Inkarri. "El inca derrotado, recuperará su cabeza, y regresará de bajo tierra para tomar lo que es suyo" -parafraseando las enseñanzas sobre el tema que aprendimos en el colegio-. La esperanza del pueblo oprimido. ¿Es la misma que la confianza dada a los caudillos de nuestra historia republicana y a los dictadores de nuestra historia reciente? Trataremos de ver esto someramente.
El problema en la mentalidad.
Nuestra removida actualidad política nos exige inmiscuirnos detenidamente en la misma, como ciudadanos conscientes, responsables, patriotas -sin chauvinismos, ultranacionalismos o fascismos-. Analizar el fenómeno Humala es complejo, porque es un problema que se repite desde hace muchos años con diferentes caras. El pueblo no entiende de razones, señores, esa es la realidad, le duela a quien le duela. Esto porque la farra fiscal, el exceso de sueldos parlamentarios, ministeriales y burocráticos diversos, las obras tardías con marcado aroma preelectoral minaron, minan, y todo parece indicar que seguirán minando el escueto, y por de más ridículo, pobrísimo presupuesto para la Educación. Y es que la educación es el arma del pueblo, por más rojo, socialista, izquierdista que parezca. Si el pueblo se instruye, dejará por fin de preferir panetones, polos y calendarios, parafernalia estúpida y electorera, en vez de propuestas concretas que cimenten, premonicen y alienten un desarrollo sostenido en el tiempo, más allá un periodo presidencial que, autosuficiente, egocentrista y súper figuretti, destruya o reniegue de los avances del gobierno anterior porque "le hace propaganda a su contendor".
Inkarri Moderno. El oportunismo humalista basado en el descrédito -bien ganado, hay que reconocerlo- de la clase política se cuelga de las pulsiones viscerales y poco sesudas del pueblo, apelando a la vigencia de este mito aún vigente en el inconsciente popular peruano.
Es así que, la figura del Outsider, supuesto antisistema, enemigo de la oligarquía y los partidos tradicionales, de la denominada partidocracia -termino acuñado por Fujimori, oh curioso, otro outsider-, sale a la luz y tiene mucha bola, pese a que no cuente con ideas claras, sensatas, sesudas y elaboradas, pese a que sea un reverendo Don Nadie en política, que francamente no sepa donde está parado. Y esta figura del outsider, no les parece, acaso una apelación a la fuerza del caudillo? Están buscando al Chapulín Colorado que pueda defenderlos. ¿Por qué no es lo mismo que en Ecuador o en Bolivia, que el pueblo se siente fuerte y poderoso, y que si no tolera al presidente lo vaca y punto?- no estamos defendiendo estas actitudes, solo criticando la pasividad- ¿Por qué necesitan a un líder que piense por ellos, o que tome la acción por ellos, la iniciativa, y se mantienen en la ingente e inmoral pasividad política? ¿Será que nuestro pasado no-demócrata, caudillista, vertical y autoritario se ha hecho un factor -por no decir tara- genético en el pueblo? ¿Por qué será que solo en democracia el peruano reclama, sale a las calles, bloquea carreteras y prende fuego a las llantas? ¿Por qué siempre, cuando se consulta, prefieren la mano dura del gobernante sátrapa a la concertación y relativa "blandura" de la democracia? El mito del Inkarri sigue vigente, señores. El Inkarri que recupere su cabeza, salga de los escombros y conduzca al pueblo a sus otrora felices años de imperio. Esto no es más que apelar al caudillismo vergonzoso y holgazán del "dame pescados, tengo flojera de aprender a pescar". Entonces, ¿Humala no es eso, el líder antisistema que promete mano dura, y se refunde y confunde en demagogias, esquives y falacias sin esbozar siquiera un proyecto concreto que siente las bases de un desarrollo sostenido? ¿Toledo no representó eso en el 2000, liderando la Marcha de los Cuatro Suyos, autodenominándose el Nuevo Pachacuti, aunque finalmente perdiera la elección, con trafa, claro está? ¿Fujimori no fue eso en los 90's, el dictador que entró blandengue y risueño y que se transformó en el temido 'Chinochet' apenas pisó la Casa de Pizarro? ¿y acaso el pueblo no festejaba, con demencial masoquismo, pese a la recesión, los abusos del dictador?
