miércoles, agosto 30, 2006

La Santa Paciencia

¡Quéeeeeeeee... santa paciencia! Ojalá me acuerde de la Santa Paciencia...

Paciencia, acompáñame.
Prudencia, no te me escapes.

Hoy las necesito más que nunca,
hermanas mías.

lunes, agosto 28, 2006

Interrogante

Comienza la segunda semana de clases y yo me pregunto: ¿podré darme abasto este ciclo para sortear los seis cursos a los que me matriculé -: que son Métodos de Investigación Psicológica, Psicología Social, Psicología Anormal, Seminario sobre Piaget, Sueño y Sueños y Actitudes-? Tengo toda la mejor de las intenciones, como ya lo expresé en este espacio la semana pasada. Ando leyendo, he comprado todos mis útiles, sacado copias con anticipación, estoy organizándome lo mejor que puedo -con un extraño y elegante folio que me hace ver como intelectual responsable.. pero esta vez estoy afrontando un problema aparte, que ya no es la pusilanimidad característica en estos 3 años y medio en la Católica. Ahora es mi salud la que no me deja funcionar. Supongo que será la factura por tanto tiempo sin esforzarme, que ahora me cueste de veras el afronte a mi convalecencia y a mis obligaciones respectivas. Muss es sein? Es muss sein. Karma.

sábado, agosto 26, 2006

¡Vaya semanita!

Y mientras yo sufría una terrible recaída que me postró nuevamente en la clínica poco más de 24 horas, además de la pesadez de los dolores de cabeza y esas ganas de vituperar improperios a todo mundo, el circense mundo político peruano le hizo la competencia en hilaridad a los payasos de los pocos circos que todavía tienen clavadas sus carpas en Lima. ¡Vaya semanita!
Primero, los dimes y diretes del congresista Carlos Bruce y el Ministro de Energía y Minas Hernán Garrido Lecca, que más parecían niños acusetes frente a la prensa, o por supuesto, como graficara la genial Xime, productora de Jaime Bayly en el Francotirador, una lucha de sumo. Y eso que comenzaron la semana pasada. Por ahí dicen que ya hicieron las pases, pero parece que siguen las rencillas. ¿Y la concertación, señores? ¿Dónde quedó eso de la pinta es lo de menos.. sos un gordito simpaticón?
Segundo, el fujimorismo lanza la candidatura de Kenji a la presidencia de la región Lima, como si ser hijo del chino rata fuera motivo de orgullo, o tuviera per se una suerte de valor. Lo que es peor es que, sí, amigos míos, se la va a llevar fácil. Quién sabe cómo o por qué, pero más de uno tiene esa impresión. Imagínense lo que sería. Mejor dejar de hablar de eso. Solo quiero limitarme a esa extraña táctica fujimorista de copar puestos: la hija y el tío en el congreso, el hijo de candidato a la presidencia de Lima. Qué circo.
Tercero, mientras el gabinete brinda su exposición en el congreso para que este le brinde su voto de confianza, se difunde irresponsablemente la falsa noticia de la muerte del excelentísimo ex presidente Valentín Paniagua Corazao. Los periodistas, sin escatimar en un mínimo de condescendencia para con los supuestos deudos, se arremolinaron a las puertas de la Clínica San Felipe, como si esta fuera el Centro de Lima, Abancay, Azángaro, es decir, sin el mínimo respeto a la condición que implica un nosocomio, silencio, reposo, convalecencia, enfermedad. Por si fuera poco, estos mismos periodistas satanizan y señalan a Vitucho García Belaúnde como el responsable de la difusión de la noticia, cuando esta, donde apareció fue en los medios de comunicación. Y los periodistas, en tanto profesionales que son -o creo que deben serlo- deben informar no solo con objetividad e imparcialidad, sino luego de haber constatado, corroborado sus datos.
Sin el mínimo de educación, estos siguieron a las puertas de la clínica irrespetando tanto a los familiares del ilustre ex jefe de estado como a él mismo, quien se encontraba en graves condiciones. Y ahora, que ya se conoce el verdadero estado de salud de Paniagua, se quedan como si estuvieran preocupados por él -cuando antes de la noticia de su muerte no había ninguno en la puerta-.
Ni siquiera un ramo de flores en señal de disculpas por el terrible momento de indignación que vivieron los familiares del ex mandatario. Ni siquiera un comunicado de la SPRyD, ni siquiera una conferencia de prensa. Siempre sentí motivos para mandar a la mierda a los periodistas, y sobre todo esta vez.
Para no hacer más hígado, los dejo con un link de un vídeo editado por pierosolari en youtube, sobre cómo ganó Alan las elecciones. Está para matarse de risa: http://www.youtube.com/watch?v=ya5CSFWYo5M

viernes, agosto 25, 2006

Cumpleaños

Soñada. Quisiera una torta de lúcuma, bien peruana como yo.

