viernes, abril 06, 2018

Para cojudos, los peruanos

Bombero de la Estación Garibaldi 7 de La Perla. Fuente: Diego Toledo, Peru.com

Un antiguo dicho peruano sentencia burlonamente: "Para cojudos, los bomberos".  En un país en el que la anomia colectiva es el principal de los reglamentos, en el que la falta de respeto por el otro es moneda común, y el voluntariado es tan raro e inusual que las personas que lo practican son considerados "tontos", es bastante saludable que nuestro nuevo presidente sea un bombero voluntario.

Sin embargo, lo curioso y anecdótico es que así como Valentín Paniagua, el ministro de Justicia más joven de la historia del Perú -cuando tenía 26 años en el primer gobierno de Fernando Belaúnde-, y el único presidente de la primavera democrática que todavía vivimos luego de la dictadura de Fujimori que no ha sido investigado -sin contar a Vizcarra-, ambos tienen en común el no haber sido elegidos directamente para el cargo. 

Valentín Paniagua llegó al poder en el año 2000 con una coyuntura política bastante intrincada y complicada luego de que el 19 de noviembre de ese mismo año el dictador Fujimori renunciara por fax desde Japón, luego de mentirle al congreso que iría a Bandar Seri Begawan, capital del sultanato de Brunei, para una cumbre internacional. El que fuera el segundo congresista menos votado terminó asumiendo la presidencia de la república por sus credenciales democráticas innegables, por su experiencia política y por su trayectoria personal intachable. Al punto, que la coalición de fuerzas políticas contrarias al fujimorismo saliente, aceptaron por unanimidad su unción presidencial. 

Paniagua llegó al poder por petición del congreso, luego de la destitución de Martha Hildebrandt como presidente del legislativo luego de la renuncia de Fujimori a la presidencia, renuncia que no fue aceptada y fue vacado por incapacidad moral. La misma suerte siguió Hildebrandt, y como Paniagua fue elegido presidente del congreso, le correspondió ser ungido presidente transitorio el 22 de noviembre de 2000 y hasta 28 de julio de 2001, en que entregó la banda a Alejandro Toledo.

Pero no fue elegido por el pueblo. Ese mismo pueblo que estuvo en un 88% de acuerdo con el cierre del congreso el 5 de abril de 1992, le dio la espalda a Paniagua el 2006 relegándolo al 4to lugar de las preferencias electorales. A Vizcarra tampoco lo elegimos los peruanos.

El primer presidente peruano bombero voluntario ha sido el presidente regional más exitoso que se recuerde, llevando a Moquegua a los mejores estándares en educación, salud y otros. En 2016 integró la plancha presidencial de PPK, y solo asumió la presidencia una vez se desató el escándalo de los Kenjivídeos, en el marco de un segundo pedido de vacancia de Kuczynski desde el congreso de mayoría fujimorista.

Vizcarra cuenta con menos de un mes en el cargo pero goza de una envidiable popularidad de 71.4% en la más reciente encuesta de CPI, mientras que ese congreso fujimorista que destituyó a Kuczynski está por los suelos. Sus credenciales políticas y profesionales son auspiciosas. Pero no es menor resaltar el hecho de que es un bombero voluntario. Retomando el viejo dicho peruano sobre los bomberos, que expresa el mismo desdén por la otredad característico de la criollada peruana, debemos refrasearlo: para cojudos, los peruanos. Los que hablan mal de los voluntarios y no hacen voluntariado, los pendejos, los que no piensan en el otro y nunca reflexionan sobre sus actos y decisiones, los que votan sin pensar en cada elección. 

Tenemos nuevo presidente. Esperemos que ese desprendimiento que le llevó a ser bombero voluntario también le dure con la banda presidencial ceñida al pecho.

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