Chinochet. El outsider de 1990 concentró el poder de las fuerzas armadas, domeñándolas a placer, conjuntamente con su inseparable' doc' Montesinos. Humala dice que cuenta con el apoyo de las FFAA si es que las tachas contra su candidatura proceden. ¿Golpe? -se preguntan los suspicaces-.
El problema en los partidos políticos.
El pez en la tierra. Vargas Llosa murió como el pescado, por la boca, prefiriendo lanzarse contra el partido aprista e instándolo a votar por el outsider -aparentemente mesurado- Fujimori. La brecha se hace cada vez más grande entre los partidos políticos. Sus intereses prevalecen antes que el objetivo común: el bienestar del país. Esto lo aprovechan los outsiders -dícese Humala-.
En 1990, luego de una equivocada campaña presidencial en la que Vargas Llosa equiparó sus odios viscerales al APRA con sus planes de gobierno, encaminó al pueblo aprista a votar por el candidato nuevo, un chinito simpaticón y callado, de aspecto inofensivo y expresión mesurada, sonrisa y carácter aparentemente blandengue. Vargas Llosa desestimó al APRA, creyó falsamente que lléndose de lleno contra ella obtendría la victoria, y no se fijó que pese al catastrófico gobierno de Alan García, Luis Alva Castro obtuvo la tercera votación en primera vuelta, un nada desestimable 22%, frente a un 4% de Javier Alva Orlandini en 1985, luego del último gobierno de Belaúnde. Es cierto, el APRA decidió el voto a favor del outsider en 1990, y eso no puede ser loable, es en realidad una actitud insensata, como las que han tomado los políticos de los últimos años.
En 2001, contra todo pronóstico -salvo el de las encuestas del partido aprista, que parecen las más serias, dicho sea de paso-, el candidato de la estrella obtuvo la segunda plaza en segunda vuelta, desplazando a una entonces muy confiada lidereza de Unidad Nacional. Posteriormente, el ANTIAPRISMO decidió el voto en favor del outsider Toledo, con lo que cayó en la misma insensatez aprista de 1990.
En 2001, contra todo pronóstico -salvo el de las encuestas del partido aprista, que parecen las más serias, dicho sea de paso-, el candidato de la estrella obtuvo la segunda plaza en segunda vuelta, desplazando a una entonces muy confiada lidereza de Unidad Nacional. Posteriormente, el ANTIAPRISMO decidió el voto en favor del outsider Toledo, con lo que cayó en la misma insensatez aprista de 1990.
Pachacuti blanqueado. El pueblo, que a rabiar aplaudió a Toledo creyéndolo el mesías indio, -Inkarri- le dio la espalda cuando este se alió con los empresarios. Su 8% de aceptación es más que lamentable -y ciertamente, un justo castigo por sus promesas incumplidas- , y, aunque crecemos, todavía hay problemas internos, sin tomar en cuenta los escándalos familiares, policiales, delicuenciales y morales de sus allegados. La foto es de Arequipa, uno de los lugares donde más lo apoyaron en 2001, y curiosamente, uno de los que más lo vapuleó en su gestión.
El escenario político previo a las elecciones de 2006.
Toledo: la excepción a la regla.
