Zumbidos.
Zumbidos en mi cabeza.
Y unas enormes ganas de escribir, leer y tocar guitarra.
Y otra vez el zumbido y el dolor. Mareos.
Y ahora el descanso.
Reposo.
Rutina interminable, y falta una semana más.
Ya me estoy hartando, ya me estoy cansando.
No lo soporto, pero primero es mi salud.
Me escapé un momento, pero debo regresar al lecho.
Y se me vienen a la mente los cuatro días de sábanas y batas blancas, recipientes y sueros.
Analgésicos, jeringas, puntos. Anestesias, doctores y algodones.
Y unos agradables seres humanos que comparten la doctrina Patch Adams: la sonrisa y el calor humano. Elizabeth, Ana Rocío y Rosa María, las mejores enfermeras del mundo.
Y sigue el punzante dolor, maldito.
Y vuelvo a la cama. Una semana más.
2 comentarios:
regresas má fuerte
por eso ese descanso, para personas como tu debe ser feo tar asi, para mi tb lo admito, pero por algo tas asi
pa tar mucho mejor luego!
Dicen que los golpes te enseñan. Y sí, no se equivocan. Ouch. Gracias por compartir este espacio, muchachos.
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