¿Cómo no decir que la música es la manifestación del alma? ¿Cómo no reconocer que hay canciones - y aquí incluyo melodías, ritmos, tiempos, y letras, sobre todo letras, o lyrics, como lo prefieran- que se nos quedan grabadas, que nos inyectan una pizca de felicidad, de esperanza, de alegría, ese alguito que nos anima a levantarnos, quizá bailar un poco en el medio de la casa y sin motivo, ante la vista y paciencia de propios y extraños -sobresaltados por nuestra impronta-, o quizás suspirar, reir, llorar, suspirar, o ese clásico hormigueo en la cabeza, ¿no?, esa sensación de presión en el pecho, de una emoción desbordante... Y claro, hay muchas otras maneras de llegar a este éxtasis fugaz, por así decirlo, pero nos vamos a centrar por esta vez -y por muchas más, ya lo verán más adelante- en la música.
Recuerdo vagamente que, cerca de estas fechas, pero en el relativamente lejano -para mí definitivamente- año de 1992, cuando un servidor cursaba el primer año de primaria, participó en una actuación bastante sencilla pero muy emotiva, que incluía la popular canción Que Canten los Niños del siempre entrañable y emotivo José Luis Perales. Aparecí de pronto en el escenario, vestido de huanchaquerito, con un sombrero de paja, camisa blanca, pantalones remangados, descalzo, con los brazos abiertos, una sonrisa de oreja a oreja y dos canastas de pescados, al compás de la canción antes mencionada, en la parte en que uno de los niños canta: "... y yo para que no me ensucien el mar..."
Recuerdo vagamente que, cerca de estas fechas, pero en el relativamente lejano -para mí definitivamente- año de 1992, cuando un servidor cursaba el primer año de primaria, participó en una actuación bastante sencilla pero muy emotiva, que incluía la popular canción Que Canten los Niños del siempre entrañable y emotivo José Luis Perales. Aparecí de pronto en el escenario, vestido de huanchaquerito, con un sombrero de paja, camisa blanca, pantalones remangados, descalzo, con los brazos abiertos, una sonrisa de oreja a oreja y dos canastas de pescados, al compás de la canción antes mencionada, en la parte en que uno de los niños canta: "... y yo para que no me ensucien el mar..."
Portada. Esta es la sencilla portada del sencillo Que Canten los Niños. Una canción maravillosa. Quién sino, José Luis Perales.
Precisamente a ese tipo de reminiscencia hago referencia con estas canciones, capaces de desprendernos siquiera por unos instantes y remontarnos en un viaje por nuestros recuerdos, por emociones, acciones pasadas, la nostalgia, pero asimilada positivamente, puesto que al terminar la canción esa nostalgia se transforma en una energía difícil de explicar, que recorre nuestras venas y nos llena de positivismo, nos despeja un poco la mente, nos libera un poco de la presión. Es evidente que estas sensaciones corresponden a un grupo particular, determinado, de canciones. Cuando uno escucha una buena canción, puede o bien sentirse simplemente conmovido por la canción misma en sí, o puede también sentirse identificado con ella por su contenido, como el lector que, contento, sonríe al verse identificado con este u otro personaje de la novela de cabecera.
He escogido, como es obvio por el ejemplo, -como pude haber escogido cualquier reminiscencia posible- aquella reminiscencia a la niñez. Y esto responde a una idea que he estado masticando desde hace ya algún tiempo. Pienso en la idea de trabajar una terapia -motivacional, quizás, o tal vez clínica; como la idea se halla todavía en la nebulosa de la precocidad, es evidente que vislumbrar un objetivo claro es harto difícil porque faltan hilar conceptos, construirlos, llenar vacíos- apoyada en la música. Es decir, la combinación de la música y una interacción psicológica, que le permita a la persona agobiada por la crudeza de la vida, recuperar en cierta manera esa fuerza, esa energía que necesita para afrontar con buena cara los vestigios de la misma.
Ahora bien, esta idea precoz, como ya la califiqué, puede ser muy flexible, porque no solo la música puede ser esa herramienta amiga que nos permita trabajar con la persona, puede ser la literatura, el arte, el deporte, pueden ser una infinidad de cosas, dependerá, en suma, de la persona. Y la reminiscencia no tiene necesariamente que ser a la niñez -insisto, fue un ejemplo-.
Además, y para terminar, siempre con esta idea presente, quisiera comentarles la creación de un nuevo acápite en este espacio. Algo así como la "Canción de la Semana"-¡con otro título, evidentemente!-, un texto apéndice que incluya la letra de una canción profundamente emotiva, que aparecerá por espacio de una semana y se irá renovando, acompañada tal vez de un midi. Sin embargo, necesito el asesoriamiento de los amigos bloggers más experimentados, ya que no tengo ni la menor idea de como llevar a cabo esta actualización.
He escogido, como es obvio por el ejemplo, -como pude haber escogido cualquier reminiscencia posible- aquella reminiscencia a la niñez. Y esto responde a una idea que he estado masticando desde hace ya algún tiempo. Pienso en la idea de trabajar una terapia -motivacional, quizás, o tal vez clínica; como la idea se halla todavía en la nebulosa de la precocidad, es evidente que vislumbrar un objetivo claro es harto difícil porque faltan hilar conceptos, construirlos, llenar vacíos- apoyada en la música. Es decir, la combinación de la música y una interacción psicológica, que le permita a la persona agobiada por la crudeza de la vida, recuperar en cierta manera esa fuerza, esa energía que necesita para afrontar con buena cara los vestigios de la misma.
Ahora bien, esta idea precoz, como ya la califiqué, puede ser muy flexible, porque no solo la música puede ser esa herramienta amiga que nos permita trabajar con la persona, puede ser la literatura, el arte, el deporte, pueden ser una infinidad de cosas, dependerá, en suma, de la persona. Y la reminiscencia no tiene necesariamente que ser a la niñez -insisto, fue un ejemplo-.
Además, y para terminar, siempre con esta idea presente, quisiera comentarles la creación de un nuevo acápite en este espacio. Algo así como la "Canción de la Semana"-¡con otro título, evidentemente!-, un texto apéndice que incluya la letra de una canción profundamente emotiva, que aparecerá por espacio de una semana y se irá renovando, acompañada tal vez de un midi. Sin embargo, necesito el asesoriamiento de los amigos bloggers más experimentados, ya que no tengo ni la menor idea de como llevar a cabo esta actualización.
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