Toledo no llega a ser un outsider propiamente dicho, puesto que no apeló a la fuerza ni a la desestabilización y desestimación del sistema, aunque sí se valió de esa figura para llegar al poder. Toledo supo concertar con los partidos políticos con historia, y no le fue tan mal, pese a que se arrojó al vacío sin paracaídas, en un comienzo. Toledo, aunque no se crea, dio el primer paso. Cada presidente, salvo Toledo y los que provienen de partidos estables-y oh, por fin algo que aplaudirle a 'Pacha', porque fue el primer no representante de partidos tradicionales en no ser un sátrapa-, llega al poder con un aire déspota, soberbio y bilioso. Destruye, entonces, los avances del gobierno anterior focalizándose en sus defectos, errores, y claro, cómo no, delitos. Sin embargo, tanta es su ansia de poder que, su única motivación es llenarse las arcas, él y sus secuaces, en vez de tener al Perú como norte. Entonces, desestima, inopera y avejenta inconclusas las obras a medio terminar de los gobiernos anteriores, porque de ese modo "no les hace propaganda". Con un aire mesiánico se autoproclama el líder de la reconstrucción nacional, patea el tablero y comienza de nuevo, y nuestro país, acongojado, espera cinco años más, mientras nuestros vecinos siguen adelante, varios kilómetros más allá en la carrera del desarrollo -¿ejemplos? Leguía y Fujimori, entre otros-. Entonces, el pueblo siente que los partidarios tradicionales no hacen nada, la prensa ayuda a configurar ese ambiente antipartidario, lo mismo que los outsiders exitosos que llegan al poder, como Fujimori, quien incluso, con terror al monstruo que él mismo creó -terror por los partidos políticos-, cambiaba de camiseta cada elección. Toledo, inteligentemente, supo aprovechar las obras anteriores para encaminar, mal que bien, un desarrollo estable con buen porvenir, si se mantiene éste, claro. Sobre sus errores, todos los conocemos, y ya está de más comentarlos.
Toledo no llega a ser un outsider propiamente dicho, puesto que no apeló a la fuerza ni a la desestabilización y desestimación del sistema, aunque sí se valió de esa figura para llegar al poder. Toledo supo concertar con los partidos políticos con historia, y no le fue tan mal, pese a que se arrojó al vacío sin paracaídas, en un comienzo. Toledo, aunque no se crea, dio el primer paso. Cada presidente, salvo Toledo y los que provienen de partidos estables-y oh, por fin algo que aplaudirle a 'Pacha', porque fue el primer no representante de partidos tradicionales en no ser un sátrapa-, llega al poder con un aire déspota, soberbio y bilioso. Destruye, entonces, los avances del gobierno anterior focalizándose en sus defectos, errores, y claro, cómo no, delitos. Sin embargo, tanta es su ansia de poder que, su única motivación es llenarse las arcas, él y sus secuaces, en vez de tener al Perú como norte. Entonces, desestima, inopera y avejenta inconclusas las obras a medio terminar de los gobiernos anteriores, porque de ese modo "no les hace propaganda". Con un aire mesiánico se autoproclama el líder de la reconstrucción nacional, patea el tablero y comienza de nuevo, y nuestro país, acongojado, espera cinco años más, mientras nuestros vecinos siguen adelante, varios kilómetros más allá en la carrera del desarrollo -¿ejemplos? Leguía y Fujimori, entre otros-. Entonces, el pueblo siente que los partidarios tradicionales no hacen nada, la prensa ayuda a configurar ese ambiente antipartidario, lo mismo que los outsiders exitosos que llegan al poder, como Fujimori, quien incluso, con terror al monstruo que él mismo creó -terror por los partidos políticos-, cambiaba de camiseta cada elección. Toledo, inteligentemente, supo aprovechar las obras anteriores para encaminar, mal que bien, un desarrollo estable con buen porvenir, si se mantiene éste, claro. Sobre sus errores, todos los conocemos, y ya está de más comentarlos.
El escenario político previo a las elecciones de 2006.
