jueves, agosto 20, 2015

La piña y la señora Dolores



En una esquina conversan la señora Dolores y el joven Raúl. Son las 2 de la tarde de un invierno gris en Lima en una esquina de la avenida Canadá. La señora Dolores corta su piña mientras bromea con el joven Raúl. Amaga un bofetón, que el joven esquiva con dribbling futbolístico. Raúl viene a hacer el mandado del día del administrador del grifo.  Rodajas de piña en bolsita. A Dolores le cae muy bien Raúl, a pesar de las chanzas. Y sobre todo le caen mejor las monedas por su esforzada labor.

Raúl trabaja en el grifo desde las 7. Mientras esquiva el bofetón, su buzo gris completo se confunde con el de la acera cochina. Los colores del logo del grifo están desgastados. Tiene una hija de 3 años, y otra de seis meses. Su mujer trabajaba en una tienda de ropa, pero ahora con los bebes ha logrado poner un puesto de comida en la puerta de su casa en Villa El Salvador.

La avenida Canadá. Las 2 de la tarde. La señora Dolores mastica una rodaja de piña y acomoda su sombrero de tela. Hoy, como todos los días, se despertó a las 4 de la madrugada en su casita en Carabayllo. De ahí se trasladó en bus dos horas hasta la avenida Canadá. Le tomó otra media hora caminar del paradero al almacén, y de éste hasta su esquina junto con el kiosko, y acomodar lo preparado para hoy. Su instalación compitió, como siempre, con el aclare de la mañana.

 A unos metros, tres niñas bromean sentadas en el paradero. Una saborea contenta la piña que le compró a la señora Dolores hace unos minutos. La segunda de ellas saca un cigarrillo y anda buscando entres sus bolsillos un encendedor. La última abre una envoltura de un lollypop de fresa, y la tira hacia la pista. Están en el paradero, pero sus ojos no están pendientes de los buses, sino del horizonte. Miran los automóviles pasar sin detenerse a verlos. En la acera del frente, José y Osvaldo forcejean de broma en la puerta de un taller mecánico, mientras el perro Rony emprende otra quijotezca pelea contra los bólidos impertérritos.

Son casi las 7 de la noche y regreso, por la acera del frente, con dirección hacia mi casa, luego del trabajo de campo de mi tesis. Desde una ventana del bus, observo de nuevo a la infatigable señora Dolores. Y observo que todavía sigue vendiendo su piña a los transeúntes. Ante el paso de los vehículos, resuelvo bajar para comprarle una ración de piña. Me embarga un sentimiento de nostalgia, de pundonor, de empatía, que sobrepasa la avidez de llegar cuanto antes a la comodidad de mi sillón.


Gracias joven, me dice la señora Dolores o como quiera que se llame, sonriendo con sus dientes de oro, con una sonrisa que refleja todos sus años, sus necesidades, sus vicisitudes. La dulce piña solo es un pretexto para hacerle un pequeño homenaje a esta heroína anónima que día a día, sin importar el implacable frío del invierno limeño, monta su puesto en una grisácea avenida capitalina, como un islote a la deriva de la inmensa indiferencia de los transeúntes.

Créditos de la imagen:
http://revistabicentenario.com.mx/wp-content/uploads/2013/09/Captura-de-pantalla-2013-09-04-a-las-20.20.48.png

miércoles, agosto 19, 2015

Una delicada orquídea blanca


¿Cuál es esta flor que acompaña tu mirada?
Parece que fuera una orquídea blanca...
Una delicada orquídea blanca,
que ondea sus pétalos al viento respirando tu belleza,
mientras se anida en tu cabello.

Pero cualquiera que sea la flor, frente a tu prístino candor,
no puede rendir batalla alguna.
De modo que no interesa cuál sea la flor
que acompañe el espectáculo de tu cabello.
Pues siempre será apenas  un envite de tu lindura,
un complemento de tu belleza, un atisbo de tu hermosura.


Créditos de foto:
http://www.elvinilo.es/191-fotomural-orquidea-blanca.html