafearse, ora evitando que mis ensortijados cabellos húmedos cayeran bailando sobre el referido texto mientras lo leía desentendido del mundo. Y aunque comencé unas horas después, en otro trayecto, otra obra también en el micro, El lobo estepario, me sentí particularmente identificado con el personaje quejumbroso de los excesos de sus isogenotípicos congéneres.

"¡Ah, es difícil encontrar esa huella de dios [la minúscula es mía] en medio de esta vida que llevamos, en medio de este siglo tan contentadizo, tan burgués, tan falto de espiritualidad, a la vista de estas arquitecturas, de estos negocios, de esta política, de estos hombres! ¿Cómo no había yo de ser un lobo estepario y un pobre anacoreta en medio de un mundo, ninguno de cuyos fines comparto, ninguno de cuyos placeres me llama la atención?... ".

"... Y en efecto, si el mundo tiene razón... si esta música de los cafés, estas diversiones en masa, estos hombres americanos contentos con tan poco tienen razón, entonces soy efectivamente el lobo estepario que tantas veces me he llamado, la bestia descarriada en un mundo que le es extraño e incomprensible, que ya no encuentra ni su hogar, ni su ambiente, ni su alimento. ..."

De Adrián Ormache también pude destacar una frase que la utilicé ayer debatiendo con una amiga acerca del financiamiento extranjero y sus posibles motivos ideológico-políticos: los pobres no son buenos por ser pobres. Esa frase tiene mucho de cierta; no se puede hacer, bajo ningún concepto, apriorismos, menos aún cuando tienes que convivir con estos monos con uniforme. Menos mal que está la lectura para intentar disiparse. Aunque sigue la infinita paciencia de soportar las bajezas de todo tipo de entes, conductores, cobradores, peatones, políticos, religiosos, educadores, abogados, etc. Uno no puede sentirse bien cuando, respetuoso de las señales de tránsito, solo cruza, como peatón, -por la línea cebra, por supuesto- cuando el semáforo da rojo; y es a uno al que lo miran como si fuera el que está mal. Lo mismo que cuando pido que bajen los ingentes decibeles en los que los transportistas insisten en mantener sus horribles músicas, lo mismo que al gritarles: "¿Por qué tienen que ensuciar?", con todo derecho, a unos estúpidos contadores que llenan las calles de papeles arrugados por manifestar en su colegio profesional. La humanidad es tan frustrante a veces que uno se siente un lobo estepario inmiscuido en una grisácea y ajena ciudad llena de monos con uniforme.

miércoles, diciembre 05, 2007

Vagabundo

Ayer mi hermano me contó que iba a representar a un vagabundo en una obra teatral. Necesito un vestuario apropiado, ¿me prestas tu pantalón y tu casaca? dijo con esa solemnidad que vuelve imposible distinguir si era una broma o si era en serio. Luego se la probó en el espejo y dijo: Está perfecto.
Hoy apareció un vagabundo en Los Simpsons. Sí, tenía la misma casaca que la mía. En qué momento el mundo se empezó a burlar de mi ropa.

martes, diciembre 04, 2007

Por qué no te callas, segunda parte.

Un brindis por los estudiantes venezolanos, que a punta de coraje, heridos y hasta un muerto, consiguieron lo que parecía imposible: derribar a una versión politizada y fascista de King Kong. Hoy solo quiero celebrar la derrota de Huguito. No me importa, por ahora, meditar en las oscuras estratagemas que estará rumiando para el futuro cercano. Tampoco me importa demasiado analizar las elecciones y la idea de que la derrota de Chávez fue calamitosa y se intentó camuflar. Suficiente y satisfactorio es que perdió. Que en Venezuela ganó por fin la inteligencia a la prepotencia. Que sudamérica rechaza el totalitarismo. Por eso brindo con ustedes, conchalevale, pue.

viernes, noviembre 30, 2007

Silbando hasta casa

La felicidad se puede silbar.
Ayer recibí mi primera paga, aunque solo eran los ripios que representan la movilidad por lo del voluntariado en CEDRO. Hoy comí tres helados gratis, al quedarme a la exposición final de mis amigos de Gestión de Recursos Humanos -su trabajo final fue sobre Nestlé, y llevaron un carrito de helados a la clase-. También se me malograron, por fin, esos lentes horribles con los que este año he reivindicado mi condición de nerd. Remeditando sobre todo esto, me regresé silbando hasta casa, por supuesto -no sé por qué siempre que silbo se generan réplicas inmediatamente, y todo el mundo ameniza su recorrido por la acera con simpáticos acompasares; y lo mejor es que siempre que esto sucede se me duplican las ganas de silbar-. Desde luego que mañana comeré mi plato preferido, pollo con piña, el tres en raya perfecto.
¿Se puede pedir más? Yo no. Así se está muy bien.

jueves, noviembre 29, 2007

Disculpa

A veces me odio tanto.
Terminé La Inmortalidad en un micro.
Lo siento, Milan.

Lavado de cerebro

Regresando de El Carmen, el otro día, con la gente del curso de Psicología Social Comunitaria, proyectaron una película en el bus de cercanías que nos llevó de Chincha a Lima. Proyectaron una película bonita, cándida, típica película de comedia hollywoodense, solo que tenía un clarísimo mensaje subliminal. No sé si todas las películas hollywoodenses tengan mensajes subliminales, la verdad es que lo dudo, pues, supuestamente están prohibidos, aunque por supuesto me refiero a la conceptualización laxa y coloquial del término, lo que comúnmente se conoce como un lavado de cerebro. Lo cierto es que las películas son estimulantes muy potentes, pues en nuestros tiempos de imágenes y de sentimientos, la verdad es que lo visual impacta mucho más fácilmente que lo textual, y en ese sentido las películas tienen los medios necesarios para influenciar al público muy fácilmente.
La película es Just Like Heaven (2005), y de hecho me pareció divertida y bien hecha -siempre y cuando resaltemos que se trata de una película hollywoodense, la típica comedia romántica-. Las estupideces de Mark Ruffalo en el filme divierten a cualquiera, dirán ustedes, y yo lo confirmaré. El hecho es que el tema de la película, por lo demás fantasioso e improbable, muestra a una chica que, en vida convencida de las bondades de la eutanasia, sufre un accidente automovilístico que la deja en coma. La misma regresa como una suerte de poltergeist mientras sigue en coma en el hospital, y vuelve a su antiguo departamento ahora ocupado por un muchacho -Ruffalo-, de quien se enamora. A lo largo de la misma, la protagonista -Reese Witherspoon- se cuestiona in situ sus creencias respecto de la eutanasia para terminar optando por la negativa a la misma.
Es un lavado de cerebro completo, caray. Me quedé helado, por un lado, y contento por el lado cándido como simple espectador. Sin embargo, no todas las personas que estaban en ese bus tenían la suficiente formación académica que les proveyera de recursos cognitivos para afrontar el mensaje oculto que de hecho un par de conservadores norteamericanos idearon para esta producción cinematográfica. Y bueno, pues, qué les digo. Coca-Cola nos bombardea con el rollo multiculturalista y la verdad es que el referente máximo del neoliberalismo capitalista sin fronteras, y por tanto uniculturalista, por decirlo de una manera. Los medios hacen lo que les da la gana con el público, el mismo que no tiene ni idea de qué es lo que consume verdaderamente. Porque esta película no son 95 minutos agradables de una sosa y cursilona comedia romántica hollywoodense cuando desentramas los mensajes ocultos que contiene.
Ah, y antes de que me olvide, por supuesto que estoy a favor de la eutanasia, y diametralmente en contra de la estúpida actitud culposa y masoquista judeo-cristiana que apuesta por el paroxismo. -Y no es que me haya convencido Almodóvar y su Mar Adentro, ni siquiera he visto esa película, aunque supongo que sería buena.-
En conclusión: Hay que tratar de mantener una actitud crítica, pues hasta en la más inofensiva y aparentemente estúpida película hollywoodense -que de hecho fue coronada como la peor película extranjera del año 2005 por la Gérard du Cinema de Francia(1)-, pueden esconderse mensajes subliminales, soterrados, ocultos, con la perversa intención de insertar pensamientos ajenos en nosotros, y enajenarnos como a ellos les plazca. Hay que estar atentos, no nos vayan a lavar el cerebro.
Nota.

lunes, noviembre 12, 2007

Cállate, Chávez.