Cabe destacar aquí, la incapacidad y la falta de voluntad política real, en pos del bien del país merced a mezquindades, egoísmos y selfcenterismos políticos. La mejor limpia para todos los partidos tradicionales -qué de moda está esta denominación- es una Alianza Multipartidaria Anti-Humala, en la que, los mismos, se comprometan a apostar por la democracia en una eventual segunda vuelta en la que participe este cuestionado elemento, dejando de lado esta necesidad monstruosa de poder, esa codicia desmesurada y eminentemente peligrosa para el país. Esperemos que la superen, porque todo hace presagiar que son tres los escenarios posibles en segunda vuelta, y hay que estar preparado para optar racional y no visceralmente ante ellos -aunque en el Perú nunca se sabe, el outsider suele aparecer en las últimas semanas, y Humala ya tiene varios meses en vitrina y se cae de madurito-:
1. Lourdes-Humala. El más esperado escenario por la opinión pública y los medios de prensa, situaría a la lidereza de unidad nacional y el representante del antisistema en segunda vuelta, con una clara ventaja para Lourdes Flores. En ese escenario el APRA votará por Lourdes, claro está, dados las muestras de concertación y diálogo que ha tenido García primero con Paniagua y luego con la misma Flores Nano. De esta manera, es seguro que tengamos a la primera presidenta de la historia peruana.
2. Lourdes-García. El más esperado escenario para Unidad Nacional, situaría a Lourdes frente a Alan García en segunda vuelta. Este es el escenario menos probable, dada la posición de Humala en las encuestas, en las que figura en el primer lugar. De todos modos, si este fuera el caso, está clarísimo que el ANTIAPRISMO le daría la victoria a la señorita Lourdes.
3. Humala-García. El menos esperado de los escenarios, y posiblemente, el más desestabilizador y sombrío. No solo está el temor por el humalismo en juego, sino también el odio antiaprista. Confiamos que, en ese escenario, Lourdes y compañía tengan a bien concederle su voto al APRA, pese a su visceral odio por el partido de la estrella -ya lo dijo Lourdes, "con el APRA ni a la esquina".-
1. Lourdes-Humala. El más esperado escenario por la opinión pública y los medios de prensa, situaría a la lidereza de unidad nacional y el representante del antisistema en segunda vuelta, con una clara ventaja para Lourdes Flores. En ese escenario el APRA votará por Lourdes, claro está, dados las muestras de concertación y diálogo que ha tenido García primero con Paniagua y luego con la misma Flores Nano. De esta manera, es seguro que tengamos a la primera presidenta de la historia peruana.
2. Lourdes-García. El más esperado escenario para Unidad Nacional, situaría a Lourdes frente a Alan García en segunda vuelta. Este es el escenario menos probable, dada la posición de Humala en las encuestas, en las que figura en el primer lugar. De todos modos, si este fuera el caso, está clarísimo que el ANTIAPRISMO le daría la victoria a la señorita Lourdes.
3. Humala-García. El menos esperado de los escenarios, y posiblemente, el más desestabilizador y sombrío. No solo está el temor por el humalismo en juego, sino también el odio antiaprista. Confiamos que, en ese escenario, Lourdes y compañía tengan a bien concederle su voto al APRA, pese a su visceral odio por el partido de la estrella -ya lo dijo Lourdes, "con el APRA ni a la esquina".-
Marinera. Esperemos que García y Lourdes limen asperezas, más allá de los ataques sin fundamento, dimes y diretes, golpes bajos, y se pongan a bailar la mejor marinera democrática, en pos de no permitir que el falso Inkarri llegue al poder como el tercer anticristo político, digo, outsider.
¿Cómo desaparecer esas ansias desmesuradas de poder que nos llevan al abismo en vez del debate consensuado? ¿Es que es imposible que la izquierda moderada y la derecha lleguen a un verdadero acuerdo más allá de las cámaras y las sonrisitas hipócritas, que se pongan de una vez la camiseta del Perú y la mano al pecho, juntos, antes de seguir en dimes y diretes que lo único que hacen es fortalecer al antidemocrático outsider Humala? El enemigo principal del outsider es el sistema, los partidos políticos, la estabilidad política y la democracia. No porque estos partidos tradicionales sean malos, como nos quieren hacer creer estos encantadores de serpientes, revolucionarios oportunistas, sino porque la estabilidad de los mismos, la fuerza y el peso, la credibilidad de estos partidos no permite que el Outsider cale. Ya lo demostró Fujimori y su campaña antipartidaria. Durante 10 años este outsider japonés debilitó las instituciones partidarias democráticas, único valuarte real de la democracia. Porque hay que decirlo, los partidos AP, PPC y el APRA, los partidos con historia, son aquellos donde radica la democracia. Y aquí no se desestima a los nuevos partidos, porque es un derecho que tienen de formarse, sino se hace ver que estabilidad de estos partidos va de la mano con la estabilidad política. Con partidos fuertes, la democracia es fuerte, con partidos débiles, la inestabilidad propicia el advenimiento de outsiders mesiánicos que engatusan al pueblo con demagogias punzantes.