Y, a pesar de todas las peripecias de este año, que sin duda quedará en mi memoria como el más accidentado, entre esguinces, lesiones, ambulancias, entubaciones, pérdidas, préstamos no devueltos, dolores y otras cuestiones, tengo varias razones para celebrar, muchachos. Tengo dos padres maravillosos, un hermano menor que es mi mayor orgullo, un enano muy inteligente; unos amigos excepcionales y por supuesto, un país fuera de serie, una cultura vastísima, riquísima, una gastronomía fabulosa, unos paisajes sensacionales, una gente linda, espontánea, cálida. Gracias a todos los que me soportan y me han soportado. Gracias a ti, Perú hermoso, del que estoy enamorado hace tantos años, 21 ya.

jueves, agosto 24, 2006

Silent Hug


No digas nada.
No me beses; más bien cierra los ojos,
y no interrumpas el silencio.

Recuéstate en mis brazos,
percibe mi respiración;
comparte esta quietud.

No digas nada.
Toma mi mano y descubre, por ti misma,
la profundidad de este sentimiento.

No pienses en lo que venga,
piensa en que estoy aquí, ahora,
disfrutando tu silencio.

miércoles, agosto 23, 2006

Recaída

Martes 22 de agosto. Fue terrible.
Luego de las -por así decirlas- accidentas dos primeras jornadas del nuevo ciclo en la universidad, aunque provechosas y fructíferas, o mejor dicho, al cabo de una y media -porque no terminé las clases del martes-; sufrí un terrible dolor de cabeza en plena Cafetería de Letras. Apenas y pude llegar a la posta, de donde, al cabo de un rato, me llevaron en ambulancia a la Clínica Angloamericana. Rosita, la siempre tan buena enfermera de la posta de la PUCP, me tomó la presión, y su tan usual sonrisa cálida se turbo en una mueca de preocupación. Tienes 19-10. Nos miramos asustados. Sin pensarlo dos veces, me pidió que me recostara y me entubó Dextrosa en la mano izquierda. Le conté a ella y a la doctora de turno lo del accidente de hace un mes y rápidamente hicieron los trámites -llamada a la oficina de mi madre incluída- para que sea trasladado de emergencia. Fue la primera vez en la vida que subí a una ambulancia. El médico que me acompañó me tomó la presión un par de veces más, presión que fue bajando, gracias al cielo, con el correr de los minutos. Por su parte, el asistente, bromeó durante el trayecto, amenizando mi ya sufrida situación. Al llegar a la clínica, se me asignó un ambiente en la sección de emergencias por más de dos horas, mientras se me buscaba un cuarto. Finalmente, me instalaron en uno. Justo fue el de junto al de la vez pasada, aunque ya no tuve la suerte de encontrar a las mismas enfermeras ángeles que me tocaran aquella vez. Se me suministró Tramal en más de una oportunidad, aunque el dolor subió y subió sin respetar las prescripciones y propiedades de dicho analgésico; recibí la visita de tres amigos y una llamada del extranjero, incluso, y permanecí una noche más en la Clínica.
Miércoles 23. Una gran idea.
Por suerte, hoy desperté mejor. El dolor se había esfumado a las madrugadoras cinco horas de la mañana. Sin embargo, a partir de las siete continuó, aunque, cabe la consideración, bastante menor que el día anterior. Tomé desayuno con normalidad, pude bañarme con refrescante agua fría, satisfice mis necesidades completas, comí un nutritivo y saludable almuerzo y hasta leí -pese al zumbido dentro de las orejas-: conseguí terminar la revista Leer o Morir -genial esfuerzo conjunto de un grupo de compañeros pucp que vio la luz como entrega exclusiva y gratuita a los asistentes a la Feria Internacional del Libro-, terminé PuntoEdu, me entretuve zigzagueando La República 22-08 y avancé la lectura de mi ya favorita Ana Karenina.
Conseguí el visto bueno del doctor para regresar hoy miércoles a mi casa. Acabo de volver, pero pienso salir en un rato más a devolverle los dibujos y pinturas que realizara una de mis niñas entrevistadas el ciclo que pasó. No le pude devolver sus obritas por distintas razones: primero, me devolvieron muy tarde el paquete con el trabajo completo, vinieron luego los exámenes finales del ciclo y posteriormente el accidente con todas sus repercusiones. Si bien es cierto debería estar descansando, me motiva la gran idea -que le robé a Marco, mi chofer- de regalarle un libro a la injustamente perjudicada niña -le había prometido que le devolvería sus trabajillos hace mucho-. Y decidí regalarle uno de los primeros que recuerdo, de un autor presumiblemente inédito -ni siquiera aparece en google-, con un bonito mensaje al inicio, y la promesa de que cuando regrese a visitarla, me cuente sobre él y así le regalaré otro libro. Parece que el mensaje de Leer o Morir, la revista, caló hondo en mis actitudes. Espero que el mensaje de recuperación también lo haga, para que no sea el Morir lo que copie de tan excelente idea. Voy a entregarle el librito. Esto, por supuesto, me reconforta mucho más que el descansar, aunque tendré a bien hacerlo, cómo no.
Nota:
Leer o Morir 01 fue pensada para ser entregada de manera gratuita en exclusiva a los participantes y asistentes de la Feria Internacional del Libro que se llevó a cabo en esta ciudad desde el 20 al 30 del pasado julio. Aquellos interesados, pueden contactar a mi buena amiga Silvia González, la productora de la misma, al correo chil_g@hotmail.com, o, cómo no, a la página de la Editorial que la gestó, EstruendoMudo, www.estruendomudo.com.

