sábado, septiembre 24, 2005

¿Preuniversitario o Tradicional?

Estudiar. Problema de difícil solución se ha convertido el colocar al niño en un buen colegio que cumpla todas y cada una de las expectativas de los padres. De un tiempo a esta parte han aparecido colegios enfocados en el ambiente universitario, en contraposición a los colegios tradicionales que ofrecen una formación humanística, holística, y cómo no, tradicional, valga la redundancia.


El día jueves me di con la sorpresa -desagradable, por cierto- que tenía que hacer un trabajo para el día siguiente-el porqué está de mas-, a pesar de que tenía examen de Personalidad a las 8am. Esto sin contar que ese mismo tuve examen de Estadística II(8a-10m), y las prácticas de Desarrollo Humano II(10-12am) y Motivación(3-5pm). Con todo, a las 5pm, y con el poco tiempo apremiante, tenía que enfrentarme a un doble reto, estudiar para el examen de Personalidad y hacer el trabajo de Desarrollo Humano II.

El trabajo consistía en entrevistar a un adolescente de entre 15 y 17 años de edad sobre un tema en particular-preferentemente controversial, como por ejemplo el aborto, la eutanasia, temas de debate, de actualidad, de política, etc-, que demostrara el avance en su desarrollo cognitivo moral. Fue así que escogí el tema de la impaciencia de los jóvenes por entrar a la universidad. El debate con la adolescente de 16 años con la que trabajé -anónima, por cierto- se centró en esa impaciencia de los jóvenes por entrar a la universidad a penas dejar el colegio, el quemar etapas a un paso acelerado, en contraste con el clásico año sabático que se tomaban los adolescentes de las pasadas generaciones, para pensar bien en la profesión a escoger. El debate recayó, luego, en la conveniencia o no de sistemas escolares preuniversitarios o tradicionales. La niña se mostró reacia -aunque con argumentos válidos y convincentes acerca de las facilidades y las virtudes de un sistema de educación preuniversitario, pese a haber estudiado en un colegio tradicional- a la idea de aceptar las deficiencias de un sistema de educación preuniversitario. Yo le planteé la idea de que un colegio tradicional, de formación holística, en cultura, religión, literatura, etc, si bien es cierto no va a permitir ingresar a la universidad con seguridad -como los colegios preuniversitarios-, sí va a ser determinante para el desarrollo de la persona a lo largo de la vida, puesto que una formación holística en valores, nos abre inmediatamente la puerta de la cultura general, la sed del conocimiento y el saber.

Es cierto, los colegios tradicionales no te van a hacer entrar a la universidad, por el sencillo hecho de que ese objetivo específico no es al que apuntan. Los colegios tradicionales ofrecen una amplia gama de conocimientos, y suponen una muy buena elección para los padres, si lo que quieren es que sus hijos se formen holísticamente, en valores, en cultura, en todos los aspectos de la vida. Es evidente que el aporte familiar debe ser tan o más importante que el del colegio -no se trata de delegarle toda la responsabilidad al colegio de la enseñanza de los educandos-, y va a influir de manera determinante en el desarrollo, mas el colegio, en efecto, es una herramienta importantísima de soporte para el desarrollo de los niños y adolescentes.

No quiero menospreciar el aporte que los sistemas educacionales preuniversitarios ofrecen a los adolescentes peruanos; me parece loable el hecho de que cada vez sean más los muchachos que se inscriben, apoyados por sus padres, en estas escuelas con visión universitaria. La creación y proliferación de estos centros responde a esta necesidad de competencia, esa necesidad de avanzar, crecer y competir rápidamente los unos con los otros en pos de la obtención de trabajo, en un país en el que es cada vez más difícil obtenerlo. La idea, para mí, no es mala desde el punto de vista resultadista. Ya los hay profesionales destacados que han cursado sus estudios secundarios en estos colegios, y los hay exitosos y muy destacados. Sin embargo, el punto de vista resultadista es simplemente eso, el resultado, sin tener en cuenta la formación, sin tener en cuenta una serie de aspectos que si bien es cierto, tienen poco o nada que ver con el dinero, tienen mucho que ver con el desarrollo de las personas.

Creo que, y sin ánimos de ser estereotipizador, la niña se vio influenciada por la cosmovisión de su condición social -nivel socio-económico D, Villa El Salvador- tan duramente castigada por la inestabilidad pecuniaria del Perú. Se le notaba que lo que le interesaba era el dinero para escoger su profesión, algo que para mí, si bien es importante, no es trascendental, y claro, yo lo puedo ver así porque no percibo la urgencia de la necesidad. No dudo de la capacidad de la adolescente que entrevisté, la felicité por su gran inteligencia, por el hecho de que a los 16 años ya curse el primer ciclo de estudios generales. Sin embargo, hay diferencias radicales entre nuestras cosmovisiones. Para ella, la formación en letras, es simple y llanamente, una sumatoria de hobbies. Con el análisis de la entrevista, comprobé que, por lo menos en esta última acotación, la adolescente se vio influenciada en sus padres.

Como justificación a la elección de colegios preuniversitarios podríamos decir que, si usted quiere asegurar el ingreso de su hijo a la universidad, esta es una opción importante, a tener en cuenta, dado que el sistema ha experimentado unas mejoras -según me dijo la chica entrevistada- que no solo garantizan este ingreso, sino que focalizan la enseñanza en la especialidad que su hijo desee seguir en su vida universitaria.

La chica entrevistada, así como mucha gente, dice que lo que brindan los colegios tradicionales es accesorio, y que en todo caso, lo pueden desempeñar perfectamente los padres. Yo digo que, para empezar, si es accesorio, como dicen, no va a ser tomado tan en cuenta por los padres. Yo pienso que los colegios tradicionales siguen siendo la mejor opción, puesto que respentan ese ideal holístico al que hemos hecho referencia hasta el cansancio en este post, ese afán tan humano de superarse, de crecer, de expandirse, como el gas, como el aire, en el universo del conocimiento, porque de qué te sirve ser el mejor en una especialidad determinada, si careces de la suficiente formación para siquiera elaborar criterios, manejar conceptos y ser medianamente preparado en otras tantas especialidades. La globalización, yo creo, nos exige un mínimo de sapiencia en diferentes materias. La vida nos exige un sinfín de experiencias. En el mundo de hoy no se pide ser un experto, realmente, lo que se pide es ser una persona cabalmente completa, preparada, rica en virtudes, rica en conocimiento, rica en humanidad.

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