De rey a paje.
El mundo lo dice.
Silencio, pue.
Se desató la fiebre en la web. La fiebre Por-qué-no-te-callaaas.

martes, octubre 23, 2007

Un fenómeno llamado Potts

Fantástico. Un cuento hecho realidad.


Se trata del cuento de hadas perfecto, de una Cenicienta de carne y hueso y en versión masculina. De un humilde, tímido y regordete vendedor de celulares con muy poca autoconfianza, que en un abrir y cerrar de ojos sorprende al mundo, decidiendo por fin afrontar sus demonios y alcanzar sus sueños. Se trata de una historia tan increíble que ni la propia ficción podría imaginarla mejor. Y es que la realidad nos depara sorpresas cuasi inverosímiles, cuando el devenir se lo propone, cuando la oportunidad así lo determina.

Paul Potts fue el típico niño gordito que en el colegio era lorneado por sus compañeros. Hijo de un chófer de ómnibus y de una cajera de supermercado, el pequeño Paul arrostró la pobreza y el desprecio de sus coetáneos, desarrollando una personalidad introvertida y una baja autoestima. No le quedó más remedio que el ensimismamiento, y su refugio fue precisamente la música, su voz, que en más de una entrevista ha revelado consideraba "su mejor amiga". Se inscribió en el coro de su colegio, y luego de la parroquia de su ciudad, y aunque recibía el elogio de sus profesores, su baja confianza en sí mismo no lo dejó tentar una carrera artística.

Siempre despistado, Paul ha tenido varios accidentes como ciclista y peatón. Uno de esos accidentes, a los 14 años, le cercenó parte de un diente, dejándole una poco atractiva sonrisa. A los 18, un carro lo atropelló rompiéndole una vértebra y ocasionándole severas contusiones. A los 31, se le diagnosticó primero una apendicitis y luego un tumor benigno en la glándula suprarrenal, y algunos días después de recuperarse, fue embestido en bicicleta por un automóvil, que le fracturó la clavícula y dejó en mal estado su columna vertebral.

Estudió filosofía, teología, cine y estudios de televisión en la universidad de Plymouth. Sin embargo trabajó los siguientes diez años junto a su madre en una modesta fábrica de Bristol, su ciudad natal. También estuvo metido en política militando en el Partido Liberal Demócrata de su ciudad. En 1999, no resistió la tentación de cantar frente al público, y se disfrazó de Pavarotti y ejecutó su primera Ópera en un karaoke. Posteriormente, le fue perdiendo el miedo a las apariciones en público, aunque siempre como amateur, y participó en Bath Opera y otros colectivos artísticos. Luego de ganar uno de los premios de un programa musical de concurso, se financió unos meses, y un par de años después, unas tres semanas más, de lecciones de Ópera en Italia, siendo seleccionado para cantar frente al mismísimo Luciano, quien le felicitó por su voz.

Conoció a su esposa en un chatroom, en el 2001, y mantiene una buena relación con ella desde entonces. De hecho, su compañía le ayudó a lidiar con su baja autoestima. En el 2004, ingresó a la compañía Carphone Warehouse, y desde entonces hasta su descubrimiento, trabajó vendiendo celulares. Este mismo año, recibió un anuncio electrónico invitándolo a participar en el Britain's Got Talent Audition, y él mismo cuenta que optó por lanzar una moneda. El destino y la moneda quisieron que Paul Potts decida participar, y el resto ya es historia conocida.

Paul Potts, un rechoncho y desconocido vendedor de celulares, con un diente delantero roto y un terno de 35 euros estaba de pie, frente a un auditorio lleno de público, y tres jueces que lo miraban con actitud inquisitorial. Cuando dijo que cantaría Ópera, uno de ellos hasta simuló una burla, mirólo de soslayo y volteó la mirada hacia sus compañeros, buscando conformidad en sus pareceres. A Potts no le importó. Esperó la señal de Simon Cowell y sonsacó del baúl su mejor voz, haciendo llorar a las mujeres y gritar a los jóvenes. Ahora era él el que mandaba. Nadie lo podía creer. Había nacido alguien. Potts había dejado de ser un don nadie.
Por supuesto, nadie lo paró después de esa genial audición. Ya había subido la vuelta completa de la montaña rusa, como comentara a uno de los animadores del programa que lo hizo famoso. El vídeo de su audición ha sido visto 15 millones de veces, y con un par de meses cargado, es ya uno de los más vistos de la historia. Más de dos millones de páginas en el Google aparecen cuando uno digita su nombre, y miles de bloggeros ya han hablado de él, y seguramente yo no seré el último.

Epílogo.
El buen Paul no solo firmó un contrato con Simon Cowell y ganó 100,000 grandes apenas ganar el BGT y fue elegido para cantar para la Reina, sino que sacó a la venta su primer CD, el mismo que ya ha sido condecorado en tiempo récord con el disco de platino, superando en ventas a todos los otros 9 discos más vendidos en Inglaterra, desde su lanzamiento el 16 de julio; y ya se ha presentado en EEUU y Dinamarca, y tiene conciertos casi todos los días, según su página personal, hasta marzo de 2008. Su disco es también uno de los más vendidos en Amazon.com, y tiene por lo menos dos páginas oficiales en la que recibe cientos de correos diarios. No hace falta decir que se está haciendo una película acerca de su increíble historia; es evidente que era necesario un héroe postmoderno. Y Paul Potts lo está siendo. Parece tener el mismo ángel que Pavarotti, su mismo carisma, pues su voz, además de ser talentosa y sincera, moviliza con una sorprendente facilidad, algo que no tiene el mucho más virtuoso Juan Diego Flórez. Pero el peruano ya está advertido, no solo se trata de hacerlo bien, de hacerlo excelente. Se trata de ese plus que determinó un antes y un después de Pavarotti, de la popularización del arte por el arte, de la deselitización del mismo. Y Paul Potts se está convirtiendo en el nuevo embajador de esta tendencia fundada por el ya fallecido Pavarotti. Al menos, así lo dice el mundo, los desentendidos, que válgame, tienen tanto derecho a disfrutar del arte como los tradicionales elitistas. Paul Potts mismo dijo, en la entrevista previa a la final de BGT, que acababa de descubrir que él era Paul Potts, y el mundo también.

Fuentes:
1. El Comercio online 24/07:
http://www.elcomercio.com.pe/EdicionOnline/HTML/olEcUltimas/2007-07-24/olEcUltimas0416011.html
2. Wikipedia en español:
http://es.wikipedia.org/wiki/Paul_Potts



Bloggers:
3.
www.marthacolmenares.com/2007/06/28/paul-potts-¡que-grande-eres/
4.http://juanpablodecalcuta.wordpress.com/2007/07/03/el-increible-paul-potts/
5.
http://blogcritics.org/archives/2007/06/20/084600.php
6.h
ttp://dejameser.wordpress.com/2007/06/16/paul-potts-o-cmo-un-concursante-de-tv-nos-ha-devuelto-la-esperanza-a-muchos/



Vídeos en Youtube:
Audición:
http://www.youtube.com/watch?v=9oxTy7KIAaA
Final:
http://www.youtube.com/watch?v=K_5W4t_CBzg
Premiación BGT:
http://www.youtube.com/watch?v=DYIgzFNN8GQ



Páginas oficiales:
http://www.paulpottsoficial.com/
http://www.paulpottsuk.com/

lunes, octubre 08, 2007

Sobre la felicidad

Hace un par de días tuve sendas conversaciones en el messenger que me llevaron a seleccionar mis intervenciones en torno a un tema específico. Verteré ahora el contenido de ambas, intentando guardar cierta lógica argumental.
Que sea agnóstico no me convierte en una persona absolutamente gris... el existencialismo no necesariamente tiene que ser fatalista, hay otros tipos de trascendencia, la misma que manifiesto a través de un sincero interés por estudiar el ser humano, desde diferentes ópticas, desde diferentes perspectivas, manteniendo, a través de estas un ojo crítico y otro ávido de comprensión, de curiosidad. Considero que la apertura es fundamental, el gusto por el eclecticismo, la diversidad, la no fijación en axiomas, dogmas o creencias, sino la simple complicidad del curioso que investiga, entiende, transita entre los hombres, entre los grupos, entre las sociedades, sin dejarse llevar por nada que no sea la misma apertura al conocimiento.
Esta apertura, considero, es la que me permite, entre otras cosas, toparme con espasmos de felicidad inexplicables y efímeros. Apertura que se entiende en términos de alerta, de atención, pero también de una actitud hacia la vida misma, las personas, los eventos, los momentos.

