El último sábado 29 de octubre Eva Ayllón ofreció un bochornoso espectáculo en el Auditorio del Círculo Militar de Jesús María. A pesar de haber llegado más de dos horas tarde, la ufanada y perfumada morena dijo estar "enferma", que se retrasó en el check-in de su hotel, y que por último, que si no quieren esperar más "pueden irse, que a una cuadra hay varias combis". Este comentario humillante y francamente estúpido ocasionó que más del 30% de asistentes se fueran del espectáculo, la mayoría de ellos personas de la tercera edad que no podían regresar a sus casas pasadas las doce de la noche. Otros tantos, pocos en verdad, se fueron simplemente porque su dignidad pesó más. Pero la mayoría aguantó esta poco menos que mentada de madre de la artista.
Debo incidir en que yo no estuve en este concierto, pero sé de mi primera fuente esta información. Adicionalmente, ustedes pueden corroborar esta información en La Primera, Netjoven, Revista AQPsoluciones y RPP.
En cualquier parte del mundo, uno hubiera podido reclamar el reembolso de su inversión. Se haya o no se haya quedado al concierto, porque se supone que uno va a divertirse a este tipo de eventos, y no a pasar un mal rato, a ser maltratado de esta manera tan infame y absurda. Estoy seguro que todos los que se quedaron de todas maneras se quedaron con un sinsabor, y su inversión (la entrada) no colmó sus expectativas.
Esta señora debería recordar su ascendencia humilde; es impresionante que sea tan alienada para actuar de esta manera desmedida. La plata blanquea, dicen. Falso: eso pasa cuando no hay valores (y ahí su padre puede dar fe de ello), porque gente igual de famosa, que incluso ocupan cargos importantes, siguen conservando la humildad de siempre. Susana Baca, por ejemplo. Susana Baca tiene el doble de fama que Eva Ayllón, el doble de premios, el doble de plata y sobre todo, el doble de humildad que la señora Ayllón.
Pero también es impresionante que tan poco público asistente haya tenido la dignidad de marcharse ante tal bochornoso espectáculo. Yo felizmente no fui al concierto, porque si hubiera ido, hubiera hecho todo lo posible por arengar a la gente a reclamar sus derechos, su dinero concretamente, y sobre todo, su dignidad. Y seguramente hubiera recibido la falangista represalia de los vips. En el Perú todavía parece ser que encajamos todo, como esos periodistas que en lugar de enfrentar al hermano de Bieto Quimper por sus insultos y mentadas de madre, optaron simplemente por reír simiescamente, como si su dignidad fuera lo último que les importara con tal de vender. Esa es, pues, una de las razones por las que estamos como estamos.
Desde aquí expreso mi repudio y rechazo más rotundo a Eva Ayllón. Solo por ello espero que le revienten el timbre de pedidos de golosinas, a pesar de que no simpatice yo con el Halloween. Y porque la señora Ayllón es reincidente en este tipo de exabruptos inaceptables, invito a la gente que gusta de la buena música de esta señora, coteje también que un artista debe ser completo, y parte de esa completud es el respeto al público, al que se supone se deben todos los artistas. Si una artista como Eva Ayllón no trata bien a su público, no merece tener público. Muy poca gente tuvo la dignidad de irse, seguramente porque en el Perú lo primero que falta es dignidad, porque estamos acostumbrados a que los políticos nos roben y nos roben y ya ni siquiera reclamamos, y por el contrario, votamos pensando en "que robe pero que haga obra". Porque estamos acostumbrados a agachar la cabeza y encajar: por eso es que esta mujer, bendecida por la providencia de tener una voz privilegiada -para cantar, no para hablar, porque dice cada disparate-, ofende, humilla y maltrata a placer a su público, en lugar de pedir disculpas por haber llegado tarde a su obligación.
No, señores. No más nos pisen el poncho. Ya está bueno. Recuperemos la dignidad, manifestémosla siempre, antes nieguen sus luces el sol.
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