lunes, agosto 21, 2006

Tercer Mundo

Estoy molesto. Muy molesto. Primero porque el miserable de mi compañero de facultad al que presté mi cámara digital para el trabajo final en parejas que íbamos a hacer -y que se truncó con el accidente que sufrí hace más de un mes- ahora dice que la misma se destrozó el miércoles pasado -qué casualidad-, y que me la va "a pagar en tres meses" -sí, claro-. Creí que mi universidad era de gente; parece que no es tan así. Segundo, porque el transporte público en el Perú es la peor basura que existe. Hoy me tocó el cobrador. Tercero porque, aunque me pareció algo más que fructífero mi primer día del segundo semestre del año, se vio opacado por estas cosas, que solo en nuestro país parecen pasar, y sencillamente, me malograron todo lo positivo que pueda haber sido este en lo académico.
Salí temprano de mi casa -eso ya es algo positivo- y fui a esperar el micro. Y no digo micro gratuitamente, es que en el Perú no hay buses. Buses se les llama a esos automóviles de gran tamaño que albergan algunas decenas de personas, debidamente equipados, diferenciados, limpios. Buses se les llama a esos automóviles que tienen una ruta específica, que respetan las leyes de tránsito y las normas vigentes, que viajan a moderada velocidad, que utilizan los paraderos y evitan estacionarse en las líneas peatonales, pero por sobre todo, que son conducidas por personas capacitadas, las cuales pueden cumplir un horario que se publica en los paraderos. Ustedes me dirán: Ah, primer mundo, pues, Chema, no pidas tanto. Lamento decirles que eso no es exacto, obviamente esto sucede en EEUU, Europa, Brasil y Chile, pero también en Colombia -no puedo dar más ejemplos, porque no conozco otras latitudes-.
Me horroricé en el acto. Todos y cada uno de los micros pasaban llenos, pero qué llenos. La gente, sin mentir, tenía que sacar los brazos por las ventanas. Había más gente de pie que sentada, y como ya no es sorpresa, la puerta abierta con dos personas apretujándose y con medio cuerpo a punto de caer al pavimento. Y sin embargo, existe una norma que impide a los transportistas, supuestamente, el exceso de pasajeros, sobre todo en tan ingentes cantidades, algo que por cierto es muy peligroso, sobre todo porque estos mismos irresponsables al volante suelen ir a velocidades temerarias por pasar la tarjeta a tiempo o competir por tiempos con otras unidades. ¿Y los pasajeros? ¿Acaso reclaman, acaso protestan? Siguen el juego, no hacen valer ni sus derechos ni el respeto por las normas. Avalan la trasgresión, la irresponsabilidad, y la inmoralidad, como veremos más adelante.
Luego de sobrevivir un buen trecho del trayecto a la universidad, apretujado como si estuviera en un camión de carga, el cobrador se dirigió a mí con aires de autoridad. Señor, apéguese adentro. Hay espacio. Obviamente no cabía ni un alfiler más en todo el vehículo, y no me fue suficiente la cara de indignación que le puse. Y tú, ¿acaso respetas la norma?, respondí indignado. Y la gente me miró, todavía, como si yo fuese el loco, el irrespetuoso. El Tercer Mundo, concluí. Una señora me miró con cara de qué se va a hacer, hijo. La calentura se me fue pasando. Pero regresó de la peor manera.
La rata de alcantarilla que me tocó por cobrador hizo lo que me motivó a hacer este escrito. Una joven pagó con un billete muy cerca de la puerta. El cobrador sacó el sencillo y se lo entregó a la chica. Y esta rápidamente reclamó: Falta el vuelto. Pobre, no le alcanzó el tiempo. El carro avanzó, nadie dijo nada. El cobrador cruzó los ojos conmigo. Yo hubiese hablado, pero la indignación fue tan tremenda que no pude pronunciar palabra; me limité a ponerle la cara más intimidante que debo haber tenido en mi vida. La bestia cuadrúpeda se puso a sonreír, como si estuviera orgulloso de lo que hacía. Cultura de la trasgresión. La trasgresión como goce, como diría el amigo Portocarrero (1). Yo no lo llamaría criollismo, empero. Para mí el criollismo es la jarana, la música criolla, las salidas a jironear en el Jirón de la Unión de los años veinte. La trasgresión de las normas no es otra cosa que la constatación del Tercer Mundo como actitud, a mi modesto parecer. Y se manifiesta tanto en la trasgresión per se, como en el avalar la misma como si fuera normal, haciéndose uno el desentendido. Callar otorgando.
Y qué decir de las grandes posibilidades de recibir monedas falsas cuando pagamos con billetes. Preferible resulta, pues, comprar en el quiosco más cercano algún producto pequeño, para poder pagar en sencillo y así evitar esa amenaza. Qué tal selva de cemento la nuestra. Por cosas como esta, yo estaría de acuerdo con la pena de muerte para los violadores-asesinos de menores, el incremento sustancial de la severidad en las penas de toda índole, el recorte absoluto de los beneficios penitenciarios -a excepción de la colaboración eficaz, por sus beneficios prácticos-, la obligatoriedad de los trabajos forzados para todo delincuente, mínimo por seis meses, así se robe un sol. Este tipo de medidas, sobre todo la primera, caerían como un mazaso que por acción-reacción reacomode la tan desordenada y caótica sociedad actual.
Y volviendo al tema del transporte público, que a mi parecer sería el ejemplo perfecto para ilustrar el Tercer Mundo, una gran portada, así como el cobrador el personaje que representaría mejor toda la podredumbre de la actitud tercermundista, no me cabría más que decir que esperar a que por fin se haga algo para regulizarlo, ordenarlo. No saben las autoridades cuánto mejoraría el ornato de la ciudad sin tanto automóvil que se cae a pedazos por ser de una flota de importados de pésima cálida y de cuarta mano. No saben cuánto mejoraría el semblante de los trabajadores que sufren de una a tres horas al día el transporte público. Ignoran que comenzar bien el día es muy importante. Mucha gente malogra todo su día -y por tanto baja su productividad, su esmero- por molestarse desde temprano. Además, ¿quién no quisiera menos ruido?, ¿quién no quisiera que se extingan los cobradores? Estos no existen ni siquiera en países como Colombia, donde existen dos tipos de buses, los ejecutivos y los económicos, los primeros donde nadie puede ir parado y la tarifa es apenas un poco más elevada -es una solución acertada-. ¿Quién no quisiera sentarse tranquilamente y no disfrutar -no pidamos tanto-, sino por lo menos no sufrir en el micro? Para esto hay que tomar medidas, señores, en vez de seguir avalando trasgresiones y con ello convirtiéndonos en cómplices pasivos. Ya basta, hagamos respetar nuestros derechos, pero tomémoslo como un deber -que lo es, también, en buena cuenta-. Y cumplamos las normas, por supuesto.

