jueves, mayo 06, 2010

Apuntes sobre el 'burrondero' Toño Meier

Antonio Meier y una lágrima: su gestión como alcalde.

Gracias a la buena gracia de los muchachos disforzados Bayly y Christian Meier, que se pusieron a barrer el parque El Olivar, el señor Antonio Toño Meier se hizo de las preferencias electorales la pasada campaña de las elecciones municipales. Gracias a ese lamentable incidente que poco tiene que ver con propuestas programáticas o con planes de desarrollo local concertado, cuidado medioambiental, seguridad vial, etc., es que finalmente el representante del movimiento que lidera Rafael Rey se hizo del sillón sanisidrino. Eso sin mencionar la hedionda campaña sucia que realizó la última semana previa a las elecciones municipales pasadas, repartiendo pasquines con tremendos horrores ortográficos contra el ex alcalde Salmón, responsable de que San Isidro sea considerado uno de los mejores distritos de América del Sur.
Gracias a la estupidez reinante en las mentes supérfluas de miles de sanisidrinos repartidos en sus guettos pituquitos es que este alcalde fue elegido. Gracias a las mentes mentecatas y los cerebros sin lustre, gracias a los entes que piensan en la moda, la forma de como evitar a los cholos o la manía de ver las telenovelas colombianas que embrutecen tanto como los diarios de Wolfenson. Gracias a toda esa podredumbre y desperdicio de inteligencia es que Toño Meier ganó. Yo quisiera saber si acaso hubiese tenido oportunidad de ganar las elecciones si él mismo hubiese salido a barrer El Olivar sin apelar a su adonizado hijo. Probablemente no. Menos aún sin el apoyo mediático que recibió cortesía de Jaime Bayly, quien incluso se arrepintió de haber contribuido a su elección.
Su gestión ha pasado como pasan las otoñales hojas caídas en la calle Manuel Fuentes, que continuamente las barren los barrenderos municipales. Tanto así como su gestión, tanto igual, pasará sin dejar rastro, puesto que no tenía un plan real de desarrollo. Porque hizo campaña hablando de cosas supérfluas, como el físico de Christian Meier, y de que iba a regar los parques con agua mineral porque "ay fo, qué feo huele". Porque su gestión es solo ese calzoncillo amarillo que interrumpe el ingreso a El Olivar desde la Avenida Santa Cruz, que supuestamente lo ha puesto para que no pasen los carros y llenen de contaminación los árboles. ¡Qué estupidez tan grande, por dios! ¿Alguien puede decirle a este soberano inepto que la tugurización y el tráfico ocasionado por su gracia generan miles de veces más CO2 que los carros que cortaban camino ingresando normalmente, y sin tráfico, a la vía alterna del parque? Su lógica es tan estúpida como la de los espacios para fumadores y no fumadores: el aire pasa y va a todas partes, es como si tuvieras una piscina y pusieras una maya queriendo separar la zona para orinar y la zona para no orinar. Así que el lindo cuello de botella que armó esperanzado en no contaminar el parque, más bien ayuda a la contaminación de toda la ciudad.
Además, y por si fuera poco, ya comenzó con las tan afamadas obras de embellecimiento, de adoquinamiento. Y por supuesto, nunca avisó ni se preocupó por poner una simple señal de que se van a cortar las vías, por un mínimo de respeto a los vecinos. No, para nada. Uno tiene que ir, ver la obra, voltear y gastarse 20 o 30 minutos valiosos en buscar una ruta alterna y llegar tarde a su trabajo. Y sobre todo lamentarse de vivir en un distrito en el que la gente elige a sus alcaldes por moda, por superficialidad. Qué lamentable que haya gente que pudiendo desasnarse gracias a su capacidad adquisitiva, desperdicie tontamente oportunidades.

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