viernes, abril 02, 2010

Hipócrita e impertinente

Fuente: El Otorongo.

Del aval de la Iglesia Católica a través del silencio de tantos años de Ratzinger para con los terribles casos de pedofilia a lo largo del orbe no dice nada. Tampoco se entromete en asuntos que atañen a la corrupción y la política, como los escándalos de los petroaudios y Crousillat. ¿Dónde estaba el defensor de la moralidad y de las buenas costumbres entonces? ¿Es que acaso la moralidad solo tiene que ver con temáticas sexuales y las restricciones que pretende mantener el conservadurismo peruano frente a la planificación familiar y la vida sexual responsable? ¿No será acaso que no quiere meterse en asuntos que comprometan su siempre buena relación con el poder político?




El cardenal de Lima Juan Luis Cipriani se comporta muy hipócritamente. Solo utiliza su poder mediático para intentar bajarle el dedo a un ministro que no hace más que cumplir a cabalidad con su trabajo, que emplazó a un TC intransigente: rechazando un fallo estúpido de un conjunto de viejos igualmente estúpidos, faltos de criterio y de realidad social, que pretenden cercenar la libertad de los más oprimidos. Porque lamentablemente eso es lo que significa pragmáticamente la no repartición gratuita de la píldora mal llamada del día siguiente. Significa que solo los que tienen dinero podrán comprar la píldora y los otros que se aguanten. Si uno es pobre entonces deberá ser buen cristiano y tener abstinencia sexual, que es el único medio efectivo anticonceptivo que podría costear con esta lógica. En realidad es una fórmula de discriminación por la que abogan Cipriani y el tribunal constitucional.




Además, Cipriani parece obnubilado por el poder mediático que cree tener. Claro, como está acostumbrado a tener buenas relaciones con el poder político -en los casos de corrupción nunca dice ni pío-, siente que puede abiertamente recomendar que se saque a un ministro de estado. Si fue o no un exceso que se le tildara de impertinente en vísperas de la semana santa, bueno pues, realmente fue impertinente, porque la Iglesia y el estado son poderes independientes, y él no tiene nada que hacer en el nombramiento de ministros de estado.




Tan desubicado está últimamente el señor cardenal que otros representantes de la Iglesia se han atrevido a criticarlo en los propios medios de comunicación. Si Cipriani decide meterse en asuntos sexuales con tanta autoridad, debería, creo yo, preocuparse también por la corrupción, que definitivamente es un pecado terrible, que merece pronunciamiento de tamaña investidura. No sea hipócrita, señor cardenal. No se calle. No hable solo sobre lo que le conviene decir, o se calle sobre no le conviene decir, que a fin de cuentas es lo mismo. ¿Qué clase de ejemplo le está dando a usted a la juventud peruana, que necesita ahora más que nunca buenos ejemplos? Si va a tener esa actitud, entonces mejor dedíquese solo a santificar homilías y administrar a su iglesia, que de hipócritas e impertinentes ya estamos hastiados los peruanos. Con razón la Iglesia católica cede cada vez más fuertemente terreno a otras iglesias más abiertas, más inclusivas y democráticas. Con razón la iglesia católica pierde su fuerza, gracias a la cerrazón de representantes tales como el cardenal Cipriani.

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