Nota:
(1) Portocarrero, G. (2004). Rostros criollos del mal: cultura y trasgresión en la sociedad peruana. Lima: Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú.

domingo, agosto 20, 2006

Descansado y sin prisa

A ver, trataré de ser breve. Tengo un dolor de cabeza bárbaro, además del mareo. No sé por qué se ha intensificado tanto. Supongo que tomaré un tramal después de este esfuerzo. Aquí va.
Recuerdo con cierta simpatía y dulce vergüenza pueril cuando apuntaba en un espacio de mi camarote el nombre de cada chica que se me iba cruzando en el camino. Esta práctica la llevé hasta mis diecisiete, que entré a la universidad. Supongo que no la continué porque cada vez era más frecuente que mi camarote se utilizara, y podía quedar en evidencia. Opté por desaparecer esa lista; sin embargo, era solo el comienzo de unos años de infinita levedad, vaguedad, miseria. Y sin embargo creía que era feliz. En realidad, lo justo sería decir que ni me preocupaba por eso; por nada.
No me cultivé en lo más mínimo. Los meses, los ciclos y las chicas pasaban por mi vida como se pasan las páginas de los meses de un calendario. Lo peor, reitero, era que no lo notaba, que no sentía que me hacía falta virar hacia adelante. Me faltaba interés en lo académico porque no sentía exigencia, y a consecuencia de ello no me dedicaba. Era un círculo vicioso. Ignoraba que la exigencia se la fija uno mismo. Tomaba, me divertía y fornicaba con una inusitada frecuencia. Fue cada vez peor, a medida que se fue separando la última actividad de las dos anteriores. Aparecieron -o mejor dicho, se intensificaron, se exclusivizaron- los romances y choqueyfugas eventuales, otros no tanto, otros sí. La mayoría de ellos, sino el total, placer por placer. Maquinal, hormonal, vacío. Sudor, caricias por cumplir, besos falsos. Fue la peor época, el sibaritismo, la desensibilización.
Y de pronto, como si hubiera visto mi rostro luego de diez años, me di cuenta. Entonces me enamoré como nunca antes. Entonces, dejé de ver culos y tetas y vi rostros, observé almas, contemplé la profundidad de las miradas, de los gestos, de las sonrisas. Dejé de tomar y abracé una suerte de ascetismo. Decreté mi muerte social mientras cocinaba en mi fuero interno las reformas respectivas. No salía, apenas y hablaba, pensaba mucho. Fue necesaria esa incubación. Alguien nuevo en mí nacía para bien, por fin. Finalmente salí y vi con otros ojos el mundo. Aprendí a sentarme a leer en las tardes, a tomar un café, respirar tranquilidad, nutrirme de la simplicidad. A gozar de ello. Aprendí a sentirme bien conmigo mismo. Desde allí he vivido una levedad distinta, despreocupada en otro sentido. Encontré felicidad en ciertas pequeñas y aparentemente nimias cosas. Canciones, películas, lugares, instantes. Fui libre del sexo fácil, ya no me interesaba, ya no me interesa más. Desde allí vivo sin prisa, ni busco ni espero, solo expando mi esencia. Desde allí me enamoro de la simplicidad, de la originalidad, de la sencillez. De la misma sensibilidad.

jueves, agosto 17, 2006

Hoy no fío, mañana sí.

¿Una debilidad?
