Se está acusando al APRA de ser el autor intelectual de un boicot en contra de la Regionalización, cuyos objetivos, a gran escala, beneficiarán a todos los peruanos. Ruego ante todos un momento de reflexión. Este es un tema importantísimo, la regionalización no se trata de votar por el sí, simplemente, requiere una planeación objetiva, apoyada en estudios científicos, análisis económicos, sociológicos y antropológicos, cosa que, acéptenlo o no, no se ha hecho a cabalidad. La deserción de Moquegua lo puso de manifiesto.
Se dice que es el APRA el autor de este revés en el progreso, por cuestiones de coyuntura política, de acomodo. Muy aparte del aprismo, yo creo que el trasfondo de todo esto tiene un asidero no tanto político, sino más bien moral, básicamente de coherencia. Yo lo veo así, no sé como ustedes puedan tomarlo. Un plan debe estar correctamente estructurado, esquematizado, elaborado, todo esto claramente definido, por supuesto. Cabe, entonces, la siguiente pregunta: ¿esto se hizo así? Se supone que el gestor de todo esto ha sido el ejecutivo, e, indefectiblemente, la cabeza del ejecutivo es el presidente de la república, quien lejos de haber mostrado su ineptitud en una amplia gama de áreas del saber, sobre todo el de saber comportarse a la altura de su investidura, ha dado dos grandes muestras de su profundo desconocimiento en el tema. Me refiero a sus dos burradas. La primera, el decir que votaría por el sí, que en realidad es una doble burrada, porque abiertamente sentó una opinión, lo que está prohibido, pero esto no es lo más grave, sino que, radicado en Lima hace varios años, él no puede votar, porque a los ciudadanos radicados en Lima no les corresponde votar. La segunda, como para que ya no queden dudas de su soberana estupidez, fue decirle al pueblo cajamarquino que se apreste a votar, cuando todos sabemos que a Cajamarca tampoco le correspondía participar en estos comicios. Queda profundamente claro, entonces, que el presidente no tenía idea del plan.
Por otro lado, dudo mucho que las ventajas del sí hayan calado de manera consistente en las poblaciones a las que les correspondía votar. La gente, más que oponerse a la regionalización, señores, se ha opuesto a la improvización, a la chanfaina politiquera del partido de la chacana por conseguir votos para las próximas elecciones. Nadie creo, en su sano juicio, está en contra de la regionalización, de sobra sabemos todos que unidos tenemos más fuerza. Ya lo dijeron Bolívar y Haya de la Torre. Sin embargo, no podemos dar pasos en falso, el Perú necesita planes organizados, coherentes, claros, y también necesita que los mismos sean difundidos de manera cabal hasta el más lejano confín de la periferia. Todos queremos y auguramos la regionalización, pero queda claro que el Perú no va a tolerar más improvizaciones, el pueblo ya las ha sufrido bastante con gobiernos que no estuvieron a la altura, y me refiero claramente a Alan García, quien junto con Fujimori tuvieron los dos peores gobiernos de la historia, el uno en el ámbito económico, el otro en el moral -y no por ello menos importante, o mejor dicho, o no por ello menos nefasto-.
La regionalización es el futuro, ciertamente. Pero habrá que trabajar mucho para elaborarla de manera consistente. Sé que con comparaciones con el fútbol pareceré un leguleyo más del montón, florero sin remedio, pero si no se comienza a trabajar desde menores, no se puede llegar al mundial. La misma idea se desprende para la regionalización. Hay que trabajar mucho, señores, no se trata de agrupar a la volada 2, 3 o 4 departamentos cercanos y a tontas y a locas convocar a un referéndum para unirlos, se trata de concertar, de elaborar planes de desarrollo, de fomentar focos de cohesión, de encaminar a las futuras regiones a actividades económicas similares o complementarias, para que los antiguos departamentos que las compongan interactúen de manera permanente, se trata de potenciar actividades económicas, permisos, construir carreteras, etc. No es algo de un día para el otro, es todo un plan de desarrollo para el país que requiere de un trabajo mental de un grupo diversificado de profesionales en distintos ámbitos, comandados no solo por el frente político, sino a la par de organizaciones empresariales y sindicales. Queda, entonces, peruanos, mucho por hacer.