Para mí la felicidad no se explica, se vive, no tiene razón de ser, simplemente viene y la coges, el momento que te dure, y eso no significa que el resto del tiempo vives triste, pues no hay contraparte, no hay antagonismo, no hay dualidad. Para mí, la felicidad no es un estado, está en el aire, hay que saber respirarla. Está ahí, en un día soleado, en el arcoiris, en el canturrear de unas palomas, en la añoranza que producen las notas de una guitarra, los versos de un poema. Cuando menos te lo esperas, aparece espontáneamente, sin aviso, sin razón. Y es que en su transitoriedad, en su inaprensibilidad, en eso consiste su misticismo.
Uno solo puede ser consciente de ella cuando esos instantes en el que el corazón está inexplicablemente arrebozado, llegan a su fin, porque una vez que te das cuenta se te va, te das cuenta cuando ya te pasó, o cuando estás al límite, en el momento en que está pasando... ese día en el que te levantaste distinto, en el que no seguiste la rutina, en el que viviste tu día como si fuera el primero, como si aprendieras a bañarte, a lavarte los dientes por primera vez... o cuando de pronto sientes energía extra, cuando tienes ganas de saltar por una canción, un poema, un capítulo interesante, una obra entera, una mirada, un buen ejemplo, lo que sea que te haga saltar, sonreír, lagrimear... te dan ganas de correr, de aprovechar el día, sientes que estás volando sobre el mar, planeando sobre las nubes, las manos rozando pastizales, los pulmones respirando aire prístino... en ese momento en el que cobras consciencia de ello, es porque llega a su fin, pero no por ello vuelves a la tristeza, al vacío, a la consciencia de la falta-de. No.

Yo creo que las creencias, en líneas generales, lejos de procurarte felicidad, lo que hacen es satisfacer la necesidad de control percibido -tan inherente al ser humano- producto del miedo al vacío, a la incertidumbre, o a la muerte, concretamente. Las creencias, como tales, son simples asociaciones de ideas que no tienen por qué mantenerse en el tiempo, pues nada sino ellas mismas lo justifican. La transitoriedad, por otro lado ineludible, el inconstratable paso del tiempo, finalmente vencen a estas ataduras mentales. Entonces, o bien estas burbujas de mundos fatuos revientan y uno se enfrenta de lleno con el vacío, o bien uno cree que es capaz de alcanzar la felicidad en tanto un estado, como si fuera posible asirla, lo cual le restaría intensidad a la naturaleza de la misma, a todas luces efímera, impredecible, inaprehensible. Entonces, lejos de procurarte una verdadera felicidad, las creencias te proporcionan un manojo de escudos y burbujas, mundos de supuesta pero finalmente fatua felicidad, en los cuales refugiarte, volviendo muy difícil, sino imposible, estar alerta de estos espacios, de estos momentos, instantes de verdadera felicidad que aparecen de repente y sin razón. El truco es, a mi modesto parecer, tratar de procurársela -la felicidad- en los detalles, en procurar que la vida misma sea un concierto de buenas vibraciones, y eso, considero, solo es posible a través de la apertura como un estilo de vida. Se trata de una buena praxis, que seguramente será más manejablemente emulada en la constancia, pero que nunca se va a alcanzar porque sí, pues no es algo gratuito, sino un ejercicio permanente.

Y sin embargo respeto las creencias. Y sin embargo me aproximo hacia a ellas, o a los grupos que las comparten, o concretamente a los individuos que las incorporan, defienden o legitiman, con una actitud abierta, cálida, sincera, tolerante. Pues mucho he de aprender de ellos.

jueves, octubre 04, 2007

Joder en serio con Sodastereo

Nuevamente quedamos en vergüenza a los ojos del mundo. Nuevamente, por más que se trate de un centro o establecimiento comercial grande y supuestamente serio, la incompetencia se cuela por todas partes, y el caos reina. Tal parece que es inherente a nosotros mismos. Tal parece que la estupidez es una enfermedad constante, remanente, que no nos quiere soltar pese a la bonanza económica que nos impulsa como el pequeño dragoncito sudamericano.
Mi primo es fanático de Sodastereo, tanto así que consiguió su entrada para el concierto de apertura de esta famosa banda argentina en Buenos Aires el mismo día en que se pusieron a la venta las entradas para el mismo. De hecho, había pasado apenas una hora, aproximadamente. No contento con este privilegio que tan solo otras 80 mil personas tendrán en el mundo, vio con buenos ojos la concreción de la gira de este grupo por Lima, por lo que se dispuso a comprar su entrada el día de hoy. Pero no contaba con la poca astucia y la imbecilidad, la incompetencia, la mediocridad de Teleticket. De ripley, sin duda, y también de Ripley.
Como trabaja, mi primo me pidió que lo supliera en la espera por la tarde, que no tengo clase, desde las 2pm, porque tenía que regresar a la chamba. Así lo hice, llevando un libro, pensando que la espera era regular, y no imaginándome lo que me esperaba -valga la redundancia-. Cuando llegué a hacerle el relevo, minutos antes de las 2pm, el lugar era un caos. La gente gritaba descontrolada. Los encargados no se apersonaban. Todo era desinformación e incertidumbre. Empujones, lisuras. Empecé a hacer mis averiguaciones, recogiendo algunas opiniones al respecto, que vertiré a continuación.
Mucha gente llegó temprano, antes de las 10 de la mañana a las inmediaciones de Ripley en el Jockey Plaza. A toda la gente que quería comprar entradas con su tarjeta Ripley se les daba un ticket, para que hagan cola hasta el tercer piso. Una vez allí, habrían de esperar cerca al puesto de venta. Sin embargo, no hubo ningún tipo de señalización. Nadie tuvo un mínimo de criterio como para advertir que la cosa podría salirse de las manos -como curiosamente SIEMPRE sucede en el Perú-.
Por otro lado, el puesto de venta, programado a las 10am, empezó a vender a las 11. Sí, genial. Pero eso no es todo, como ya han de esperarse si vivimos en este fin de mundo. El sistema, con apenas 7 minutos de puesto en circulación, colapsó. Bravo. La cola comenzó a estancarse, las personas a amontonarse. Entonces apareció Defensa Civil y empezó a sacar a la gente. Se les dio otro ticket, otro ticket, sí, otro ticket -y en negrita- y se les mandó afuera otra vez. ¿En serio? Qué divertido. Ahora bien, dieron estos tickets sin respetar ningún orden, salvo el de la fuerza. Es decir, no tomaron en cuenta a la gente que había hecho su cola civilizadamente hasta ese momento, sino a los vivos que se dispusieron a colarse.
La gente se aburrió de esperar, y se sintió ofendida por la estupidez de Teleticket y sus operarios, así como de vergüenza ajena hacia ellos y hacia Ripley por carecer de un plan de contingencia que permita superar estos inconvenientes, y atender a cerca de 500 personas -algo imposible para tan solo dos cajeros, porque solo a estos reverendos pedazos de animales se les ocurre poner a dos personas para tanta gente-. Por supuesto, y como era de esperarse en situaciones de este tipo, los responsables -representantes de Teleticket- nunca dieron la cara, y los representantes de Ripley se pusieron faltosos. Y eso que no estamos contando que habían personas que el día anterior habían separado su puesto de compra por una oferta relacionada con Motorola y Telefónica, y que estaban adicionándose a la no deleznable cantidad de gente que estaba esperando ser atendida.
Digamos que a las 3pm empezaron a vender las entradas a partir del número A06, teniendo en cuenta que la venta comenzó a las 10 am, o a esa hora debió comenzar. Teniendo en cuenta que habían numerado varías letras hasta el 9 (B, C, D), y que la gente de aquellas se estaba desesperando desde la mañana. A esa hora terminé el libro que había llevado y me fui a comprar alguno para pasar el rato. Digamos que a las 4pm, tan solo se habían vendido 10 entradas más, y yo ya me había familiarizado con dos libros que acababa de adquirir. Digamos que a las 5pm, solo estaban los 40 primeros en la cola. Digamos que a las 6pm mi primo regresó de trabajar y volvió a ponerse a la cola, y que por fin, algunos minutos después pudo comprar las entradas que quería. Digamos que en todo Lima ha pasado igual, y que no es posible que dejemos pasar ésto.
Por lo menos llevé un libro, aunque me dio pena terminarlo en una situación tan infeliz, teniendo en cuenta que se trataba de Camus, de Rieux y de La Peste. Por lo menos pude comprar otros dos textos no menos interesantes. Personalmente, no me agradan los fanáticos, de ningún tipo, en general, menos aún los que habiendo sufrido estas peripecias dicen que vale la pena la espera. Tampoco me agrada el caos, las lisuras y la gente en grupos, porque siempre tienden a descontrolarse y volverse estúpidos. Pero mucho menos me agrada la incompentencia, en este caso de Teleticket y de Ripley. Ojalá que tengan un mínimo de criterio para no pasar vergüenzas de esa naturaleza de aquí en adelante, por favor, porque se supone que estamos creciendo. Se supone.