Desde chico recuerdo que me decían las tías, las mismas que cada seis meses apretujaban mis rosados cachetitos, que nunca debía prestar dinero, ropa ni libros. Esas cosas no se prestan, decían con seriedad. Mi madre anduvo por ahí, también, reforzando el consejo. Te van metiendo desde pequeño la idea de que la gente es mala... Pero no, a mí me fue siempre difícil decir no. Será una debilidad, tal vez. Una lección que no aprendí. Algunos dicen que soy muy confiado, cándido, crédulo. Otros, simplemente, un cojudo. Una vez, mi bicicleta estaba fallando. No tenía más de 11 años y estaba con un amigo en la calle. Se acercó un sujeto aparentemente bonachón y se ofreció a arreglarla. Luego, sin más, se subió en ella y se fue.
Fui creciendo y perdiendo centavos, uno que otro libro, y seguramente otras cosas que no recuerdo. Supongo que el problema se agraba cuando no eres ordenado, sistemático. Se me olvidaba. Y se me suele olvidar, me temo. Supongo que esto le pasa a la gente que no vive con el dinero en la cabeza, que es gastadora. Cuando presto dinero, lo hago sin pensar en que me devuelvan. Lo tomo como que en ese momento es algo necesario, y presto como amigo, es decir, sin interés, sin recordarlo. A punta de carajos, empero, empecé a registrar ese tipo de transacciones, este año, por lo menos para los que no son mis amigos amigos, cuando me fui dando cuenta que me faltaba plata para un café, para un helado, para un chocolate. Sin embargo, aun registrando, se me han pasado más de una vez préstamos hechos al momento.
Antes del accidente de la cabeza, presté mi cámara para un trabajo con un compañero de la universidad. Luego de un mes, todavía no me la devuelve. Al comienzo traté de conservar la calma, le envié un par de correos que no me respondió. El sábado, mi mamá me pidió la misma para una fiesta criolla en la casa, con guitarra, cajón y una negra que cantaba. Le dije que no me la habían devuelto, todavía, y se puso como loca a buscar en la guía todos los asegurados con el apellido del sujeto en cuestión. Confío en que la cámara me sea devuelta a partir del lunes, que regreso a las clases. No creo que sea tan miserable, aunque quién sabe.
Corría octubre del 2003 y yo cursaba, entre otros cursos de letras, Ética -nada menos-. Me había hecho amigo de dos chicas. La primera trigueña, muy flaca, nariz aguileña. La segunda menudita, de cabello rizado y ojos cafés. Un día, la primera de ellas me presentó a la que vendría a ser mi mejor amiga, La Negra. Fue pasando el tiempo y tanto la menudita como La Negra dejaron de ser amigas de la primera, y solo yo mantuve el contacto con la misma. Una vez le pregunté a La Negra el por qué de su alejamiento, y me dijo que dejó de ser su amiga porque nunca le devolvió un par de prendas. Al principio lo tomé como cosas de mujeres, pero luego fui pensando un poco más las cosas, y reducí el tiempo que pasaba con la susodicha. Igual, le presté dinero en más de una ocasión. Por supuesto, nunca me lo devolvió. De hecho, esta chica me vino a visitar hace poco y le terminé prestando mi chompa. No podía decirle que no, era tarde y hacía frío... ¿Ven que no puedo decir que no? -Con razón tuve mejor nota final que ella en ese curso-.
Como sea, el lunes comienza el nuevo ciclo y me veré en la obligación de insistir en que me devuelvan ambas cosas. No sé por qué, pero titubeo para pedirlas, por más que sean mías. Creo que la solución no es no prestar, sino apuntarlo. O será, simplemente, que soy débil para decir que no.

