Nuestra generación no es más la generación de los poemas homéricos, es más, probablemente muy pocos de los jóvenes del mundo occidental hayan leído a consciencia los himnos homéricos, además de las obras fundamentales La Ilíada y La Odisea. Recuerdo que más de una vez la gente no me creyó cuando comenté que leía La Ilíada por puro gusto y ganas de hacerlo. Y es que es así, nuestra sociedad, progresivamente, se hace cada vez menos lectora, al menos en esta parte del mundo. Cuando uno cruza el charco, en verdad nota una diferencia abismal en lo que respecta a ver a la gente de a pie, gente común y cualquiera todos yendo y viniendo en los metros con libros entre sus manos, taxistas con tres o cuatro libros de cabecera, caminantes con libros cargados, etc., pero hay que decir también que son en su mayoría personas adultas, no tanto jóvenes. Ya es por lo menos infrecuente, incluso en esos lugares tan privilegiados, ver a jóvenes con estas sanas tendencias. Así pues, y peor aún, hablar de Homero como el referente de una sociedad culta, leída, ducha, ya no es de nuestros tiempos.
Nuestros tiempos, tienen, curiosamente, a otro Homero, que parece haber reemplazado al invidente genio de la antigua Grecia. Nada menos que Homero J. Simpson. Y decir esto puede sonar escandaloso y lamentable, pero muy cierto. En los últimos 20 años, Homero J. Simpson y la popular serie de televisión ha roto todos los récords inimaginables de rating televisivo, convirtiéndose en la serie más vista de la historia, superando ampliamente a Friends y Seinfeld, por nombrar a algunas de las más representativas. Si bien es cierto que Homero J. Simpson cumple un rol fundamental en el análisis un tanto satírico de nuestra realidad social como lado del mundo occidental, no es tampoco descabellado hablar de que Homero J. Simpson haya reemplazado en importancia al Homero de las epopeyas antiguas. Y esto es muy simple, nuestras generaciones van leyendo cada vez menos, y van viendo televisión cada vez más. No pretendo generar con esto un shock para que todos ustedes vayan a leer compulsivamente -aunque sería formidable-, la idea es simplemente realizar una pequeña reflexión a propósito de la verdadera importancia de Homero -el antiguo- en nuestra sociedad, la sociedad de nuestro tiempo, que ya es regida por nuestra generación. Homero J. Simpson no tiene nada de malo en sí mismo, en tanto sirva como un instrumento de crítica constructiva y divertida, que nos recuerda hasta donde podemos caer en el descuido. Habría que desempolvar un poco al otro Homero, fijarnos más en él, en su importancia y en su ejemplo. Por nosotros mismos.
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