viernes, septiembre 28, 2007

Inadvertido

Así como mi onomástico, el segundo cumpleaños de Crepúsculos y Cuadernos(1) se me pasó sin darme cuenta, como este año en líneas generales. Digamos que justo coincidió con la mala suerte de la para, con mi indisposición a celebrar nada. Digamos que no diremos más al respecto. Y a pensar en lo que venga, sean años más o no.
(1). Crepúsculos y Cuadernos comenzó un 24 de setiembre de 2005.

jueves, septiembre 27, 2007

El extraño

Eran las doce del día y me encontraba caminando luego de una reunión de trabajo. Salía de la cafetería de letras, sin prisa y sin mochila, sosteniendo un papelito. Resolví ir a una presentación de Florentino Díaz, con motivo de la Feria del Medio Ambiente, organizada por EEGGLL. Pero es lo que me pasó en el trayecto hacia el aula en la que haría la presentación el invitado, y no la presentación misma lo que me llevó a romper un aletargado silencio de ya algunas semanas.
Mientras esperaba que los muchachos encargados del evento se pusieran de acuerdo para comenzar, y vaya que tardaron cachimbamente en hacerlo, pude reconocerme en ellos, en sus imberbes miradas, en su improvisación, en su alegría sutil, tácita. Sonreí. Recordé mis años de cachimbo, los cuatro ciclos de la cevichería, el ajedrez, las cartas, la mochila con parches de grupos punk, las chupetas con T-O-D-I-T-O en el Elos, las eternas tertulias, tardes y noches, con tiradas de clase incluidas, por supuesto, comiendo bocadillos con los amigos en las antiguas y cálidas mesillas de la cafetería de Letras.
Cuando me di cuenta, había salido del aula y me había detenido a contemplar, desde el tercer piso del pabellón, el escenario siempre caótico que guardaba los recuerdos mudos de dos años de mi vida. Allí donde bostezaba un universitario con pinta de colegial, allá donde repasaba unas lecturas una meditabunda cachimba. Allí recordaba tantas anécdotas pequeñas, inadvertidas, ora persiguiendo a cierta chica para mojarla en época de carnavales, ora conversando por ahí de política y otras estupideces con los compañeros contertulios. Tantas cosas me venían a la mente conforme me daba la vuelta por el tercer piso y cambiaba mi perspectiva. La despreocupación, la indiferencia, la irreverencia, ese tierno germen revolucionario, activista, utópico, pero también el alpinchismo, todo, todo.
Lo triste fue no encontrar al Sheriff (o el personaje que fungía del malo, aunque la verdad es que reboza de bondad, como el oficial Matute de Don Gato y su Pandilla, o el guardabosques Smith del Oso Yogui, especialmente cuando no cumplía su función principal: acallar nuestras risotadas interminables). Lo triste fue caminar solo por el tercer piso, observar a otros interactuando en lo que un día fui, y aunque no hace mucho tiempo, percibo tan lejano. Lo triste fue reparar en que la cevichería (el ícono, el emblema de esos años, el escenario de toda la existencia en el absurdo, en el devenir, en la holgazanería) ya no existía más, puesto que había sido clausurada por fomentar la vagancia y el ocio de los estudiantes. Lo realmente triste fue advertir que ya había pasado por ahí previamente, una vez cursado en ciclos superiores, sin percatarme de la inexistencia de la misma: una connotación de mi desvinculación con este mundo por el que pasé casi sin notarlo, casi sin quererlo, casi sin vivirlo. Si me preguntan si me gusta perder el tiempo, les diré que no. Pero a veces me pasan factura añoranzas como éstas.
Finalmente retorné al aula, y la presentación se dio todavía unos minutos después. Y estuvo bien, más o menos. Era para otro público, asumo. El extraño era yo.

lunes, septiembre 03, 2007

De partidos perdidos y respetos ganados.


Bravo. Los jotitas y una constante, la celebración.*


Finalmente llegaron a Lima los populares jotitas, esos muchachos verdaderamente corajudos y píos que dejaron en alto los colores patrios en el mundial de la categoría sub-17 de este mes en Korea. Se dijo mucho de su último oponente. Un equipo ghanés dotado de una evidente superioridad física, que finalmente se impuso por dos goles a cero. Se dijo que no parecían jóvenes de diecisiete años, que eran muy corpulentos, altos y fuertes. Repasemos algunos datos que están disponibles en web y constatemos la veracidad de dichas informaciones. Luego, reflexionemos sobre el papel de estos muchachos.

En primer lugar, se dijo que los ghaneses nos superaban en altura. Dicho esto, consultamos en FIFA.com, en el espacio consignado para el mundial de la cateogoría, en lo que respecta al squad (o plantel, escuadra) peruano y ghanés, y comparamos dichos datos. Revisando las alturas de los diferentes jugadores peruanos, tenemos que en promedio, la envergadura de los jotitas es de 175.476 centímetros. Así mismo, se dijo también que los ghaneses eran más fuertes, por lo que el peso tiene que ser revisado. En las mismas páginas en las que están disponibles las envergaduras de los planteles de los equipos participantes, se muestra el peso de los mismos, consignando los jotitas, en promedio, un peso de 72.857 kilogramos (1). Por su parte, la altura de los africanos, en promedio, llegaba apenas a 170.8 centímetros, y su peso a un promedio de apenas 70 kilos (2).

Restando estos promedios, tenemos que hay diferencias en lo que respecta a la talla y el peso de los seleccionados peruano y ghanés, pero que esta diferencia es favorable a los jotitas. Los peruanos, en promedio, son 4.68 centímetros más altos, y 2.86 kilogramos más pesados. De manera que no se trata de una cuestión de talla y peso. Es más, los jotitas están bien papeados en comparación con sus últimos rivales.

Por supuesto, hay que considerar también que en toda el África subsahariana existe una inocua presencia de los estados respectivos, por lo que es plausible, y además denunciado por la UNICEF y otros organismos internacionales, que la mayoría de niños nacidos en estos lugares no son registrados oportunamente a través de las partidas de nacimiento. Esto se debe a las condiciones económicas y geopolíticas paupérrimas en las que viven estos países del tercer mundo más pobre. UNICEF apuntó, en un informe que data del 2003, que el 70% de los bebés nacidos en África carece de partida de nacimiento (3). Esta realidad no es muy distinta en Ghana, como en la gran mayoría de los países del África negra. Por lo que la FIFA, pese a consignar los papeles en regla de los africanos participantes, no pueden prever verdaderamente qué edad tienen los susodichos integrantes destas selecciones.

Entonces, tenemos que hay cierta ventaja por parte de los equipos africanos frente a otros países en las competiciones deportivas, pero hay que examinar más detenidamente las mismas. Si se trata de alimentación, idea que hace referencia naturalmente a la talla y el peso, la verdad es otra. Si un país es pobre, lógicamente sus habitantes en promedio no serán tan altos ni tan pesados. La diferencia, en efecto, puede más bien radicar en lo referente a la cronología. Es evidente que una persona de 20, 25 años tiene características físicas y somatotípicas dispares a las de un adolescente tardío. La edad le da, además, no solo biotipo, sino también fuerza, maña. A esto, se tiene que agregar las inobjetables diferencias que provienen de las características raciales. La raza negra es más precoz en lo concerniente al desarrollo físico. Finalmente estas y otras características van perdiendo importancia y peso argumental en la mixtura con otras que engloban el contexto particular en el que se dan. La alimentación, la talla, el peso, y en este caso la calidad del juego, tienen también su injerencia. La historia reciente también pesa, el tema dirigencial, varias cuestiones. Finalmente los goles son amores y no buenas razones.

