miércoles, octubre 26, 2011

Universitario: Descender con decencia

Soy un fanático de Universitario de Deportes, el equipo de fútbol peruano con más garra, pasión y coraje al enfrentar los partidos. Un equipo que no se caracteriza por el juego bonito y el dribleo y gambeteo cabriolezco de otros, sino por el empuje, por el pundonor y el esfuerzo de sus jugadores, que son capaces de revertir situaciones imposibles, en los últimos minutos, capaces de dar la cara internacionalmente en hazañas como la del último jueves frente a Godoy Cruz por la Copa Sudamericana. Y esos gladiadores tienen cinco meses sin recibir un sol por su trabajo. Peor aún, hoy Ruiz de Somocurcio, periodista deportivo, habló de la posibilidad real de que Universitario descienda a segunda división. Esta hipótesis se sustenta en el hecho de que Universitario va a perder todos los puntos que quedan, y si los últimos puestos de la tabla -CNI y Alianza Atlético concretamente- se ponen las pilas, matemáticamente pueden superar a U.

Yo que, trabajando en una ONG por el desarrollo social de mi país recibo un sueldo bastante pobre por decir lo menos -porque en el Perú el dedicarse a otros es la última rueda del coche-, que además vivo independientemente y que sé lo que cuesta un taxi y prefiero caminar o tomar dos combis para ahorrar alguito, compadezco a las personas detrás de esa dura realidad que es estar impago (desde el punto de vista económico, pero también desde el anímico y emocional). Mal que bien, yo siempre recibo mi sueldo puntualmente, tanto en la Universidad en la que soy jefe de práctica como en la ONG donde trabajo.

Por ello me siento en la obligación de respaldar a los jugadores de mi equipo en su decisión de no firmar ellos mismos sus planillas, porque no es admisible que una tira de improvisados funjan de dirigentes. Ellos, que sí reciben su sueldo puntualmente, que embarran cada fecha los 3 puntos que el equipo consigue en la cancha, les reclaman a sus impagos jugadores que firmen sus propias planillas. Con qué cara, me pregunto. Quiero pensar bien, quiero creer que su ineficiencia es producto de su colosal estupidez, que es por ansias de poder que han llegado a tomar las riendas del club, y no por recibir comisiones de la reventa de entradas regaladas a la Trinchera Norte. Quiero pensar que simplemente son un grupo de imbéciles que no saben manejar presupuestos, que no saben planificar, que todo lo que hacen lo hacen a la prepo, sin analizar, sin planificar, sin asumir su responsabilidad. Que contrataron a un montón de figuras sin tener claro cómo es que iban a pagarles. Quiero creer que son tan idiotas que ni siquiera pueden mantener las cuentas en azul bajo el principio de no gastar más de lo que se recibe.

Quiero pensar que comparten esa costumbre tan peruana de zafarse de la responsabilidad, cosa que hicieron, por ejemplo, en el caso Oyarce. Sin embargo, esa y otras actitudes similares en condiciones diferentes son sintomáticas de problemas de fondo: improvisación, falta de profesionalismo, falta de visión, falta de experiencia, falta de tino, pendejada. La falta de una proyección clara de qué se quiere hacer, de cómo se quiere hacer, de cómo se va a evaluar, de cómo se va a financiar, y un largo etcétera.

Ojalá mi querido Universitario descienda -puede hacerlo, si sigue perdiendo puntos en mesa por la estupidez de sus dirigentes-. Ojalá descienda para que los socios tomen por fin consciencia de que se necesita un giro de timón, que es necesario ver las cosas pragmática pero a la vez moralmente: se necesita formalizar las cosas, convertirse en sociedad anónima y establecer metas a largo plazo, pensar las cosas, delimitar responsabilidades y rendiciones de cuentas, pagar los impuestos, planificar el crecimiento y el respeto a los miembros de la institución (¿qué significa no pagarle a la gente, entonces?), definir misión, visión y valores institucionales, sancionar la corrupción.

Ojalá Universitario descienda, para que todos estos incompetentes de la dirigencia se larguen de una puta vez, porque en el colmo de su mediocridad, de seguro que abandonan en los momentos difíciles, así como fácilmente se acoplan a la foto cuando hay éxitos. Ojalá descendamos para atravesar un éxodo de deliberación, donde solo los que amamos a la U de verdad participemos, para planificar con fuerza e inteligencia nuestro destino: seguir siendo el mejor equipo de fútbol del Perú, y uno de los grandes de Sudamérica.

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