Los niños autistas se comunican más allá del lenguaje ordinario, manifiestan un lenguaje no verbal. ¿En qué consiste este lenguaje no verbal? Pues en una serie de expresiones faciales, corporales que acompañan el juego y la interacción de estos pequeños con su medio. Las palabras en los autistas carecen de una importancia superlativa, de hecho son insignificantes para ellos. En nuestra sociedad, empero, hay una tendencia a descorporeizar la comunicación -básicamente por la inclusión de programas, instrumentos y tecnologías que, avocadas a facilitar la vida de las personas, simplifican también la comunicación, y en ese sentido, la hermenéutica, la deducción, la interpretación subjetiva entre líneas, etc.- y, por ende, los autistas se vuelven doblemente incomprendidos, ya que ellos utilizan sus propios cuerpos para comunicarse.
El lenguaje no verbal en los autistas es un compendio, en efecto, de puestas en escena. Esa "presencia ausente" es en realidad una pose, y de hecho tiene un carácter comunicativo, ciertamente limitado -no vamos a negar que los autistas tienen severas dificultades-, pero indefectiblemente incomprendido. Este lenguaje no verbal está acompañado de una serie de condiciones bajo las cuales se da la interacción, en las que las peculiaridades del contexto -llámese el ambiente, el espacio, los objetos, las personas, etc.- son tremendamente importantes. El paralenguaje debe también ser tomado en cuenta -una serie de elementos extralingüísticos, entre los que destacan la pragmática, aunque para efectos de este tema no es tan importante, el paralenguaje es algo así como el correlato descriptivo de la comunicación, información parcialmente oculta, implícita-.
Desde el lenguaje no verbal hay que entender que los niños autistas sí se comunican. Hay una sintonía de los cuerpos, un sistema de comunicación arcaico o alternativo -en cierta manera, los autistas inventan su propio sistema de comunicación-. Hay que, pues, centrarnos en las señales que estos niños autistas manifiestan, interpretar sus sutilezas. Es cierto que los códigos que emplean para comunicarse son difícilmente compartidos, ambiguos. El autista, al no ser comprendido, es estigmatizado, rechazado, discriminado.
El autismo es considerado una enfermedad, pese a que no presenta síntomas reales. Se retoma aquí la idea de la estigmatización: se les menosprecia, se les animaliza. Sucede que al haberle dado una importancia superlativa a la palabra en la sociedad, los autistas han sido relegados, disminuidos, y sus sistemas de comunicación - o de precumunicación, en todo caso, esto se tiene que investigar profundamente- ídem.**
* Foto tomada de "http://www.yosoytucuman.com/zona_chicos/escuela/autismo/problemas.jpg"
** Estas ideas fueron tomadas de la ponencia de Ivana Silva-Santisteban, "Lenguaje y comunicación en niños autistas", en el XII Coloquio de Estudiantes de Psicología de la PUCP, el jueves 10 de noviembre .
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