miércoles, agosto 16, 2006

Canalla


Era mayo del 2005. Un mes antes había echado por la borda una relación difusa que solo me pedía mayor dedicación. Ella no me lo pidió; me lo pidieron sus ojos enamorados, todavía; me lo pidió su sonrisa hasta que se desgastó; me lo pidieron sus manos hasta que se cansaron y no tuvieron fuerzas para retener mis alas cuando opté por la separación. En ese momento no fui verdaderamente conciente del daño que le hacía, del daño que me hacía a mí mismo. Pero cuando uno puede, es un verdadero huevón. Abril fue inconciente. Traté de reparar mi error fijándome en otra persona, pero nada más. Tampoco intenté nada porque en el fondo sabía que solo estaba saliendo de mí mismo. Mayo, entonces, llegó como un mes de levedad. No pensaba, pero no porque no quisiese, sino porque simplemente no pensé. No lo hice de malo. Hay veces en que uno simplemente no se da cuenta de la realidad, aunque ésta agite los brazos ante tus ojos.
Entonces apareció una chica de golpe. Las cosas se dieron incluso más rápido que en la relación anterior. Pese a que me había trazado que lo sexual al momento no llevaba a nada bueno, y que no debía repetir el error. Echado en mi cama, mientras ella me abrazaba mirando a ninguna parte, yo pensaba en que no conocía su nombre completo y que ya conocía más su cuerpo. Movía la cabeza lleno de impotencia, como si hubiera repetido el año por mala conducta. El asco que me dí yo mismo se tradujo en pocas palabras hacia ella. Pocas palabras, además de los besos, y se iba rápidamente para que no nos descubrieran. Pasaron alrededor de 3 meses así, entre una llegada previamente acordada por celular, un desfogue hormonal largo y tendido y una despedida a trompicones, sazonada con el miedo a que nos descubran. Nunca me dijo nada, de si pretendía algo con lo que hacíamos, o solo quería jugar; nada de nada. Seguramente, se cansó de esperar a que yo lo propusiera, y como estaba egoístamente conforme, no lo hice. Por lo menos, al cabo de un mes, logré retener su nombre completo y repetírselo para que no me torciera la cara a bofetadas en medio de la cuestión. Un tiempo después, me reveló que tenía 3 años menos que yo, lo cual me produjo un dolor de cabeza alucinante, y una sensación de culpa no menos importante. Moralmente me sentía tocado, ya no podía sentir ese desprecio por los conocidos que solían meterse con jovencitas. Siempre me había parecido al menos un año menor. Ahí empecé a dudar de la imagen de chica-liberal que me vendía abiertamente.
En julio no toleré más esa situación. Me iba dando cuenta que amaba a la mujer anterior, de a pocos -y la verdad que me dí cuenta mucho tiempo después, pero no viene al caso-, y seguir con esta "relación"-algún nombre tiene que tener- era un mentirle a la primera, a la segunda y sobre todo a mí mismo. Si empezaba a darme cuenta que mis sentimientos por la primera eran verdaderos, no podía continuar con aquello. Con respecto a la segunda, aun así no hubiera estado interesado en la primera, la relación que sosteníamos no estaba bien. No seríamos, sin duda, ni los primeros ni los últimos que sostuviéramos una relación de ese tipo, relación tan dudosa que hasta dudo en rotularla así, pero no era una justificación para el asco que sentía por mí mismo. Así que le dije que teníamos que parar. Y fallamos, aunque un par de veces en varios meses.
Finalmente tuvimos una de esas peleas estúpidas que solo se pueden dar por messenger porque no hay lenguaje no verbal para auxiliarnos, varios meses después de la última vez. No volvimos a hablar hasta hace poco, que le envié un mail diciéndole que no podíamos simplemente dejar de hablarnos para siempre. Lo tomó a bien y me volvió a agregar. Y volvimos a hablar esporádicamente y de cosas absolutamente triviales, pese a vernos conectados todo el tiempo. Hoy decidí ver su espacio. Le pregunté sobre algunas cosas que evidentemente iban dirigidas hacia mí, algunas con pena, otras con furia. Me dijo que se sorprendía de que revisara SU espacio después de tanto tiempo. Evitó hablar del tema, y ante mi insistencia y sana voluntad de enmienda, "se desconectó". Cómo quisiera decirle que quisiera reparar hasta el último instante de dolor que pueda haber sentido por mi culpa. Como quisiera decirle que ojalá nunca se hubiera topado conmigo. Cómo quisiera decirle que no es que sienta lástima por ella, sino que lo que vivimos, por poco que haya sido, aunque no signifique más nada para ella, y aunque no haya significado nada para mí, igual golpea. Golpea en el alma. Cómo decirle que aunque nada haya sido, quiero tener el resto de mi vida para perdonarnos.

