viernes, junio 29, 2007

La Política de lo Real Maravilloso

Este pequeño mundo, mi mundo, vaya que es un lugar sin igual. Aquí los pobres pagan el doble, el triple que los ricos por servicios tan esenciales como el agua. La exclusión social alcanza niveles inverosímiles, puesto que es más la gente excluida que la gente nice que busca apartarse de la realidad creando Playas Asia cada 5 años. Aquí los empleados del estado no trabajan para el estado, sino contra él, o bien se cargan las utilidades, o bien dilatan todos y cada uno de los procesos de las diferentes organizaciones que copan con nepotista impavidez. Aquí los empresarios se creen señores feudales y se burlan de sus pongos bailando a las incompetentes autoridades y emisarios estatales. Aquí los profesores son los más imbéciles de todos, y no se puede hacer nada contra su languidez académica, endémica, esa imperturbable mediocridad cuya única manifestación vívida es la militancia en cierto partiducho de izquierda radical poco interesada en el desarrollo mental de sus connacionales. Aquí la norma es cargarse las normas - o cagarse en ellas, concretamente-. Peatones, conductores y policías se congratulan en el fango de la inmoralidad, en el inmediatismo, móbil de la filosofía de Pepe El Vivo, coimeando, violando, deshumanizando al otro y así aprovechándose de él en una selva sin fauna, llena de faunos inescrupulosos, camuflados como reporteros sensacionalistas, jueces corruptos, burócratas sanguijuelos, prensa amarillesca, abogados tinterillos y políticos conchayas. Aquí los vivos son respetados, elogiados y hasta elegidos, mientras que los que todavía se resisten a tanta inmoralidad son vejados, señalados, incomprendidos y cuestionados por su poca habilidad para acostumbrarse camaleónicamente al cenagal societario cotidiano. Aquí los intelectuales solo están encapsulados en instrumentos otrora utilizados por el asnado vulgo, que alguna vez los llamó libros, en sepias recuerdos de idílicos pasivos activistas, refugiados en el Viejo Mundo, autoexiliados, abrazados por el eremitismo feliz del postescepticismo. Y escriben todavía, alguno que otro, pero para periódicos que la gente compra autómatamente y que hace tiempo dejó de leer con avidez sapiente, reemplazando esta actividad por el morbo estupidizante del farandulismo, el vedettismo, la sangre, los culos. Aquí un ex presidente con nacionalidad japonesa burló a millones de peruanos más de una vez, y no contento con ello, ahora impunemente pretende difundir su lepra amoral y genocida hacia la tierra de donde nunca debió partir ese barco infame que lo trajo a nuestras orillas, deseoso de humillar más la mancillada imagen de este terruño que deja a Macondo como un chancay de a veinte en su comparación.

3 comentarios:

Batahola dijo...

Muy cierto. ¿Qué planeas hacer para cambiarlo?

Que tu granito de arena se manifieste.

Chema dijo...

Bueno, no me gusta el autobombo, pero he participado en marchas, he hecho posts, protesto cada vez que encuentro algo indebido, sobre todo en los micros. Cada vez que puedo trato de cuestionar los principios de esta foolosofía de Pepe El Vivo que tanto eclosiona el desarrollo social y la toma en cuenta de la heterogeneidad como un pulmón del crecimiento. Mientras miremos al otro deshumanizado y por debajo, o con resentimiento y por arriba, no podremos estar a la altura de lo que la suerte nos está deparando. Y ya es el colmo quedarnos en la nada teniendo la suerte para cambiar nuestro futuro. Al menos, me voy a dedicar a una profesión que me va a situar en el plano de la aplicación y puesta en práctica de mis ideas de recambio. Por algo he desestimado los esfuerzos de mi padre por escoger una profesión que me brinde bonanza económica. Por algo, mi ideal va más allá de lo intrascendente que puede ser el dinero. Por algo, si vez al lado derecho, soy la personificación de Lisa Simpson.

Anónimo dijo...

Nunca te olvides de la superparcela de poder de lo milicos y como tanto civil se lo permite. Ahora último, en pleno régimen "democrático" prefirieron hacer lo de siempre con Piero Quijano.

Claro, los milicos son como esos grandulones del lonsa que tienen un baculo imaginario y una Bakula que les aplauda las ocurrencias.