lunes, abril 28, 2008

Arequepay


Quiero compartir con ustedes mi reciente viaje a Arequipa. Fue por semana santa, en verdad. Les escribo desde México, en un viaje que ya comentaré a su debido tiempo; la verdad es que me demoré bastante para escribir este post, por esas cosas que a uno le pasan cuando quieren tener todas las condiciones necesarias para escribir y estas no se dan. Suele pasar, las ganas se te van. Hoy tengo algo de tiempo, y procederé a mostrarles un poco acerca de mi viaje.


Pileta. Tímidas palomas retozando cerca de la pileta central de la Plaza de Armas de Arequipa.

Fue un viaje muy bonito. La ciudad sureña, conocida como la ciudad blanca por el sillar, material noble característico de la zona, blanco, extraído de la materia volcánica fría, es majestuosa, señorial y calma. Se percibe orden, sobriedad y limpieza. Tiene un no sé qué, algo que la hace distinta a las demás grandes ciudades peruanas. La plaza de armas, no obstante es pequeña en comparación con las plazas de Lima y de Trujillo, es muy transitada por comerciantes, lugareños y turistas. Es impresionante la cantidad de personas que deambulan de aquí para allá por la plaza cada uno con sus negocios y contemplaciones personales. Se observan vestimentas de diferentes lugares aledaños y lejanos. Caras, manos y sonrisas distintas entablan relaciones o se entrecruzan por estos lugares. Hace un frío leve, seco, permanente, pero no es hostil. Los edificios se imponen orgullosos, desafiantes.

Basílica. Digno ejemplo de la hechumbre arequipeña.

Cerca de la ciudad blanca, a por lo menos una hora en carretera, se encuentra el pueblo de Chivay, rodeado de espectaculares paisajes, quebradas, acantilados, ríos y serranía esteparia. Pastores en trajes típicos reciben amistosamente a los turistas, ofreciéndoles artesanías, prendas y frutas típicas.

Compañeros. Niña arequipeña y perro pastor.


Chivay. Una palabra: espectacular.

Alegría characata. Niña sonriendo en su puesto de souvenires camino a Chivay.

Y finalmente, el cañón del Colca y los cóndores. Confieso que no ha sido para mí verdaderamente algo espectacular, sin embargo sí es bonito ver a los cóndores volando majestuosamente por el enorme y verde valle. A los gringos les encanta. A mí me gustó mucho el pueblo de Maca, con su pequeña iglesia y algunos pobladores en la placita mostrando llamas, águilas y alpacas bebés al público. Me gustaría compartir con ustedes algunos vídeos que logré subir al Youtube, para que se aproximen a la Arequipa nocturna en semana santa, vean hasta qué punto una pastora y su llamita pueden congeniar, contemplen a los cóndores en acción, y vean el pueblo de Maca.










Vayan a Arequipa. En verdad la van a pasar bien. Es un lugar acogedor, majestuoso y versátil.

martes, abril 22, 2008

Interjección del carajo

Carajo es una interjección, que enfatiza la importancia del tema, la intensidad de una emoción, no necesariamente negativa.

Algunos ejemplos: "¡Ganamos, carajo!"; "¡qué bien, carajo!"; "¡buena, carajo!". Ahora bien, no siempre es necesario acompañarlo de signos de exclamación. Generalmente se acompaña al final, precedido de una coma, carajo -ven, qué fácil-. Así que no teman utilizarlo, carajo.