martes, agosto 15, 2006

La Calma


Pude ver luz.
[ Les cuento que he recreado mi antiguo myspace.
Destellos y Suspiros Chispazos de lo profundo
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Visítenlo cuando gusten]

domingo, agosto 13, 2006

La Torta

Queremos que partan la torta. En otros tiempos no muy lejanos, Fidel celebraba sus ya entrados 70's. Hoy cumple ochenta años, ¿cómo será?

¿Partirá la torta o le repartirán la torta?

Feliz Cumpleaños, Fidel*

¿El hombre, que es envidioso, alimentaría esa envidia si el del costado tiene lo mismo que él?
Feliz cumpleaños, Fidel.
¿Y aquel que es codicioso, tiene el mismo derecho a reclamar que el pobre que no tiene ni las necesidades básicas mínimas?
Feliz cumpleaños, Fidel.
Pero Fidelito, tú sí puedes tener riquezas mientras tu pueblo vivió y vive en una equidad social. Tú mataste a tus opositores. Tú cumpliste una función que debiste terminar hace muchos años.
No te mueras, Fidel, pero no regreses al poder.


Me desperté temprano esta mañana, pese a haberme acostado tarde. Sí, estoy recuperándome. Qué bien por eso. Me encontré en el messenger con mi buena amiga bloggera Diana, la popular

  • Morena, quien me saludó extrañada por tan matutina coincidencia -7:00am-. Me invitó amistosamente a leer su último post, el cual recomiendo. Éste trataba sobre el sistema castrista y más específicamente, en si hay o no derecho a decirle a la gente: Esto es lo mejor para ti. Ella opinó, naturalmente, que no, y yo también opino lo mismo. Pero en mi comentario profundicé un poco más, hablando siempre sobre el sistema.

    ¿Hay derecho a calificar como PEOR al sistema castrista con respecto al capitalismo neoliberal norteamericano? Yo pienso que no. Funciona, en términos de pragmatismo popular y político. ¿Es acaso mejor que unos 8 o 10 Añaños prosperen mientras 160 o 200 seres humanos con tanto derecho a progresar como ellos vivan sin las mínimas necesidades básicas?
    El pragmatismo -en su acepción popular, ojo-, nos dice que, en cuestión de resultados, una pobreza como la cubana -que será pobreza para estándares primermundistas, pero envidiable para estándares tercermundistas-, ha solucionado el problema del hambre, de la miseria, de la pobreza extrema, mientras el capitalismo mundial, que cada año hace más ricos a siete u ocho, sigue cobrando deudas externas -de orígenes inferiores a 200 mil millones de dólares y que ahora ascienden a 900 mil, habiéndose pagado 700 mil hasta la fecha**- a países tercermundistas cuya población vive con menos de un dólar al día, y que, por supuesto, necesita con mucha más urgencia ese dinero que los afortunados ciudadanos primermundistas, cuyo tercio tienen sobrepeso.
  • ¿Hay derecho a que una doctrina que reza que el pobre es pobre por su culpa sea considerada mejor que el sistema implantado en La Isla? ¿Esta máxima no es acaso la legitimización de la ley del más fuerte, del tiburón que se come al pescadito, de la selva de cemento? Ahora bien, la doctrina pragmática de la equidad para todos me parece respetable, pese a su pobre elaboración. Me parece bien, por lo menos, que todos los cubanos tengan garantizado un plato de frijoles, un tarro de leche, un poco de arroz, un par de camisas. En mi Perú no hay ni siquiera esa garantía. Con ello, ¿tengo derecho a decir que el capitalismo es mejor? Que hayan más Mcdonalds no implica que menos niños salgan a pedir limosna en las calles, niños que en Cuba no tendrían aquella necesidad.

    La falta de libertad en La Isla suele ser el tema por el cual muchos critican a Castro. Este tema es discutible, yo también creo que, estando sumergido en el capitalismo mamadetarzanesco, intervencionista, consumista y profundamente injusto y estratificado, el hombre no tiene libertad, un eufemismo de cuasi esclavitud. Libertad solo la tienen aquellos poderosos que tienen carta blanca para aprovecharse de los incautos que creen que tienen libertad, aquellos que se tragan el cuento de la globalización mcdonalista.