Se dice que es el APRA el autor de este revés en el progreso, por cuestiones de coyuntura política, de acomodo. Muy aparte del aprismo, yo creo que el trasfondo de todo esto tiene un asidero no tanto político, sino más bien moral, básicamente de coherencia. Yo lo veo así, no sé como ustedes puedan tomarlo. Un plan debe estar correctamente estructurado, esquematizado, elaborado, todo esto claramente definido, por supuesto. Cabe, entonces, la siguiente pregunta: ¿esto se hizo así? Se supone que el gestor de todo esto ha sido el ejecutivo, e, indefectiblemente, la cabeza del ejecutivo es el presidente de la república, quien lejos de haber mostrado su ineptitud en una amplia gama de áreas del saber, sobre todo el de saber comportarse a la altura de su investidura, ha dado dos grandes muestras de su profundo desconocimiento en el tema. Me refiero a sus dos burradas. La primera, el decir que votaría por el sí, que en realidad es una doble burrada, porque abiertamente sentó una opinión, lo que está prohibido, pero esto no es lo más grave, sino que, radicado en Lima hace varios años, él no puede votar, porque a los ciudadanos radicados en Lima no les corresponde votar. La segunda, como para que ya no queden dudas de su soberana estupidez, fue decirle al pueblo cajamarquino que se apreste a votar, cuando todos sabemos que a Cajamarca tampoco le correspondía participar en estos comicios. Queda profundamente claro, entonces, que el presidente no tenía idea del plan.
Por otro lado, dudo mucho que las ventajas del sí hayan calado de manera consistente en las poblaciones a las que les correspondía votar. La gente, más que oponerse a la regionalización, señores, se ha opuesto a la improvización, a la chanfaina politiquera del partido de la chacana por conseguir votos para las próximas elecciones. Nadie creo, en su sano juicio, está en contra de la regionalización, de sobra sabemos todos que unidos tenemos más fuerza. Ya lo dijeron Bolívar y Haya de la Torre. Sin embargo, no podemos dar pasos en falso, el Perú necesita planes organizados, coherentes, claros, y también necesita que los mismos sean difundidos de manera cabal hasta el más lejano confín de la periferia. Todos queremos y auguramos la regionalización, pero queda claro que el Perú no va a tolerar más improvizaciones, el pueblo ya las ha sufrido bastante con gobiernos que no estuvieron a la altura, y me refiero claramente a Alan García, quien junto con Fujimori tuvieron los dos peores gobiernos de la historia, el uno en el ámbito económico, el otro en el moral -y no por ello menos importante, o mejor dicho, o no por ello menos nefasto-.
La regionalización es el futuro, ciertamente. Pero habrá que trabajar mucho para elaborarla de manera consistente. Sé que con comparaciones con el fútbol pareceré un leguleyo más del montón, florero sin remedio, pero si no se comienza a trabajar desde menores, no se puede llegar al mundial. La misma idea se desprende para la regionalización. Hay que trabajar mucho, señores, no se trata de agrupar a la volada 2, 3 o 4 departamentos cercanos y a tontas y a locas convocar a un referéndum para unirlos, se trata de concertar, de elaborar planes de desarrollo, de fomentar focos de cohesión, de encaminar a las futuras regiones a actividades económicas similares o complementarias, para que los antiguos departamentos que las compongan interactúen de manera permanente, se trata de potenciar actividades económicas, permisos, construir carreteras, etc. No es algo de un día para el otro, es todo un plan de desarrollo para el país que requiere de un trabajo mental de un grupo diversificado de profesionales en distintos ámbitos, comandados no solo por el frente político, sino a la par de organizaciones empresariales y sindicales. Queda, entonces, peruanos, mucho por hacer.
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