Vaya, y llegamos al post número doscientos. Continuamos esta empresa extramuros, ultramares y como extranjeros. En un lugar en el que uno no puede inspirarse en los desbarajustes cotidianos propios de una sociedad caótica como la limeña. En una ciudad en la que oscurece a las 10 de la noche y amanece a las 8 de la mañana. En un teclado en el que la arroba sale con alt.gr+2 y no con alt.gr+q.
Por supuesto, deseo que vengan cuatroscientos y mil posts más, y que ustedes sigan conmigo, a la distancia -ya parezco Manzanero-. Es cierto eso que dicen los que viajan y fuera de su terruño es cuando se dan cuenta de lo que son, verdaderamente. Uno asume su identidad de manera más fuerte cuando afronta un mundo disímil, cuando conoce, cuando compara, cuando recuerda.
Prometo fotos, por supuesto, cuando tenga la oportunidad de subirlas. Prometo, también, volver cargado de historias y anécdotas, como siempre. Por ahora me despido, consciente de que faltan cientos de destinos intermedios qué admirar y conocer, que guardar en la retina y no solo en el lente de la cámara digital, que curtan mi piel de nuevas sensaciones e informaciones y que engrandezcan mi espíritu.
1 comentario:
Déjame decirte que tu teclado es el rarito: en el mío la arroba también sale con apretar Alt Gr y el 2 a la vez. Jaja. ¿Qué tal sigue Europa sin mí?
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