    Con todo, Cuba tiene la más baja tasa de mortandad infantil-materna del mundo, una de las mejores medicinas oncológicas, y avances importantes en la cultura y el deporte. Hay que rescatarle que su razón de ser es garantizar que absolutamente todos tengan, por lo menos, un par de camisas, leche y frijoles. Y yo creo que para eso existe fundamentalmente el estado. Sin embargo, y ahí viene la gran crítica, el tiempo pasó y la Revolución no creció en su profundidad ideológica, humana, mas sí crecieron las propiedades del barbudo presidente habanero. También crecieron las bajas en los opositores y las persecuciones. Esa corrupción por la que Ernesto Che Guevara prefirió viajar a Bolivia, a ayudar mejor allí.

    Por cierto, no defiendo a Fidel, solo creo que su sistema no es PEOR que el capitalismo que sufrimos África y Latinoamérica, y que sufre cada ser humano de a pie a merced de la codicia del vecino, sea de terno y corbata o de harapos y remiendos. Peor no es, será diferente, eso sí, por supuesto.

    Por tanto, permítanme saludar a Fidel por su cumpleaños número ochenta.

    Feliz cumple, Fide, no te mueras. Pero no regreses al poder.

    Y no regreses porque el poder te venció y te convenció. Te golluminizó, algo contra lo que en una juventud luchaste con vigor y con ahínco, el motivo de la Revolución.. y que ahora te derrota en el ocaso.


    Notas.
    * Para todos a los que les interese, Fidel Alejandro Castro Ruz nació un 13 de Agosto en Birán, Mayarí, provincia de Holguín, antigua provincia de Oriente, en 1926. Obviamente, en Cuba ¬¬.
    ** La suma aproximada de las deudas externas de todos los países tercermundistas, a comienzos de los 70', ascendía a 200 mil millones de dólares. A la fecha se han pagado, aproximadamente, 700 mil millones de dólares, mas se deben 900 mil millones.

    sábado, agosto 12, 2006

    Elegir

    Y fue tan fácil...
    como dejarse llevar entre las olas
    como vencerse al sueño entre las sábanas
    como percibir el aroma del verde

    Y fui tan libre...
    como al tirarme entre la hierba
    como al despertarme de la cama con un salto
    como si remara hasta el horizonte

    y me sentí pleno.
    mi fuerza revitalizada,
    mi pulso reposado.
    y mi alma pudo dormir.

    martes, agosto 01, 2006

    Fidel Castro delega el poder a su hermano Raúl

    ¿Será el adiós? Una hemorroides intestinal fue el detonante. Fidel Castro delegó temporalmente el poder a su hermano Raúl.

    La noticia me la dio mi hermanito. Estaba al borde del sueño en mi cama, y el otrora menudo pero siempre simpático Bruno lanzó un grito que alienó la paz de mis sacrosantos aposentos, y que en principio no creí: Fidel Castro cedió el poder. Lo miré de arriba a abajo con un gesto de incredulidad, como si fuera una de sus invenciones pueriles, pero luego recordé que ya tiene edad de decir verdades -estuvo zapeando y se detuvo en CNN-. Tal parece que la situación es muy seria, señores. Fidel Castro tiene exactamente 79 años, y a su edad hasta una inofensiva gripe puede causar estragos y complicaciones lamentables. Además, desde que tomó el poder y que se recuerde, nunca delegó sus funciones.
    Por más hermano de Fidel que sea este señor Raúl Castro, todos sabemos que no se trata de Fidel mismo, y si este no regresa -es decir, si se va-, el régimen castrista tendrá, de seguro, un pronto epílogo. No quisiera politizar más sobre el tema. La hora y mi condición no me lo permiten en demasía, solo pongo sobre el tapete la idea de que, aparentemente, se vienen o se vislumbran venir cambios importantes en la política latinoamericana. Personalmente le tengo cierta simpatía a Cuba y sana admiración a Fidel. Es un líder político de indiscutible renombre internacional. Y Cuba es mucho más que una islilla del caribe -no solo es la más grande en términos geográficos-: potencia mundial en el deporte y la salud. Está bien, tengo en mi cuarto el poster del Che Guevara.
    Con todo, la situación del polémico líder de la Revolución Cubana es relevante. La expectativa está allí. No nos uniremos a los fanáticos que deben ya estar prendiendo velitas por la improbable recuperación del viejo barbón, ni tampoco a esas demenciales y pseudodiabólicas celebraciones por su enfermedad, pero estaremos al tanto de las repercusiones que este hecho traiga consigo, sea para bien o para mal de Fidel, de Cuba y/o de latinoamérica.