Último cartucho. Perú combatió con todo frente a un rival que fue superior.**


Nos duela o no, Ghana demostró ser superior en el campo, y así es el deporte rey. El grupo que nos tocó fue en suma el más flojito de la competición, en tanto que era el grupo del local, y la llave de clasificación estaba pensada para favorecerle. Perú entonces aprovechó esas condiciones y finalmente llegó a la primera posición del grupo. Pero también es cierto que se enfrentó al cuarto mejor tercero, es decir, al clasificado dieciséis de un número similar. Entonces aquí no valen las justificaciones, las reclamaciones ni las lágrimas. Los chicos no son unos dioses, ni tampoco son los peores por haber quedado a puertas de la definición. El rival de turno, que a la postre fuera el que nos dejara fuera de la competición, ha sido dos veces campeón de la categoría. Ghana, fue, realmente, el rival más importante que nos tocó. Y se perdió.

Pero no por esto Perú se va derrotado del mundial, sino que más bien deja su nombre por todo lo alto, siendo de lejos la revelación del campeonato, y un verdadero ejemplo a seguir en nuestra larga historia de fracasos, derrotas y lágrimas. La participación de los jotitas, puede ser comparada con la participación del mundial de la selección mayor de México 1970, puesto que en números se le superó al avanzar a la tercera ronda de la competición. Aunque por otro lado sería peligroso hacer ese tipo de comparaciones, puesto que los muchachillos de ahora tienen toda una vida deportiva para crecer, cimentarse, desarrollarse, madurar y superar largamente a las glorias del ayer. Los jotitas han demostrado que valen un Perú, pese a las grandes adversidades que padecieron y que sería agoviante y reiterativo mencionar (asumo que todos las conocen). Pero no deben dormirse sobre sus laureles (¿cuáles?). Deben, más bien, superarse y con ello reforzar el autoestima del peruano, y así, contribuir a cambiar la historia. Sí se puede.

Notas.
* Primera Foto tomada de: http://www.fifa.com/u17worldcup/
matches/round=249415/match=58902/photolist.html#573684
**
** Segunda Foto tomada de: http://www.fifa.com/u17worldcup/
matches/round=249424/match=58944/photolist.html#586238

(1) Fuente: http://www.fifa.com/u17worldcup/teams/
team=1889661/squadlist.html

(2) Fuente: http://www.fifa.com/u17worldcup/teams/
team=1882397/squadlist.html

(3) Fuente: http://www.consumer.es/web/es/solidaridad/
2003/06/17/62597.php

viernes, agosto 31, 2007

Utopismo

Me pregunto si es tan difícil imaginar una ciudad en la que los peatones/pasajeros
a. tomen el transporte público en el paradero,
b. crucen solo por la línea cebra,
c. lo hagan solo sí el semáforo indica que pueden hacerlo,
d. suban a otro vehículo si el que pretende llevarlos excede un número razonable de pasajeros,
e. respeten las leyes de la proxémica, es decir, respeten a los otros pasajeros y al lugar que ocupan en el vehículo,
f. respeten los asientos reservados,
g. paguen lo que corresponde, y
h. bajen en los paraderos.
Me pregunto si es tan complicado que los transportistas
a. conduzcan por el carril derecho,
b. lo hagan a una velocidad moderada,
c. no rebalsen a otros carros,
d. utilicen vehículos de no más de 10 años de antigüedad y que estén en buenas condiciones,
e. cuiden su apariencia, su aseo y el del vehículo,
f. hablen con respeto y propiedad, sin gritar y sin asesinar el castellano,
g. utilicen la bocina solo si es estrictamente necesario, a través de un pitido seco y muy breve,
h. no pongan música a todo volumen, sino más bien a volumen moderado que permita a los pasajeros tener un viaje tranquilo,
i. utilicen un solo tipo de vehículo para su trabajo, que sea seguro, amplio, limpio, y que no contamiente demasiado el ambiente,
j. cobren una tarifa estratificada y única según la distancia recorrida,
k. estacionen solo en los paraderos,
l. verdaderamente respeten los semáforos, es decir, que rojo significa espere, amarillo deténgase y verde circule,
m. respeten la línea cebra, es decir, el espacio por el que los peatones deben cruzar, en lugar de estacionarse encima de ella para ganarle al auto de atrás,
n. procuren tener un horario para así optimizar recursos y reducir gastos innecesarios tales como gasolina y personal (dateros y cobradores),
o. tengan un número reducido de personas que viajen de pie, si es posible solo aquellos que vayan a bajar cerca,
p. dejen de pegar esos policromáticos y adefesieros stickers en sus ventanas, y más bien confeccionen hojas de ruta de la empresa que peguen en los paraderos para facilitar esa información a los que soliciten el servicio,
q. eliminen el rol del cobrador, agente innecesario en este tipo de servicios, o por lo menos que no tenga que gritar o indicar la ruta o 'jalar pasajeros', y se limite solo a cobrar el pasaje, ya que uno toma el servicio solo si lo necesita, y se supone que sabe a dónde va, y por último, lo más importante,
r. entiendan que el peatón tiene la preferencia.
Me pregunto si es tan difícil que los policías apliquen la ley cuando sea debido hacerlo, sin justificaciones ni pillaje. Me pregunto si es tan complicado que la gente utilice los botes de basura y sea conciente de que en la medida de lo posible deben reusar y reciclar, deben contribuir al aseo y al cuidado de los parques, las calles y los edificios. Me pregunto si es tan difícil que la gente se quiera a sí misma, y con ello a su distrito, a su ciudad y a su país. Me pregunto si es tan complicado que quieran al otro, que lo miren como un ser humano, al mismo nivel y lo respeten, y no lo miren por arriba o por debajo, con desprecio o con complejos, estúpidos prejuicios. Me pregunto si es tan difícil que manos amarillas, morenas, cobrizas y rosadas se unan en una sola fuerza, en un solo ímpetu, en un solo porvenir.
Me pregunto si es tan utópico pensar en todo esto como una posibilidad. ¿Es que tan lejos estamos de ser gente educada, respetuosa, considerada? ¿Es que solo nos importa nuestro beneficio inmediato y no tomamos en cuenta los efectos de nuestros actos a posteriori? ¿Es que tan poco nos importa el otro, el orden, la seguridad, la vida, la limpieza, la ley, la sociedad, la humanidad? A veces me canso del escepticismo. A veces creo que lo único que nos separa de este utopismo es nuestra propia indulgencia, nuestra propia necedad, nuestra displicencia, ese tan añejo conformismo, tan enemigo de todos y a la vez tan remanente, propio, crónico. Quiero dejar de preguntarme, y responder, responder.

martes, agosto 28, 2007

Ojos esquivos

Hoy te ví, y se me olvidó que era martes, que estaba entrando a la biblioteca a sacar unos libros, que me acompañaba una amiga, que tenía que hacer un trabajo, que era invierno y tenía frío, que no había celebrado mi cumpleaños, que no estaba motivado. Se me olvidó que hace una vida no nos hablábamos, que habíamos peleado una vez más como niños, pero que no reparamos como adultos la que fuera nuestra última riña. Se me olvidó la hora, el tiempo, el enorme silencio de los meses a la deriva. Se me olvidó la fatiga, el cansancio, la pereza, la rutina, la procrastinación, la aquiescencia. Tan solo recordé aquellos guijarros de febril azabache, tus ojos, mirándome con el cariño de unos tiempos demasiado lejanos y sepias, esos tus ojos que ahora me ignoraron con ponzoñosa y alevosa indiferencia. Y me quedé de pie, con los ojos despiertos, con los recuerdos aquellos que parecen de otra vida, de otro tiempo, de unos seres que jugaban a conocerse y terminaron siendo desconocidos. Me quedé en seco, aprisionado en un segundo eterno, colmado de hiel, sofocado, y ya no pude sacar los libros, ni acompañar a mi amiga, ya no pude hacer el trabajo; tampoco pude leer para disiparme. Las letras volaban como murciélagos desesperados, los conceptos se distendían en incomprensibles hipérboles, los personajes se confundían en dilemas inenarrables. Tus ojos esquivos me perseguían hasta el recuerdo de tus ojos antiguos. Hoy te ví enfurruñada por mi presencia, y prefiero recordarte sonriente, radiante, familiar y feliz. Aunque eso implique entristecerme por tu conspicua ausencia.

viernes, agosto 17, 2007

Infierno en Fiumicino

La regla de que lo barato sale caro es una máxima urbi et orbi. Que uno haya cruzado el charco no implica que se haya librado, en sus interacciones, de la necedad -entiéndase estupidez, irresponsabilidad, en una palabra: falta de humanidad- tan inherente al género humano. Esto pretende ser, sin tapujos, consideraciones ni otros eufemismos, una venganza. Y ya verán que no es para menos. Si viajan a Europa y por casualidad vean este símbolo, huyan despavoridos, por su seguridad, por su puntualidad y por sus maletas:

Hastalasvueling. Perderte las maletas, tan fácil como 1, 2, 3.


