Nuevamente quedamos en vergüenza a los ojos del mundo. Nuevamente, por más que se trate de un centro o establecimiento comercial grande y supuestamente serio, la incompetencia se cuela por todas partes, y el caos reina. Tal parece que es inherente a nosotros mismos. Tal parece que la estupidez es una enfermedad constante, remanente, que no nos quiere soltar pese a la bonanza económica que nos impulsa como el pequeño dragoncito sudamericano.
Mi primo es fanático de Sodastereo, tanto así que consiguió su entrada para el concierto de apertura de esta famosa banda argentina en Buenos Aires el mismo día en que se pusieron a la venta las entradas para el mismo. De hecho, había pasado apenas una hora, aproximadamente. No contento con este privilegio que tan solo otras 80 mil personas tendrán en el mundo, vio con buenos ojos la concreción de la gira de este grupo por Lima, por lo que se dispuso a comprar su entrada el día de hoy. Pero no contaba con la poca astucia y la imbecilidad, la incompetencia, la mediocridad de Teleticket. De ripley, sin duda, y también de Ripley.
Como trabaja, mi primo me pidió que lo supliera en la espera por la tarde, que no tengo clase, desde las 2pm, porque tenía que regresar a la chamba. Así lo hice, llevando un libro, pensando que la espera era regular, y no imaginándome lo que me esperaba -valga la redundancia-. Cuando llegué a hacerle el relevo, minutos antes de las 2pm, el lugar era un caos. La gente gritaba descontrolada. Los encargados no se apersonaban. Todo era desinformación e incertidumbre. Empujones, lisuras. Empecé a hacer mis averiguaciones, recogiendo algunas opiniones al respecto, que vertiré a continuación.
Mucha gente llegó temprano, antes de las 10 de la mañana a las inmediaciones de Ripley en el Jockey Plaza. A toda la gente que quería comprar entradas con su tarjeta Ripley se les daba un ticket, para que hagan cola hasta el tercer piso. Una vez allí, habrían de esperar cerca al puesto de venta. Sin embargo, no hubo ningún tipo de señalización. Nadie tuvo un mínimo de criterio como para advertir que la cosa podría salirse de las manos -como curiosamente SIEMPRE sucede en el Perú-.
Por otro lado, el puesto de venta, programado a las 10am, empezó a vender a las 11. Sí, genial. Pero eso no es todo, como ya han de esperarse si vivimos en este fin de mundo. El sistema, con apenas 7 minutos de puesto en circulación, colapsó. Bravo. La cola comenzó a estancarse, las personas a amontonarse. Entonces apareció Defensa Civil y empezó a sacar a la gente. Se les dio otro ticket, otro ticket, sí, otro ticket -y en negrita- y se les mandó afuera otra vez. ¿En serio? Qué divertido. Ahora bien, dieron estos tickets sin respetar ningún orden, salvo el de la fuerza. Es decir, no tomaron en cuenta a la gente que había hecho su cola civilizadamente hasta ese momento, sino a los vivos que se dispusieron a colarse.
La gente se aburrió de esperar, y se sintió ofendida por la estupidez de Teleticket y sus operarios, así como de vergüenza ajena hacia ellos y hacia Ripley por carecer de un plan de contingencia que permita superar estos inconvenientes, y atender a cerca de 500 personas -algo imposible para tan solo dos cajeros, porque solo a estos reverendos pedazos de animales se les ocurre poner a dos personas para tanta gente-. Por supuesto, y como era de esperarse en situaciones de este tipo, los responsables -representantes de Teleticket- nunca dieron la cara, y los representantes de Ripley se pusieron faltosos. Y eso que no estamos contando que habían personas que el día anterior habían separado su puesto de compra por una oferta relacionada con Motorola y Telefónica, y que estaban adicionándose a la no deleznable cantidad de gente que estaba esperando ser atendida.
Digamos que a las 3pm empezaron a vender las entradas a partir del número A06, teniendo en cuenta que la venta comenzó a las 10 am, o a esa hora debió comenzar. Teniendo en cuenta que habían numerado varías letras hasta el 9 (B, C, D), y que la gente de aquellas se estaba desesperando desde la mañana. A esa hora terminé el libro que había llevado y me fui a comprar alguno para pasar el rato. Digamos que a las 4pm, tan solo se habían vendido 10 entradas más, y yo ya me había familiarizado con dos libros que acababa de adquirir. Digamos que a las 5pm, solo estaban los 40 primeros en la cola. Digamos que a las 6pm mi primo regresó de trabajar y volvió a ponerse a la cola, y que por fin, algunos minutos después pudo comprar las entradas que quería. Digamos que en todo Lima ha pasado igual, y que no es posible que dejemos pasar ésto.
Por lo menos llevé un libro, aunque me dio pena terminarlo en una situación tan infeliz, teniendo en cuenta que se trataba de Camus, de Rieux y de La Peste. Por lo menos pude comprar otros dos textos no menos interesantes. Personalmente, no me agradan los fanáticos, de ningún tipo, en general, menos aún los que habiendo sufrido estas peripecias dicen que vale la pena la espera. Tampoco me agrada el caos, las lisuras y la gente en grupos, porque siempre tienden a descontrolarse y volverse estúpidos. Pero mucho menos me agrada la incompentencia, en este caso de Teleticket y de Ripley. Ojalá que tengan un mínimo de criterio para no pasar vergüenzas de esa naturaleza de aquí en adelante, por favor, porque se supone que estamos creciendo. Se supone.
1 comentario:
Debo decir que todo comenzó hasta las caiguas, a mi gusto, con la idea de iniciar la venta un día de semana, un Jueves, cuando todos trabajamos.
Felizmente llegué a comprar entradas, aún así, la atención en Ripley de San Miguel fue lentísima, los guachimanos se entretuvieron con algunas personas que no encontraron buen sitio, nunca vi encargado alguno de Teleticket. Yo espero que no sea así con Bjork...
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