¿Por qué será que resulta a veces tan gratificante conversar con gente adulta, y mejor aún si la conversación, amena, dinámica, rica, diversa, por cierto, es tan bien acompañada con rones, whisky, vino y piqueitos?
Ayer, en el cumpleaños de mi madre, y en realidad hasta hace pocos minutos, tal vez en un ataque de soberbia, me atreveré a decir que me convertí en el alma de la fiesta, jejeje. Se formó un precoz sesgo, un umbral que separaba a los adultos tempranos y medios de los mayores -a las amigas de mi mamá y a los amigos de mi papá, para ser más preciso-, claro está, sin embargo yo, a pesar de hacer bromas referentes al mismo umbral, me mantenía en uno y otro ambiente. Lo divertido e interesante fue que pude entablar una conversación amena y productiva con un grupo de adultos relativamente amplio, con el que pude foguearme en criterios puramente psicológicos, claro que cimentados en situaciones contextuales de la vida diaria, pero no por ello menos interesantes -todo lo contrario-. Tan es así que temas como la crisis adolescencial, las conductas de riesgo y las actitudes psicopáticas fueron recurrentes. Encontré el impulso y la motivación para poder explayarme a placer, ante la atenta mirada de mis interlocutores.
En un principio, los adultos varones, que tienen una marcada predilección por temas de conversación clásicos -en conversaciones puramente populachentas, claro- , banales, poco sesudos y aburridísimos -sí, política, fútbol, etc- se excluyeron a sí mismos, mientras yo pude ilustrar los conceptos aprendidos hasta ahora en cursos como Desarrollo Humano 2, Personalidad, Procesos Cognitivos y Motivación con las amigas de mi madre.
Indefectiblemente, la conversación caló en el tema político, una vez que los adultos mayores, derrotados, ingresaron al grupo de conversación más dinámico, que lideraba yo, y siguiendo con este ataque de soberbia, no desentoné, pese a que hubieron dos personajes de un renombre político considerable, que mantendré en secreto por razones obvias. Temas como la regionalización, la "patologización del hombre político", el análisis psicológico de García y Toledo, no solo fueron debatidos, rebatidos, sino ampliamente desarrollados y compartidos por los diferentes interlocutores. Un ambiente muy ameno, para qué, no me puedo quejar. Solo que a veces, es rara esa sensación de poder congeniar con grupos adultos para nada coetáneos es ambigua, interesante, extraña, rara, valga la redundancia.
Me despido a ritmo de María Martha Serra Lima, en una especie de emulación a esa sensación extraña que experimenté. Aquí les va la letra:
El Viaje
Viaje de partida,
que me dio la vida,
con mis quince años
con mis ilusiones,
con mis ambiciones,
de vivir soñando.
Viaje de llegada,
fue la madrugada,
de mis veinte años.
Que una nueva vida
trajo la alegría,
para mi rebaño.
Viaje de aventuras,
viaje de locuras,
de mis treinta años.
Donde me abandonas,
donde me traicionas,
por otros extraños.
Viaje de riquezas,
de alcanzar las metas,
mis cuarenta años.
Después de lograrlas,
después de alcanzarlas,
peldaño a peldaño.
Viaje de regreso,
sin calor, sin beso,
mis cincuenta años.
Viaje de recuerdos,
de arrepentimientos,
y de desengaños.
Y llegando al puerto,
recuerdo en silencio,
mi viaje de antaño,
y un soplo del viento,
se llevó mi aliento,
y se llevó mis años.
se llevó mis años...
se llevó mis años...
- sí, hormigueo en la cabeza, la misma sensación que produce el magistral comercial de Profuturo, el de la línea de vida en el que se ve los ojos, a través de 30 años, de un asegurado, el mismo temor que produce el relato fantástico del arrebato de la vida de Edgar Allan Poe, en sus Narraciones Extraordinarias.-
Ayer, en el cumpleaños de mi madre, y en realidad hasta hace pocos minutos, tal vez en un ataque de soberbia, me atreveré a decir que me convertí en el alma de la fiesta, jejeje. Se formó un precoz sesgo, un umbral que separaba a los adultos tempranos y medios de los mayores -a las amigas de mi mamá y a los amigos de mi papá, para ser más preciso-, claro está, sin embargo yo, a pesar de hacer bromas referentes al mismo umbral, me mantenía en uno y otro ambiente. Lo divertido e interesante fue que pude entablar una conversación amena y productiva con un grupo de adultos relativamente amplio, con el que pude foguearme en criterios puramente psicológicos, claro que cimentados en situaciones contextuales de la vida diaria, pero no por ello menos interesantes -todo lo contrario-. Tan es así que temas como la crisis adolescencial, las conductas de riesgo y las actitudes psicopáticas fueron recurrentes. Encontré el impulso y la motivación para poder explayarme a placer, ante la atenta mirada de mis interlocutores.
En un principio, los adultos varones, que tienen una marcada predilección por temas de conversación clásicos -en conversaciones puramente populachentas, claro- , banales, poco sesudos y aburridísimos -sí, política, fútbol, etc- se excluyeron a sí mismos, mientras yo pude ilustrar los conceptos aprendidos hasta ahora en cursos como Desarrollo Humano 2, Personalidad, Procesos Cognitivos y Motivación con las amigas de mi madre.
Indefectiblemente, la conversación caló en el tema político, una vez que los adultos mayores, derrotados, ingresaron al grupo de conversación más dinámico, que lideraba yo, y siguiendo con este ataque de soberbia, no desentoné, pese a que hubieron dos personajes de un renombre político considerable, que mantendré en secreto por razones obvias. Temas como la regionalización, la "patologización del hombre político", el análisis psicológico de García y Toledo, no solo fueron debatidos, rebatidos, sino ampliamente desarrollados y compartidos por los diferentes interlocutores. Un ambiente muy ameno, para qué, no me puedo quejar. Solo que a veces, es rara esa sensación de poder congeniar con grupos adultos para nada coetáneos es ambigua, interesante, extraña, rara, valga la redundancia.
Me despido a ritmo de María Martha Serra Lima, en una especie de emulación a esa sensación extraña que experimenté. Aquí les va la letra:
El Viaje
Viaje de partida,
que me dio la vida,
con mis quince años
con mis ilusiones,
con mis ambiciones,
de vivir soñando.
Viaje de llegada,
fue la madrugada,
de mis veinte años.
Que una nueva vida
trajo la alegría,
para mi rebaño.
Viaje de aventuras,
viaje de locuras,
de mis treinta años.
Donde me abandonas,
donde me traicionas,
por otros extraños.
Viaje de riquezas,
de alcanzar las metas,
mis cuarenta años.
Después de lograrlas,
después de alcanzarlas,
peldaño a peldaño.
Viaje de regreso,
sin calor, sin beso,
mis cincuenta años.
Viaje de recuerdos,
de arrepentimientos,
y de desengaños.
Y llegando al puerto,
recuerdo en silencio,
mi viaje de antaño,
y un soplo del viento,
se llevó mi aliento,
y se llevó mis años.
se llevó mis años...
se llevó mis años...
- sí, hormigueo en la cabeza, la misma sensación que produce el magistral comercial de Profuturo, el de la línea de vida en el que se ve los ojos, a través de 30 años, de un asegurado, el mismo temor que produce el relato fantástico del arrebato de la vida de Edgar Allan Poe, en sus Narraciones Extraordinarias.-
1 comentario:
Bastante interesante la experiencia de conversar con personas mayores, sobre todo cuando los temas concurren con el pasar de la plática, parece ser algo misterioso también que de un momento a otro, las personas acostumbradas a ser tratadas como fuente de experiencia y conocimiento, pasen a ser comentaristas de temas que no sean de su todo interés, pero que, por el momento y las circunstancias, son dignos y casi obligatorios de comentar... aprendamos y dejemos q los demás aprendan...;gusto de postearte... tavo1304@hotmail.com
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