Ya dice el venerado Morelli en la Rayuela entrañable cortazarina que una buena historia no termina nunca ni tiene comienzo definido, sino que puede experimentarse de forma distinta según el autor y lector convengan. Se trata de varias historias en una, separadas y juntas. Y así fue ciertamente mi viaje. Un cúmulo de experiencias, buenas, malas y vueling. La vida misma resumida en un extracto, un condensado de todo lo bueno y lo malo que puedas encontrar. Una experiencia que por supuesto curte mi esencia, aunque en ciertos aspectos también curtió mi corazón -esa pequeña llamita de esperanza, de indulgencia para con el género humano; no más-. Y yo quería contarla bien, en orden, en su orden, pero la verdad es que no me dejaron. Qué iba yo a saber que la incompetencia, la irresponsabilidad y el descaro absoluto tenían nombre y apellido: Vueling S.A.


Inferno. Precisos momentos en que cientos de desafortunados clientes de Vueling se desconciertan ante la irresponsabilidad y la necedad de los encargados de la empresa que no daban razón.

La historia no tiene un comienzo determinado, pues tuvimos que usar la línea Vueling en varias oportunidades dada las facilidades económicas que ofrecía, algo que por supuesto, no justifica el trato impropio para seres humanos y civilizados como nosotros. Viajé a España en Iberia, con escala en Bogotá por intermedio de Lan. A partir de allí, en algunas oportunidades tuve que hacer viajes al interior del territorio Schengen, en la mayoría de las cuales tuve que tomar la tristemente célebre compañía catalana. Creo que tan solo una vez partimos a la hora, pues siempre retrasaban las departures. Claro, mismo Star Perú, solo que con acento peninsular.

Hasta que lo de Fiumicino fue el acabóse. El retraso fue de más de dos horas, pues el vuelo había sido programado para las 8pm. Pero las colas se habían condensado y no avanzaban nunca, y era la única empresa con este problema, pues en Iberia, AirFrance y compañía todo proseguía con normalidad. Y por supuesto uno tenía que ir a preguntarle qué sucedía a los trabajadores de otras compañías, porque los trabajadores de Vueling brillaban por su ausencia. La negligencia fue bárbara, la inoperancia ídem. No había un solo colaborador con el suficiente buen criterio para informar a la gente acerca de lo que acontecía. Ninguno daba razón.

Finalmente llegamos a París después de la 1am, desconcertados, angustiados, fastidiados; pero no era todo. Las maletas de todo el avión jamás llegaron. Parecía una broma de muy mal gusto, era el colmo de los colmos. Y por si fuera poco Vueling jamás se apersonó, ni siquiera para una disculpa. Solo contamos con los efectivos del aeropuerto Charles de Gaulle. Varios días después, luego de haberme cagado el viaje a París -sin equipaje, y por tanto, sin ropa-, ya en Palma, nos devolvieron una de las tres maletas perdidas. Otra de ellas recién ha sido ubicada, mientras que la tercera sigue inubicable. Tantos días después, ni siquiera una llamada, un correo de disculpa. En una de mis maletas, precisamente en la que está inubicable, está una de mis tarjetas de memoria de la cámara, donde están las fotos de Valencia, las que dieron comienzo a esta odisea épica por el viejo mundo. Además de ropa, y otras pertenencias, desde luego.

Por supuesto, está de más decir que ya se cagaron conmigo, porque no me voy a quedar así sin más, sino que voy a iniciar una acción legal por intermedio de mi padre y sus contactos en España, aún así nos devuelvan el equipaje. Y por supuesto, ustedes han de aprender de mi error y jamás en la vida viajar con Vueling, a no ser que sea por un día o un par de días, y solo tengan que llevar equipaje de mano. Pero ni aún así les recomendaría, por la pésima calidad de su servicio, por la ingente incapacidad de sus colaboradores, por tantos otros etcéteras.

Y todavía, las aeromozas, en un imperfectísimo inglés, como solo los españoles pueden hablarlo, dicen antes de viajar "Jaf a gud Vueling". Que les den por culo, coño.

jueves, julio 19, 2007

200

Vaya, y llegamos al post número doscientos. Continuamos esta empresa extramuros, ultramares y como extranjeros. En un lugar en el que uno no puede inspirarse en los desbarajustes cotidianos propios de una sociedad caótica como la limeña. En una ciudad en la que oscurece a las 10 de la noche y amanece a las 8 de la mañana. En un teclado en el que la arroba sale con alt.gr+2 y no con alt.gr+q.
Por supuesto, deseo que vengan cuatroscientos y mil posts más, y que ustedes sigan conmigo, a la distancia -ya parezco Manzanero-. Es cierto eso que dicen los que viajan y fuera de su terruño es cuando se dan cuenta de lo que son, verdaderamente. Uno asume su identidad de manera más fuerte cuando afronta un mundo disímil, cuando conoce, cuando compara, cuando recuerda.
Prometo fotos, por supuesto, cuando tenga la oportunidad de subirlas. Prometo, también, volver cargado de historias y anécdotas, como siempre. Por ahora me despido, consciente de que faltan cientos de destinos intermedios qué admirar y conocer, que guardar en la retina y no solo en el lente de la cámara digital, que curtan mi piel de nuevas sensaciones e informaciones y que engrandezcan mi espíritu.

miércoles, julio 18, 2007

Aires peninsulares

Me encuentro deambulando por innenarrables lares que comprenden catedrales góticas y metros que rebozan tecnología de punta. Me encuentro entre tumbas, ruinas, adoquines y parajes, postales medioevales desperdigadas aquí y allá alrededor de ciudades primermundistas de gentes cosmopolitas educadas, ordenadas. Caminan por allí madrileños, vallecanos, catalanes, gallegos conjuntamente con moros, afrosubsaharianos, asiáticos y latinoamericanos, de todas las razas y abolengos, de cromáticas epidermis, de cosmovisiones dispares, todos interjugando merced a sus diferencias.
Los autobuses tienen asientos cómodos y bien espaciados y son conducidos por chóferes uniformados. Los taxis tienen taxímetro, GPS y hasta impresoras de boletas. Las carreteras son enormes autovías por las que atraviesan miles de vehículos sin que se oya un solo cláxon. Los metros subterráneos hacen una parada cada dos minutos; mientras que los aeropuertos son pequeñas tecnópolis. La ciudad está llena de horarios, mapas y gente que respeta las reglas.
Y si bien es cierto no llevo una semana y ya extraño la bien sazonada comida peruana, tengo varios motivos por los cuales sorprenderme gratamente de que un país hispanohablante esté a la altura de estándares primermundistas, conservando, a su vez, la calidez latina que se sigue manifestando en expresiones subjetivas y espontáneas como el humor, el buen trato y la camaradería de sus representantes para con los múltiples y diversos visitantes que se disponen a conocer a la madre patria.

jueves, julio 12, 2007

Cruzar el charco

Siempre antes de viajar experimento sentimientos de nostalgia, de incredulidad ante la posibilidad inmediata de apartarme, de partir. Estuve tan embebido en los cursos, plenarias, finales, trabajos y demás obligaciones que tardé en advertir que ya estaba con un pie en la distancia, en el afuera. Ahora me voy y me viene esa misma sensación de dispersión, de lánguida aquiescencia del devenir. Recién ahora reparo en que estaré lejos tantos días, lejos de algunos amigos con los que me encontré aquí y allá y no veía hace tanto, lejos de aquellos con los que había logrado gran acercamiento, lejos a fin de cuentas, un poco de mí mismo. Espero que, sin embargo, el viaje pueda significar ese reencuentro con la esencia perdida de la despedida de mi país, del desorden generalizado pero tan asimilado por todos y cada uno de nosotros (p.e. de la bulla en el tránsito, de los cobradores, de los stickers de colores y la malutilización del castellano; etc.); a pesar de que en la mayoría de días me veré obligado a despertar cada día en la madrugada con el estrés adquirido a través de mi madre que querrá conocer todo lo que haya por conocer en los diferentes destinos que comprendan nuestro complejo y vasto itinerario, y con ello mi estadía en el primer orbe sea más una cuestión instrumental que reflexiva. Espero que no sea así. Espero divertirme, conocer, encontrarme. Espero descansar y regresar feliz a reengancharme con mis mundos.

martes, julio 10, 2007

Springfield es EEUU


"El mundo es Estados Unidos. Estados Unidos es Springfield.
Springfield es Homero Simpson, y Homero Simpson eres tú."


Chema.
Los Simpsons más grandes. Grandes expectativas genera el próximo estreno mundial de Los Simpsons La Película.

Gringos estúpidos de las 34 distintas ciudades llamadas Springfield en diferentes jurisdicciones federaticias de los Estados Unidos de América han reclamado ser la verdadera Springfield, escenario vivencial de la interacción simpsoniana, que inspirara a Matt Groening hace 18 años a crear la tan afamada y genial serie de dibujos animados preferida por el orbe, con motivo del cercano estreno mundial de la esperada película de la amarilla familia más disfuncional de la televisión.

Los Simpsons son un éxito, en primer lugar, por el hecho de que sus personajes son la exageración estereotípica de ciertos y diferentes valores motivacionales de la conducta humana (1), características que vuelven excepcionalmente ricas las dinámicas de interacción entre los mismos, y que son una fuente inagotable de guiones argumentales entretenidos y cargados de significados fácilmente entendidos por el mundo entero. En segundo lugar, Los Simpsons son un éxito al representar la idiosincrasia, el pensamiento y las diferentes medidas políticas asnantes y amorales que dirigen al pueblo norteamericano, y con ello generar un humor inteligente y con mensaje. Es por ambas razones que Los Simpsons se erigen, y por varias cabezas, como la mejor serie televisiva de la historia y el dibujo animado más exitoso.

Sabiendo esto, el creador de este mundo paralelo y espejo de la sociedad norteamericana, Matt Groening, no encontró mejor rótulo que Springfield, el nombre más común de entre los pueblos en los Estados Unidos. Es por ello que ahora, algunas semanas antes de su estreno mundial, estas 34 Springfields han decidido competir por ser la cede del Estreno Mundial de la película, y con ello, de ser la "más representativa" de la Springfield simpsoniana, sin entender que el Springfield de Homero Simpson es un poco todos los Springfields y demás ciudades gringas, o, dicho de otro modo, una abstracción representativa de ellos mismos. Con esto, nuestros queridos gringos demuestran su pensamiento eminentemente concreto. Vaya que Los Simpsons realmente existen por montones, y vaya que Springfield es real. Vaya que los gringos nos hacen reír tengan o no tengan la piel amarilla (2). Qué suerte, pues que hemos de reirnos un momento de unos gringos de pensamiento concreto, mientras nos hartamos de comechados profesoruchos convulsos e inflacionarias barrigas presidenciales, y esperamos el tan ansiado estreno mundial.

Notas:
(*) Imagen tomada de http://www.disorder.cl/blog/wp-content/uploads/2006/11/simpsons.jpg
(1). Schwartz, S.H. (1994). Are there universal aspects in the structure and contents of human values?. Journal of Social Issues, 50, 19-45.
(2). La piel amarilla, como dice un segmento de No Molestar, se refiere al color que representa la vergüenza ajena. Sugerente, ¿no?

domingo, julio 08, 2007

De Machu Picchu y machus sin picchu

En el día de ayer, a la usanza precolombina, un emocionado y disfrazado alcalde de Aguas Calientes levantaba una placa que identificaba a la perdida ciudadela inca redescubierta en 1911 como una de las siete grandes manifestaciones universales del género humano. Una de las más notables hechumbres de la historia, llamada Montaña Vieja en quechua, fue galardonada en el Estadio de la Luz de Lisboa como una de las nuevas siete Maravillas del Mundo moderno. Atrás debe quedar la polémica o las suspicacias que pueden haber con respecto a la representatividad y objetividad de la elección -puede ser motivo de otro post-. La cuestión es que este galardón cae como anillo al dedo al país en un momento complicado de incomprensión, de falta de unicidad y de baja autoestima colectiva. La cuestión es que este triunfo, que es de todos, impulsa, de alguna manera, al peruano promedio a sentirse capaz de salir adelante. Machu Picchu es, desde siempre, una maravilla que es motivo de orgullo para todos. No es, desde el día de ayer, más de lo que fue antes. La cuestión es que ahora, Machu Picchu es reconocida por el mundo como tal, y consecuentemente se hará más conocida y atraerá con ello oleadas cada vez más grandes de turistas que consuman en nuestro territorio y generen con ello divisas.
Lo cierto es que el gran triunfo del Perú con la consagración infinitamente merecida de Machu Picchu a los ojos del mundo, avivó esperanzas en la expectativa con respecto a los resultados de Perú en la Copa Chavérica -perdón, América-, sin tomar en cuenta que la selección no tiene un norte u objetivo claro, que juega al hollazo, que hace aguas por los costados y no tiene presencia en el medio campo, y que se enfrentaba contra el rival que se aprestaba como el más poderoso de la competición. Perú apostó por un fútbol cauteloso y precavido, y a duras penas resistió cuarenticinco minutos. Comenzando el segundo tiempo recibió un gol que determinó un cambio de juego. Argentina abrió por los bandos, sorprendió a todos y forzó a Perú a salir a buscar el partido, y lo mató. Uribe no pensó en el ataque, porque no pensó en el medio campo. Uribe no pensó en el medio campo porque no pensó como seleccionador. Uribe no pensó como seleccionador porque pensó como técnico de club. Y se pensó en Uribe por una sola y sencilla razón, la misma que tanto nos cuesta salir adelante como país. Porque cada uno va por su lado, sin un pensamiento sistémico e integrador, que suponga un verdadero compromiso con un objetivo definido. Si Nolberto Solano es una gran figura, por qué no convocarlo. Si Juan Carlos Oblitas es el mejor entrenador peruano, por qué no ficharlo. ¿Tenemos un perfil autodestructivo? ¿Nos gusta sufrir? Simplemente, nos falta madurez. Uribe no tomó en cuenta a jugadores de la talla de Nolberto Solano y Juan Cominges, cuya participación hubiera significado un aporte significativo a ese medio campo fantasmal que exhibió el cuadro peruano a lo largo de la Copa. En su defecto, prefirió jugadores que se lleven bien con él, cometiendo un error garrafal de base, puesto que como seleccionador, él no está para llamar al equipo a los que simpaticen con él, sino a los mejores. Uribe no es más que otro ejemplo de la falta de madurez en lo que respecta a una visión panorámica e integrada.
Aquí nadie está contra los jugadores, sino contra la mentalidad. Galliquio hizo un gran primer tiempo, peleó, jodió, marcó, guapeó. Fue el mejor peruano de la cancha. Guerrero hizo honor a su apellido, peleando cada pelota y no dándola nunca por perdida, con una valentía y pundonor encomiables, conmovedores. No así el resto del equipo. No se marcaba bien, no se seguían las jugadas del rival, no se encimaba la posesión de pelota rival. Así no se puede ganar un partido. La defensa no estuvo acertada en la primera jugada de peligro del segundo tiempo. Villamarín dejó pasar una pelota "porque no era suya", y con ello vino el gol de Messi. Después, ya no hubo más qué hacer ni qué decir. Que este resultado no bajonee nuestra voluble emotividad. Los peruanos somos gente valiosa cuya dignidad y autoestima no puede depender de resultados futbolísticos. El fútbol podrá ser un espejo de lo que sucede en nuestra sociedad en líneas generales, pero no por ello puede dársele la importancia superlativa que eclosione la emotividad colectiva que nos ha llevado a vibrar de alegría con la coronación de Machu Picchu como Maravilla del mundo. En síntesis, por once machus sin pichu no se nos va a ir la alegría ni el orgullo por tan buena nueva.

sábado, julio 07, 2007

Kausachum, Machu Picchu

Maravilla. Machu Picchu, del Perú para el Mundo.

