miércoles, agosto 16, 2006

Canalla


Era mayo del 2005. Un mes antes había echado por la borda una relación difusa que solo me pedía mayor dedicación. Ella no me lo pidió; me lo pidieron sus ojos enamorados, todavía; me lo pidió su sonrisa hasta que se desgastó; me lo pidieron sus manos hasta que se cansaron y no tuvieron fuerzas para retener mis alas cuando opté por la separación. En ese momento no fui verdaderamente conciente del daño que le hacía, del daño que me hacía a mí mismo. Pero cuando uno puede, es un verdadero huevón. Abril fue inconciente. Traté de reparar mi error fijándome en otra persona, pero nada más. Tampoco intenté nada porque en el fondo sabía que solo estaba saliendo de mí mismo. Mayo, entonces, llegó como un mes de levedad. No pensaba, pero no porque no quisiese, sino porque simplemente no pensé. No lo hice de malo. Hay veces en que uno simplemente no se da cuenta de la realidad, aunque ésta agite los brazos ante tus ojos.
Entonces apareció una chica de golpe. Las cosas se dieron incluso más rápido que en la relación anterior. Pese a que me había trazado que lo sexual al momento no llevaba a nada bueno, y que no debía repetir el error. Echado en mi cama, mientras ella me abrazaba mirando a ninguna parte, yo pensaba en que no conocía su nombre completo y que ya conocía más su cuerpo. Movía la cabeza lleno de impotencia, como si hubiera repetido el año por mala conducta. El asco que me dí yo mismo se tradujo en pocas palabras hacia ella. Pocas palabras, además de los besos, y se iba rápidamente para que no nos descubrieran. Pasaron alrededor de 3 meses así, entre una llegada previamente acordada por celular, un desfogue hormonal largo y tendido y una despedida a trompicones, sazonada con el miedo a que nos descubran. Nunca me dijo nada, de si pretendía algo con lo que hacíamos, o solo quería jugar; nada de nada. Seguramente, se cansó de esperar a que yo lo propusiera, y como estaba egoístamente conforme, no lo hice. Por lo menos, al cabo de un mes, logré retener su nombre completo y repetírselo para que no me torciera la cara a bofetadas en medio de la cuestión. Un tiempo después, me reveló que tenía 3 años menos que yo, lo cual me produjo un dolor de cabeza alucinante, y una sensación de culpa no menos importante. Moralmente me sentía tocado, ya no podía sentir ese desprecio por los conocidos que solían meterse con jovencitas. Siempre me había parecido al menos un año menor. Ahí empecé a dudar de la imagen de chica-liberal que me vendía abiertamente.
En julio no toleré más esa situación. Me iba dando cuenta que amaba a la mujer anterior, de a pocos -y la verdad que me dí cuenta mucho tiempo después, pero no viene al caso-, y seguir con esta "relación"-algún nombre tiene que tener- era un mentirle a la primera, a la segunda y sobre todo a mí mismo. Si empezaba a darme cuenta que mis sentimientos por la primera eran verdaderos, no podía continuar con aquello. Con respecto a la segunda, aun así no hubiera estado interesado en la primera, la relación que sosteníamos no estaba bien. No seríamos, sin duda, ni los primeros ni los últimos que sostuviéramos una relación de ese tipo, relación tan dudosa que hasta dudo en rotularla así, pero no era una justificación para el asco que sentía por mí mismo. Así que le dije que teníamos que parar. Y fallamos, aunque un par de veces en varios meses.
Finalmente tuvimos una de esas peleas estúpidas que solo se pueden dar por messenger porque no hay lenguaje no verbal para auxiliarnos, varios meses después de la última vez. No volvimos a hablar hasta hace poco, que le envié un mail diciéndole que no podíamos simplemente dejar de hablarnos para siempre. Lo tomó a bien y me volvió a agregar. Y volvimos a hablar esporádicamente y de cosas absolutamente triviales, pese a vernos conectados todo el tiempo. Hoy decidí ver su espacio. Le pregunté sobre algunas cosas que evidentemente iban dirigidas hacia mí, algunas con pena, otras con furia. Me dijo que se sorprendía de que revisara SU espacio después de tanto tiempo. Evitó hablar del tema, y ante mi insistencia y sana voluntad de enmienda, "se desconectó". Cómo quisiera decirle que quisiera reparar hasta el último instante de dolor que pueda haber sentido por mi culpa. Como quisiera decirle que ojalá nunca se hubiera topado conmigo. Cómo quisiera decirle que no es que sienta lástima por ella, sino que lo que vivimos, por poco que haya sido, aunque no signifique más nada para ella, y aunque no haya significado nada para mí, igual golpea. Golpea en el alma. Cómo decirle que aunque nada haya sido, quiero tener el resto de mi vida para perdonarnos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

2005 ... 2008... al final todo es circular, todo "se repite", verdad?

Chema dijo...

Ciertamente, para ti también necesito una vida para pedirte disculpas.