domingo, febrero 24, 2013

Heterosexuales contra la homofobia



“No es la especie más fuerte la que sobrevive,
ni la más inteligente,
sino la que mejor responde al cambio”.
Charles Darwin.





Una descripción gráfica del cambio social, gracias a Science and Religion - It doesn't work together

Soy uno de los pocos heterosexuales que estuvo en la Plaza de Armas  de Lima el pasado sábado 23 de febrero de 2013 apoyando una iniciativa organizada por el Movimiento Homosexual de Lima (MHOL), en un acto simbólico por defender el derecho que tienen los seres humanos a ser libres, basados en los primeros artículos de la Constitución Política del Perú, las leyes anti-discriminación, la ciencia, la simple lógica y el legítimo deseo de aspirar a una sociedad cada vez más tolerante, más igual, y a una vida más vivible.

Por supuesto, mi participación en este evento ha causado sorpresa entre mis allegados y familiares, y especialmente en algunos de ellos incomodidad y duda. Estoy convencido de que justamente estas sensaciones de incomodidad y duda son la chispa de la verdadera revolución. Fui porque creo que los heterosexuales también tenemos todo el derecho de apoyar este tipo de causas, como se hace en campañas en otros países como Argentina, Chile o España. También porque considero que debemos des-radicalizar a los adherentes LTGB que, en muchos aspectos, no toman en cuenta a los heterosexuales que están con ellos en la lucha desde el punto de vista moral, ya que en su modus operandi suelen estos ser algo cerrados –y tienen muchas razones para serlo-. 

Como heterosexual, estoy convencido de que la participación de los heterosexuales a favor de los derechos homosexuales es necesaria para rebatir tanta ignorancia, intolerancia y discriminación, todas ellas basadas en el miedo y desconocimiento a lo diferente y sobre todo la influencia dogmática del ultra-conservadurismo de ciertos grupos que se ufanan de ser los depositarios de la moral y las “buenas costumbres”, cuando en la práctica lo único que generan en su rebaño es odio, violencia e hipocresía. Creo que si el MHOL y las organizaciones que defienden los derechos de la comunidad LTGB poco a poco se unen y plantean visos de solución, incorporando a los heterosexuales, los cambios que persiguen se harán realidad mucho más rápido.

El sábado 23, en los alrededores de la Plaza de Armas de Lima, he sido testigo manifiesto de la represión policial, brutal, fascista y réproba de tirarle agua con gas pimienta a manifestantes pacíficos, y también de cómo esa misma policía dejaba pasar sin problema a los conservadores homófobos y católicos a secas con carteles, paneles, trípticos y hasta altavoces, quienes no solo rezaban por las almas de los “pecadores”, sino que proferían insultos mientras eran resguardados y protegidos por esa misma policía agresiva y discriminatoria. ¿Sorpresa? Hay tantos ejemplos de la alianza entre fundamentalistas y las fuerzas armadas que me limitaré a esta imagen. Incluso grupos fascistas se honran haber apoyado a la policía en su afán por impedir esta legítima protesta.

La verdad no me sorprende la actitud del gobierno de Humala de enmendar los acuerdos internacionales anti-discriminación quitando las acepciones referentes a las comunidades más discriminadas (como la LTGB); tampoco la actitud matonezca de la policía pese al fallo del Tribunal Constitucional que permite el uso de laPlaza de Armas en manifestaciones de este tipo; mucho menos el comportamiento pueril y esquizoide de los ultraconservadores religiosos, fanáticos que cantaban rechazando al enemigo imaginario de su amigo imaginario, tan de espaldas a los manifestantes como a la racionalidad. Tampoco me sorprenden comentarios de intolerantes cavernarios en las redes sociales reclamando de la manera más cínica su derecho a discriminar, a ser homofóbicos o a estar supuestamente felices porque la policía agredió o impidió el ingreso de los manifestantes -¿Bajo qué sistema de valores tan retorcido puede alguien sentirse feliz por ello?-.

Tampoco me sorprendió el conocer a un grupo maravilloso de personas con los que congenié desde el principio, no por gustos o preferencias -meros accidentes biológicos-, sino por su humanidad. Nos conocimos defendiendo sus derechos, que no es otra cosa que la reafirmación, por extensión, de los derechos de todos, incluyendo también los míos, y los tuyos. Tampoco me sorprendió que, luego de la manifestación, nos fuéramos todos juntos, un grupo de desconocidos, a la casa de una de estas personas a cimentar una amistad, a pesar de las varias muestras de inseguridad ciudadana de los últimos días. Personas tan abiertas como ellos, tan humanas como ellos, renuevan mi esperanza en la posibilidad de una humanidad mejor, de un Perú mejor.

Sé que el tiempo nos dará la razón, porque todas las batallas de este tipo se han ganado al final de un largo camino: la lucha contra la esclavitud, contra la xenofobia y el racismo, contra la prohibición del matrimonio interracial, contra el uso de preservativos, etc. Todas esas batallas fueron ganadas por personas que se dignaron a hacer algo. Todas estas batallas las perdieron los mismos contendientes, verdaderos enemigos del progreso y la paz: los ultraconservadores religiosos, los fanáticos, los intolerantes. Pronto, aquellos que tratan a los demás de enfermos por el simple hecho de ser diferentes, dejarán de ser tan populares y comunes en nuestro país; por el contrario, serán ellos y su ignorancia supina, como ya son en casi todo el mundo civilizado, rechazados finalmente a favor de la inclusión. La homofobia no pasará.

Por último, comparto este vídeo que detalla todo lo acontecido este histórico sábado 23 de febrero de 2013: