miércoles, enero 18, 2012

Libertad y cinefilia

Soy cinéfilo. Voy muy de vez en cuando al cine, entre una y dos veces por semana. Solo ahí consumo pop corn por evidente monería, vencido por el potencial adictivo de la sal y el automatismo de la relación mano-boca. Por un tema de salud ya no consumo este producto, pero tampoco es que existan otras opciones saludables en ninguno de los cines nacionales. Si uno no pide pop corn, las otras opciones son nachos, churros, embutidos con papitas al hilo y chocolates. ¿Y las bebidas? Tampoco hay mucho que escoger, seguramente porque los gigantes Coca Cola y Pepsi no lo permiten. Recién hace un par de años se está vendiendo chicha morada, pero cualquiera se da cuenta que es la Chicha Selva o Gloria, es decir, no hay verdadero interés en la calidad del producto, en la salud del consumidor, sino por supuesto, en cómo vendo y me ahorro más.


Los que queremos ir al cine y seguir con nuestra dieta o cuidados no tenemos muchas opciones. Estamos obligados a pasar en bolsas negras nuestros pinkberrys y esperar hasta que los vendedores de segunda línea, que Cineplanet envía antes de comenzar la película, se hayan retirado por fin. Como consumidor estoy cansado de tener que andar escondiendo cancha serrana, pinkberrys, jugos y otras opciones más saludables y caseras.


¿Es que no es posible que las empresas de cine diversifiquen un poco mejor sus ofertas de consumo dando alternativas más saludables? ¿No es posible que en la era de las grandes corporaciones y las redes se les ocurra hacer convenios con Pinkberry para comer algo saludable y no pop corn con vasos de gaseosa con 17 cucharadas de azúcar por cada medio litro? ¿Es que tengo que hacerme mi propio cine para comer canchita serrana con chifles, o seguir pasando con bolsas oscuras como si fuera a robar? ¡No me joroben con la libertad de empresa, cuando están atentando contra mi libertad de consumo (de buen consumo).

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