Humala promete, entre otras salvajadas, cambios radicales. Cambios radicales, precisamente, cuando nuestro progreso está volviéndose una realidad, cuando nuestro desarrollo por fin parece estar dando frutos, muy lenta, pero realmente. Humala, el tercer outsider de nuestra historia reciente, es, aparentemente, el más peligroso. No se contenta con establecer alianzas politiqueras con Chávez y Morales, sino que incita al pueblo a la revuelta con demagogias y punzadas falaces que jalan al hígado y no a la cabeza. Está apelando al vigente mito de Inkarri, él lo sabe. Sabe que no son necesarias las propuestas, porque el látigo es más contundente, y curiosamente, preferido. Con él al diablo la planificación, el análisis, el programa. Con él al diablo la democracia, la independencia de los poderes del estado y la estabilidad de los partidos políticos.
Cabe a nosotros, los electores, establecer una alianza pro-democracia, Anti-Humala, porque no podemos permitir que otro falso Inkarri asole nuestras aspiraciones, confianzas, voluntades, y porque tampoco vamos a esperar a que lo hagan Lourdes o García -es muy difícil que lo hagan, pero lo esperamos, cómo no-. De todas maneras, la democracia es la que está en juego. Dejémonos de una vez del "Y después, ¿quién?" y focalicémonos en la participación directa, activa y consciente en la política, que nos conscierne a todos; sobre todo a nosotros, los más preparados, ahora que lamentablemente el pueblo sigue sin educarse. Solo la educación del mismo, y para eso se necesitan -qué pena me da decirlo- otros muchos, varios años, de trabajo constante, diligente, permanente, harán que dejemos de creer en estos desfazados inkarríes políticos sin programa, oportunistas improvisados.
Humala promete, entre otras salvajadas, cambios radicales. Cambios radicales, precisamente, cuando nuestro progreso está volviéndose una realidad, cuando nuestro desarrollo por fin parece estar dando frutos, muy lenta, pero realmente. Humala, el tercer outsider de nuestra historia reciente, es, aparentemente, el más peligroso. No se contenta con establecer alianzas politiqueras con Chávez y Morales, sino que incita al pueblo a la revuelta con demagogias y punzadas falaces que jalan al hígado y no a la cabeza. Está apelando al vigente mito de Inkarri, él lo sabe. Sabe que no son necesarias las propuestas, porque el látigo es más contundente, y curiosamente, preferido. Con él al diablo la planificación, el análisis, el programa. Con él al diablo la democracia, la independencia de los poderes del estado y la estabilidad de los partidos políticos.
Cabe a nosotros, los electores, establecer una alianza pro-democracia, Anti-Humala, porque no podemos permitir que otro falso Inkarri asole nuestras aspiraciones, confianzas, voluntades, y porque tampoco vamos a esperar a que lo hagan Lourdes o García -es muy difícil que lo hagan, pero lo esperamos, cómo no-. De todas maneras, la democracia es la que está en juego. Dejémonos de una vez del "Y después, ¿quién?" y focalicémonos en la participación directa, activa y consciente en la política, que nos conscierne a todos; sobre todo a nosotros, los más preparados, ahora que lamentablemente el pueblo sigue sin educarse. Solo la educación del mismo, y para eso se necesitan -qué pena me da decirlo- otros muchos, varios años, de trabajo constante, diligente, permanente, harán que dejemos de creer en estos desfazados inkarríes políticos sin programa, oportunistas improvisados.
Descansa el Chema Político, solo por un momento.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario