Y llegamos hasta un punto, cualquiera que sea este, y paramos el andar, y nos detenemos en el camino. Y miramos atrás y reflexionamos. Y miramos adelante y nos cuestionamos. Y luego nos miramos internamente: tribulaciones, divagaciones, elucubraciones. ¿Qué hay dentro de nosotros? Recuerdos, anécdotas, vivencias, pero también necesidades aún no resueltas, obligaciones por cumplir, estrés, preocupación. El sendero, a lo lejos, a veces se vuelve inalcanzable, y nosotros tenemos flojera al dar el siguiente paso. ¿El tiempo? Se va galopante, mientras volamos, navegamos, cruzamos nuestra mente. Un par de piedras en nuestros bolsillos nos vendrían de maravilla, y no por si aparece un perro rabioso o un asaltante. Pero ni el más avanzado y concentrado suplemento vitamínico nos hará ir a la velocidad anhelada sin un mínimo de decisión.
¿La solución? Quizás si nos levantamos y hacemos algo por buscarla en vez de tanto estar sentados la encontraremos. Confiemos que así sea, y que no sea uno más de esos momentos de iluminación secundados por otras sequías de oscuridad, de inconstancia, de irresponsabilidad.
¿La solución? Quizás si nos levantamos y hacemos algo por buscarla en vez de tanto estar sentados la encontraremos. Confiemos que así sea, y que no sea uno más de esos momentos de iluminación secundados por otras sequías de oscuridad, de inconstancia, de irresponsabilidad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario