sábado, junio 04, 2022

Análisis de la problemática social de la violencia de pareja a partir de las reacciones en redes del fallo Head Depp

Las redes sociales son cada vez el espacio donde mayor tiempo pasamos conectados compartiendo información, recibiendo y emitiendo opiniones sobre diversas cuestiones, mientras estas aplicaciones donde nosotros interactuamos están viendo la forma de vendernos publicidad y experimentar con nuestra propia adicción a estas plataformas. (Netflix: El dilema de las redes sociales). En ese interín, consumimos información que puede obviamente no ser verdadera, o que persiga objetivos específicos de los que no necesariamente somos conscientes (noticias falsas, opiniones panfletarias y hasta memes sobre los temas de actualidad).

Depp y Piqué han sido foco de varios memes. Ni uno ni otro, empero, resultan representantes de la reputación de todos los varones como sugiere este meme. Fuente: Facebook. 

Hace pocos días se han popularizado hasta límites insospechados los casos maritales de Amber Head y Johnny Depp y su divorcio judicializado, por un lado, y aún más recientemente, la ruptura de la hasta hace poco icónica pareja formada por el futbolista catalán Gerard Piqué y la famosísima cantante colombiana Shakira. Más allá del morbo por la situación de ambas parejas y sus fracasos sentimentales y la temática superficial de la farándula, lo que a mí particularmente me molesta / preocupa del tema es lo fácil que le resulta a mucha gente tomar en cuenta estas situaciones y utilizarlas como supuestas evidencias para prácticamente cualquier razonamiento.

Por supuesto, mercenarios de la pluma y asalariados de la enajenación “libertaria” a través de las redes sociales como Agustín Laje y Javier Milei no han perdido oportunidad para profetizar el fin del feminismo y otras sandeces. Personalmente, la opinión de esos escribidores asalariados no me preocupa, pero sí la de sus posibles seguidores: He escuchado y leído, primero con algo de condescendencia y vergüenza ajena, a varios conocidos, incluso, vanagloriarse, alegrarse y hasta declarar con vítores la derrota y futura extinción del feminismo y sus pretensiones por el fallo en contra de Amber Head y a favor de Johnny Depp.

Agustín Laje. Intentando sacar agua para su molino con el referido caso. Fuente: Twitter.

Amigo, lo que estaba en juicio no es el feminismo ni sus justas pretensiones de equidad de género ante las desigualdades sociales. Tampoco el hecho de que Amber Head haya sido expuesta como agresora, y por tanto que Johnny Depp se haya lavado la cara públicamente de sus acusaciones y de sus despidos sonados. Tampoco quiere decir que todas las mujeres que denuncian agresión terminan siendo mentirosas o agresivas. Yo jamás creería eso, aun habiendo sido víctima de agresión. A pesar de esa experiencia negativa, a mí en la vida se me ocurriría utilizar mi caso para negar las tendencias sobre violencia de género a nivel mundial (ONU: World Homicide Report, 2019).

Sí es una lástima que alguien como Johnny Depp, haya sido preventivamente excluido de sus papeles como Grindelwald en la saga de Harry Potter Animales Fantásticos y sobre todo de su entrañable Jack Sparrow en la saga Piratas del Caribe. Esas injusticias en su contra no devolverán el tiempo perdido y las decisiones ya tomadas por los gigantes del cine Warner Brothers y Disney, respectivamente. Pero eso no significa que todos los varones son inocentes de la violencia social y estructural contra las mujeres, y no opaca cifras escandalosas como que el 70% de las mujeres ha sufrido por lo menos alguna vez en su vida de acoso callejero o laboral, o que dos tercios sean víctimas de violencia económica y/o patrimonial. Peor aún, que 4 de 5 niñas violadas sean víctimas de sus propios padres, abuelos, hermanos u otros familiares. Datos terribles y que son también conocidos, aunque nadie parece recordarlos por estar pensando en juicios de celebridades.

También se ha dicho que fenómenos sociales como el movimiento #MeToo (Literalmente: “A mí también”, más conocido en castellano como “Yo te creo”) desaparecerán gracias a este caso mediático. Nuevamente, #MeToo no ha sido sometida a juicio ni se ha fallado sobre dicho movimiento en el juicio Head-Depp. Es cierto que es polémico y hasta concedo que en algunos casos podría parecer peligroso el razonamiento que utiliza dicho movimiento por el cual se promueve el confiar en la declaración de la supuesta víctima. Pero es que hay que considerar que usualmente, esta supuesta víctima no es en realidad supuesta, sino que más bien es una persona que ha sido violentada sistemáticamente: en varias oportunidades, no solo por el victimario, sino incluso por quienes debieron haberle dado las facilidades para que denuncie, juzgándola y descalificándola en lugar de atenderla, peor aun cuando tiene hijos con su agresor (su propia familia, la policía, los medios de comunicación, la sociedad en general).  

La existencia de movimientos que centran su atención en la declaración de la denunciante no es gratuita: existen demasiados casos en los que sistemáticamente no se ha escuchado a las víctimas, tanto así que han generado en ellas una indefensión o desesperanza aprendida (Seligman, 2000; en Acevedo, 2020), una actitud negativa hacia la justicia y las autoridades, y la idea de que su caso no va a ser tomado en cuenta, sea por las múltiples veces en que han sido humilladas por las autoridades que debieran haber tomado sus casos en lugar de juzgarlas o desalentarlas, por las trabas que reciben en sus intentos de denuncia, por los múltiples requisitos que tienen que presentar y que terminan por cansarlas, o la tendencia a responder  únicamente cuando ya ocurrió un intento de homicidio. Entre 8 y 9 de cada 10 mujeres sienten que sus denuncias no son tomadas en serio, que les ponen trabas o que simplemente la justicia no funciona con ellas. Por lo tanto, #MeToo tiene un origen que hasta cierto punto legitima sus pretensiones.

