Si me conocen, sabrán que soy
ateo. Pero el que lo sea no me impide interactuar con creyentes u agnósticos. He trabajado para
un grupo de evangélicos hace algunos años, ayudándolos a reenfocar la misión,
visión y servicios de su organización, asesoro y apoyo actividades de una amiga laica consagrada, y varios de mis mejores amigos y
colaboradores son católicos, budistas o no creyentes. Así, hace un par de semanas se me ocurrió hacer un
doble reto con una amiga protestante, presumiblemente de corte evangélico, que
consistió en que me acompañe a ver la película Teoría del Todo.
Como
contraparte, me planteó que la acompañe a su servicio (una suerte de equivalente de la misa católica, aunque bastante más horizontal y agradable que el promedio de las misas de esta vertiente del cristianismo). Me indicó
que podría tomar apuntes y observar el comportamiento de los seguidores, propuesta tentadora, que es
lo que he hecho y aquí comparto con ustedes.
El servicio se realiza en un
local de Investigación Aeroespacial estatal. La entrada al establecimiento me
genera confianza, pues me atrae la astrofísica y la ciencia en general. Se observan
réplicas de satélites y cohetes, así como fotos tomadas desde la estratósfera
acerca de diferentes valles del país. La ironía y la sorpresa se confunden con
la sonrisa. Un local de ciencia de lunes a viernes, alberga los fines de
semana a exaltados creyentes. Se me dice que este establecimiento es alquilado
los fines de semana desde hace algunos años.
Se
encuentran en el auditorio. Desde afuera se oye música alegre y festiva. Al
entrar, observo mucha pasión tanto en los músicos como en los asistentes. Los unos se encuentran en el escenario
manipulando sus diferentes instrumentos. Es una banda compuesta por un
baterista, un tecladista, un bajista, dos guitarras y 3 vocalistas. El público: individuos que cierran los
ojos, levantan sus manos, algunos cantan a todo pulmón. La letra de la
canción está puesta en un vídeo que acompaña al grupo, cual karaoke pensado para que los
fieles conozcan sus cánticos. Los vocalistas se entregan a la canción
con visible pasión, la misma que es transmitida y contagiada a la concurrencia.
"No somos fieles",
dijo una vocalista, al terminar la primera canción. Rezó en voz alta y luego
guardó silencio por unos segundos. Acto seguido comenzó una nueva canción. Las
canciones son sencillas, de letras acompasadas y cadenciosas, fáciles de
recordar.
Hay padres con sus niños en
brazos. Muchos jóvenes, adultos, familias. Si se observa con detenimiento, cada
uno de los participantes tiene una forma distinta de orar, siempre al compás de
la música. Algunos cantan con fuerza, utilizan sus cuerpos como elementos de
expresión. Dedos que truenan, manos que tamborilean en las butacas, pisadas
rítmicas, brazos levantados que se mueven al compás de la batería. Algunos otros
prefieren la introspección, los ojos cerrados, sentados, agachando la cabeza. Uno
tiene una biblia en sus manos, y se mueve al compás de la música mientras lee; una chica
levanta una sola mano; un señor está sentado con los brazos cruzados y la
cabeza apoyada, etc.
Al terminar la canción, un
joven predicador abre la biblia y recita un verso de Mateo, la parte en la que
Jesús le pide a Pedro que camine con él sobre las aguas (Mt. 14, 22-36). Todo ello con
acompañamiento musical de batería y arpegios de guitarra. Se hace a
continuación la ofrenda (obras de apoyo social) y el diezmo (mantenimiento de la propia iglesia). El grupo está desarrollando un proyecto de apoyo
social en Pamplona Alta. Para ello realizan actividades pro-fondos como
almuerzos, fiestas, entre otros.
Comienza, luego, una lecture acerca de lo que es la fe. El
expositor, distinto al predicador anterior, esboza una definición de fe: “certeza
sobre el futuro y convicción sobre lo invisible basados en el carácter de dios,
el cual es revelado por medio de sus promesas, las cuales están en su palabra”.
(Referencias: Hebreos 4.2; 6.12-13; 10.23; 11.1).
El pastor interactúa con su
audiencia. Pregunta por definiciones personales al respecto de fe, certidumbre
y carácter. Invita a todos los participantes a renovar, ampliar y consolidar su
fe, sobre todo en el actuar, considerando que si no se actúa, si no se hace
algo por los demás, la fe "está muerta".
Mi estancia allí, aunque breve,
me sirvió bastante para reflexionar en torno a la importancia que le tienen las
personas creyentes a la vivencia de sus creencias. Si esto sirve para sacar lo
mejor de las personas, sea bienvenido.
Había
alguna que otra cara conocida, que se me acercaron a saludarme amistosamente, y
otras tantas personas que no conocía y me hicieron sentir como en casa. Luego,
a la salida del culto, departiendo con algunos de los participantes, se me hizo
la obvia pregunta: ¿De qué iglesia eres
tú?. No la rehuí, más bien traté de construir mi respuesta tomando en
consideración lo dicho en el propio culto. Si bien no comparto la creencia en
deidades, sí estoy muy de acuerdo en la necesidad de demostrar con
acciones las convicciones personales. Y por semejantes ideales y consecuencia,
me siento gratificado y presento mis respetos.
Encontrar similitudes y
rescatar los puntos positivos nos hace mejores personas. Después de todo, una
misma humanidad nos congrega a todos al margen de nuestras diferencias: debemos
regocijarnos en la comprensión de nuestra ineludible conexión con nuestro
mundo, con el universo y con los seres vivos. Nuestras diferencias no debieran
suponer obstáculos en la persecución de nuestros objetivos como especie.
Nuestras similitudes, por pequeñas que sean, debieran llevarnos a un diálogo
que nos permita desenvolvernos con ética, tolerancia y respeto por la
diversidad.
Hoy la he pasado muy bien. Debo
reconocer que envidio sanamente el clima que se logra en estos espacios. Me
parecen muy interesantes como escenarios sociales. Mis reparos son frente a
otro tipo de manifestaciones que suelen colisionar con derechos humanos, que no
tienen por qué asociarse directamente a este tipo de prácticas reconfortantes
en el plano espiritual. Esta es, realmente, una forma elevada de exaltación que
ya respetaba, pero que hoy, además, valoré.