Me he visto a mí mismo verme cansado, triste, lacónico. Estoy en esos días en que la única salida es dormir para no soportar el sinsabor de la soledad, del silencio gris, impávido, congelado. Me he visto apagado, cabizbajo; no tengo ni fuerzas ni ganas de escribir. No hay imágenes, apenas figuras densas, informes, cubiertas de nebulosa oscuridad. No tengo ganas de escribir, pero lo hago porque hoy, maldita sea, hoy, se cumple un año de este sueño, de esta idea, de esta casa de cartón. Y sin embargo mírenme aquí, acongojado, sin palabras que trasmitan este frío. En mi aniversario no solo no tengo ganas de celebrar, sino no tengo ganas de nada. No tengo ni voz, ni sueño, ni voces ni sueños. No tengo lágrimas ni palabras, no tengo nada. A veces preferiría ser friolento a solo sentir frío en el corazón. Fragilidad.
¿Que cuál fue la gota que colmó el vaso? Digamos más bien que el vaso se quebró con una helada ráfaga, crujió; simplemente me vi a mí mismo, luego de varios días sin conversar, aunque hablando con entes, no con amigos, no con personas, siendo otro ente... me vi aletargado, cariacontecido, impersonal, metálico... había perdido el rastro de mi respiración, de mis latidos, de mis sentidos... había muerto varias veces, varias noches, hasta que de pronto advertí que necesito bañarme el alma para despertar; que necesito caminar nuevamente por las orillas nocturnas de mis mares olvidados, aquejados, compungidos; que necesito conmutar mi aliento con la brisa, oler la profundidad del infinito azul marino, tronar mi pecho al son del viento crepuscular. Debo despertar una vez más, un año más.
1 comentario:
me he visto al filo y en el vertigo de tus palabras.
un saludo.
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