Y vuelves a escribir y te leo, te escucho y hasta recuerdo tu tacto y olor. Y vuelves a aparecer, me sigues sorprendiendo. Te fuiste pero nunca te dejé de ver, ahí, escondida en el recuerdo más sublime, allá, deambulante en cada rincón que alguna vez compartimos, por el que ahora paso y me sabe a gris. Y regresas y me gustaría decirte tantas cosas y una sola. Que te amo tanto que ese amor es en sí mismo algo que ya no se circunscribe a razones, motivos, justificaciones, un amor que no busca ni espera nada, un amor que no olvidaré jamás. Pero por sobre todo, que solo quiero verte feliz, no importa cómo, así sea en la infelicidad de obviarte, de negarte, de guardarme. Siento que ya gané, que no he perdido, porque este amor es maravilloso y me conmueve a diario. Y ahora regresas y yo callaré, y si me miras no te responderé. Y ahora regresas y no te espero, aunque, para qué negarlo, me muero de miedo.
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