Desde que descubrí que mi celular había venido con un implemento para radio, me puse a escucharlo -créanme que me demoré mil años para advertirlo- y sentó y sienta muy bien Filarmonía, sobre todo para leer libros de regreso a casa tarde de la chamba. Sienta muy bien sobre todo después de un árduo día de trabajo desde temprano, caminando, preguntando, conversando, cabildeando, cuando el cansancio agobia, cuando el aplomo devanea, cuando el sueño te coquetea los párpados. Sienta bien cuando el orgullo de haber hecho correctamente lo debido es la única excusa para no dejarse apresar por el cansancio. Sienta muy bien la buena música después de un exitoso taller de Autoestima a mis niños de la Cooperativa, quienes elaboraron formidables cajitas de la Autoestima, las cuales llevarán consigo y guardarán para cuando titubeen, cuando duden, cuando se sientan mal, para que se acuerden de sí mismos y de su valía, y de sus cosas buenas y las partes de su cuerpo que más les gustan, de sus muchas virtudes. Para que con positiva nostalgia, cuando grandes, recuerden que trabajaron una linda cajita con pensamientos positivos acerca de sí mismos en sus años mozos. Hasta escribir de ello con Filarmonía sienta muy bien.
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