Hoy es el día, muchachos. Hemos tenido todos la oportunidad de ver y de votar por nuestra gran maravilla, la misma que según todos los pronósticos y las percepciones de los sabihondos, entendidos, visitantes y naturales debiera estar sin lugar a dudas en el podio de los siete grandes, qué va, incluso, como el máximo exponente de las maravillas mundiales. Porque Machu Picchu no solo es una enigmática joya arquitectónica que se mantuvo inaccesible, inexpugnable a los ojos de propios y extraños, hasta que un esforzado aventurero com fue Hiram Bingham quedó lo suficientemente absorto como para gritarle al mundo lo que se había perdido admirar desde tiempos legendarios. Porque no solo se trata de una improbable construcción de piezas geométricas perfectamente encajadas que conforman torreones, pasadizos y niveles que comprenden varios cientros de metros y a la vez se adaptan a la compleja geografía y se mimetizan con el ambiente tropical, conjungando una imagen imponente.

Machu Picchu desplega, irradia, introyecta misticismo. Cuando uno pisa y se siente parte de esa monumental estructura, el aire se apresta distinto, le entra al cuerpo una sensación estupefacta, se conmuta el pasado con el presente y uno siente la fuerza presencial y espiritual de antaño. Ahí es cuando uno empieza a reconocer la grandeza inconmensurable de la obra. Entonces temblamos, callamos, respiramos y miramos. Entonces abrazamos a nuestros compañeros de viaje y sabemos que no olvidaremos jamás que estuvimos también allí.

Esperemos, pues, que se dé la lógica y la justicia de los merecimientos, y no aquella acostumbrada práctica que conllevó a incluir a última hora a candidatos improbables como la Estatua de la Libertad; esperemos que éste y otros candidatos de peso más bien monetario y politico y no cultural no mancillen la elección de la mística ciudadela perdida, la misma que ni siquiera debería rebajarse a ser comparada con expresiones culturales de menor envergadura, pero que en fin también compiten en esta justa. Kausachum, Machu Picchu. Salve, ciudadela perdida, joya de américa, maravilla del mundo, patrimonio cultural de la humanidad.

viernes, julio 06, 2007

Marionetas

Estaba caminando por Javier Prado, con una extraña sensación de tranquilidad, desestimando los efluvios estresantes de pensamientos acerca de olvidos recientes y pelotudeces afines. Preferí admirar la silente solemnidad de las casas antiguas, imaginar fotografías de árboles y observar las hojas caídas. Caminaba despacio, observando, tratando de oler pese al frío cortante e inodoro. Luego de varias cuadras, estimé que era suficiente, la cosa se puso fea y llena de elementos humanos. Paraderos, smog, cobradores, cláxones y stickers de colores. Me había conectado otra vez con el mundo, así que aproveché el Moby Dick metálico que suele llevarme a casa y lo tomé.
Al poco rato, un par de niños entraron al vehículo, subiendo a duras penas por el escalón tan enorme para sus pequeños cuerpecillos. El más grandecito, si cabe el término, sacó de su mochila una humilde marioneta, simple, sucia, pobre como él. Su voz era un recuento inenarrable de respirares, una ininteligible alocución de alófonas difuminaciones, lamento que anunciaba su necesidad. Un guión malestudiado y malaprendido, un discursillo que jugaba a ser un infantil castellano. Cantó primero, y luego habló. Poco pude entender de sus palabras, mucho más de su expresión, de sus cansados ojos infantiles, mientras otras madres reían con sus niños completamente ajenas al cuadro y compraban golosinas, mientras un abogaducho de camisa rosada y caspa en el cabello se hacía el desentendido, mientras la gente sonreía incomprensivamente, y los pasajeros seguían presas de sus propias cavilaciones, abiertamente y absolutamente indiferentes.
Al salir, al menos, los niños mencionados se pusieron a jugar, con esa gran imaginación que solo ellos conservan en su total esplendor, pese a la adversidad, pese al frío y la distancia, pese al desinterés del mundo. Corrieron, saltaron, y las marionetas bailaron. Más allá, en cada parada, hasta que las familiares esquinas me obligaron a bajar hacia mi casa, más niños repetían estos tristes cuadros. Músicos, artistas, vendedores. Caramelos que no comen, zampoñas que no endulzan sus oídos, juguetes convertidos en herramientas de trabajo, ropitas sucias y zapatitos descocidos, monedas que van a parar al bolsillo de padres irresponsables y maltratadores que prefieren beber que dar de comer a sus retoños. Bajé y más niños repetirán estos cuadros, y más madres se reirán comprando desentendidas, y más abogaduchos casposos habrán de ignorarlos. Ojalá el juego alivie un poco su desventura, mientras tratamos de humanizar a estos entes que componen la sociedad, las verdaderas marionetas.

Olvidadizo incurable

Dicen que el stress es un padecimiento, una falta de contención nerviosa, tantas otras pachotadas más. Se equivocan, es simplemente uno de los tantos indicadores que nos manda el cuerpo cuando está harto de nuestra estupidez, de nuestro desorden, de nuestra falta de organización, etc. El stress en niveles normales, facilita la acción, la velocidad de respuesta. En muy bajos niveles podría asociarse a un aplanamiento, a una distimia o depresión, o incluso a falta de energías. En muy altos, por el contrario, ocasiona estados de ánimo excesivamente alterados, olvidos, descuidos, o somatizaciones como dolores de cabeza, músculos y articulaciones, temblorcillos, taquicardias, y en casos graves tics nerviosos, surmenage y hasta problemas respiratorios y cardiovasculares. Ahora bien, si esto se adiciona a estilos de vida despreocupados y poco saludables, la cosa puede complicarse hasta la muerte.
En mi caso solo me caga el cerebro. Me olvido las cosas, no presto atención a tantos estímulos a la vez, se me acelera la respiración y siento latidos en la cabeza. Las palabras de los demás suenan como a través de cristales, la visión se difumina hacia los costados, los correos de las profesoras y jefas de práctica los registro a medias, sobre todo en las partes importantes como "mañana es la entrega del trabajo de 12 a 1pm y no antes ni después". A veces es divertido salvarse justo en el momento, como si vencieras al tiempo, pero generalmente sientes que te van a salir canas, arrugas, ojeras. Supongo que tendré que comprar pegamento, porque la agenda se me olvida con todo y usbs, celulares, guantes, trabajos y todo lo que pueden imaginar que pueda perdérseme. Y con mi legendaria mala suerte debería aprender.
Hoy fui a imprimir el trabajo, que como mandé ayer por correo, la jefa de práctica se ablandó y me dejó entregarlo ahora hasta antes de las cuatro y SIN FALTA CON MAYÚSCULAS en el correo en el que me autorizó esta oportunidad. Para esto había estado caminando de aquí para allá desesperado y desesperando a todos en la casa porque no me constestaba. Cuando llegué a la cabina, me imprimieron el trabajo con una calidad de tinta casi ininteligible, así que tuve que repetir la impresión, sin importe adicional, menos mal. Me quedé sin sencillo y tuve que volar a la casa porque con cincuenta lucas ningún taxi te lleva a tu destino, a lo mejor te secuestra. Me prestaron un billete de Quiñones y bajé a buscar un taxi, y luego olvidé que no había impreso un cuadro que era necesario para entregarlo como anexo al informe, así que volé de nuevo a la cabina. El usb me generó problemas. Luego, con los minutos en la garganta y la ansiedad en los dedos, llegué faltando cinco minutos a la casa de la jefa de práctica, y recordé que había olvidado la copia del caso, que supongo que también era necesaria. Ni modo, en esos momentos solo se puede reír. Así que toqué el timbre, entregué el sobre de manila, y caminé divertido y parcialmente relajado por esa otra Javier Prado pequeña, que recién había reparado en su existencia. Me asaltaron paranoicos pensamientos acerca de la copia que había olvidado, pero traté de disiparlos burlándome de que después de la 9 de Javier Prado Oeste de Magdalena viene la 25 en sentido inverso. Caminé sonriendo por la ciudad en la que hasta la numeración es desordenada, y me sentí menos culpable.