Si a alguno le parece peligroso el discurso de #MeToo, considere que es todavía más peligrosa la situación actual, y desde hace quien sabe cuánto tiempo, de miles de mujeres víctimas de violencia física, familiar, sexual, económica y de patrimonio principalmente, de quienes supuestamente están allí para ellas. Muchos hombres se indignan diciendo en respuesta #NotAllMen (No todos los hombres). No todos los hombres resultan inocentes como Johnny Depp. ¿Tendrán que caer, momentáneamente, otros Johnnys Depp bajo acusaciones falsas o que terminan por no ser demostradas? Yo creo que la verdad siempre termina saliendo a la luz, así que realmente no creo que muchos justos terminen pagando por pecadores. Además, eso es responsabilidad de los sistemas de justicia. #MeToo está abocada a cumplir un cometido: combatir la desesperanza aprendida de millones de mujeres que se han acostumbrado a que ni siquiera vale la pena denunciar.

Ahora, así como hay millones de casos de violencia contra las mujeres cis en las que ellas son víctimas, también existen muchos miles de casos en los que las víctimas pueden ser mujeres no cisgénero, como las mujeres trans y hasta varones heterosexuales que son víctimas de violencia, quienes usualmente pasan por las mismas penurias que las mujeres en estas condiciones. #MeToo no saca cara por estas poblaciones y tampoco tendría por qué hacerlo, han decidido centrarse en las mujeres cis. Pero es evidente que el problema es estructural. No podemos, como sociedad, permitir más el maltrato de las autoridades, los medios de comunicación, las familias y la propia sociedad a las víctimas de violencia, sean estos hombres o mujeres cis o trans.  

Así como no todos los hombres son como Johnny Depp, por otro lado, no todas las mujeres son como Amber Head, no solo por agresora, sino también por privilegiada. Las mujeres violentadas no suelen ser captadas por las lentes de la prensa, ni tampoco tienen el dinero para financiar un juicio por millones de millones. Usualmente, las mujeres ocupan los lugares menos privilegiados de la sociedad en comparación con los varones (INEI, 2019: Desigualdad de Género): menores índices de participación económica, mayores responsabilidades familiares, mayores gastos en salud, menor educación, etc.

Las tendencias no van a cambiar de la noche a la mañana por casos singulares, por lo que es ridículo que se utilicen como argumentos o evidencias en favor de opiniones en ese sentido. Tan ridículo es usar el caso de Johnny Depp y Amber Head para señalar el fin de #MeToo y del feminismo, como la supuesta inocencia de todos los varones, la maldad o mentira de todas las mujeres, etc. Sería igual de ridículo usar el caso de Shakira y Gerard Piqué para refutarles, diciendo: “¿Ya ven, hombres? No son tan buenos como creían”.

La reputación de un género no depende de una o dos figuras mediáticas y sus comportamientos de pareja. Tampoco definen las brechas sociales de género en nuestra sociedad. Centrémonos en lo importante: ¿cómo vamos a seguir combatiendo el ostracismo social de las personas que sufren violencia, sean mujeres o hombres cis o trans? ¿Cómo podemos prevenir que las autoridades que reciben denuncias sean maltratadores que las revictimicen? Y sobre todo, ¿cómo podemos construir una sociedad en la que se reduzca al mínimo la violencia en todas sus formas?

En mi opinión, este tipo de situaciones se han de corregir a través de la educación basada en enfoque de género, y sí, el problema es serio: mientras los conservadores tengan tomada la educación con uñas y dientes, entonces será muy difícil lograr cambios reales en los principales problemas sociales y de salud pública derivados, como en la prevención de embarazos adolescentes; en la reducción de casos de bullying por razones homofóbicas o transfóbicas; en la reducción de casos de violencia sexual contra menores, y en el incremento de denuncias de estos casos; en la reducción de la revictimización de las personas que denuncian violencia física, psicológica, económica o sexual frente a sus parejas, etc.

Necesitamos, pues, mayor participación política, mediática, educativa, y esto implica hacer denodados esfuerzos desde nuestras posiciones profesionales, sociales y desde nuestro compromiso cívico como ciudadanos conscientes para mostrar las evidencias nocivas de una educación controlada por el conservadurismo y lo que genera en la realidad a pesar de sus creencias y aparentes buenas intenciones.

Más bien, con una educación con enfoque de género, es más probable que tanto hombres y mujeres crezcan sabiendo respetarse unos a otros, minimizando ideas posesivas y creencias basadas en la dominación de la pareja, identificando prácticas y actitudes inaceptables frente al otro, identificando el machismo, el sexismo y la homofobia, y practicando más bien la tolerancia y el respeto a la diversidad. Así, tendremos profesionales que no hagan pasar penurias a mujeres cis, mujeres trans y varones heterosexuales que vayan a denunciar casos de violencia de pareja o de cualquier tipo. Así, finalmente, tendremos una sociedad que no atormente más a las víctimas y que sancione, en lugar de encubrir, a los responsables.

 

Fuentes:

Acevedo, K. M. (2020). Indefensión aprendida y depresión en mujeres víctimas de violencia conyugal en los Centros de Mujeres Ixchen del Departamento de Managua. Gestión I+D, vol. 5, no. 3, julio-diciembre 2020. Pp: 334-356.

INEI, 2019. Reporte de Desigualdades de Género.

Netflix, 2021. El dilema de las redes sociales.

UN, 2019. Global Homicide Report.