domingo, noviembre 07, 2010

Los riesgos del postmodernismo

La humanidad ha llegado a una etapa de su evolución en la que es posible, mediante el uso de la tecnología de avanzada, prevenir una serie de penurias que antes nos hubieran diezmado fácilmente (enfermedades antes incurables, catástrofes naturales antes impredescibles, entre otros). Sin embargo, también es cierto que, a medida que más tecnología es incorporada a la vida diaria por los geeks, los tecnócratas y los desarrolladores, que son los menos; los más que son los usuarios y sus necesidades y dependencias adquiridas van aumentando en esa dependencia, en esa posición tan acomodada del sillón de los Simpsons, donde los Homeros se siguen estupidizando a sí sismos con cervezas y papas fritas.
El problema estriba en que cada vez hay menos mentes brillantes, y cada vez estas mentes brillantes tienen menor difusión, o lo que es lo mismo, esta difusión es opacada por informaciones menos trascendentes. Y es que estos Homeros Simpsons, que como dije son los más, son así mismo bombardeados por medios producidos por dicha tecnología mediática que, en búsqueda constante de ampliar sus universos, viralizan a tal punto sus contenidos, que por ejemplo un sencillo de Lady Gaga es más vista que todos los programas exitosos juntos de la UNICEF en Youtube.
En este mundo de la tecnología y las redes sociales (social media), lo que se vea, y la cantidad de veces que sea visto y difundido, termina siendo más relevante y trascendente que su propio contenido, y eso termina siendo perjudicial y hasta peligroso, porque el hombre es un animal de costumbres, y la costumbre de la ociosidad y la no búsqueda de la trascendencia nos conllevará a una irremediable mediocridad asumida, ¡y peor aún, generalizada!. De eso se aprovechan las grandes empresas que inventan necesidades de productos intrascendentes o fraudulentos (por ejemplo la sucralosa, las vacunas antigripe aviar), pero también los medios de comunicación que quieren vender y vender morbo, cada vez menos fundamentado y de cada vez menos contenido relevante (y más bluff).
De ahí que el incidente de Carlos Cacho sea más popular en el facebook o en el twitter que el triunfo de la selección peruana en el mundial de Surf, hablando de nuestro país. O también, y ya a escala mundial, de que la muerte del Pulpo Paul sea más difundida que la última sacudida mortífera en Indonesia, y que la gente atienda a estúpidas cuestiones como quién será el sucesor del Pulpo Paul y no a prestar algún tipo de ayuda a los damnificados por dicho terremoto.
Otro aspecto fundamental de este postmodernismo es la dictadura de lo políticamente correcto sobre lo políticamente incorrecto. Lo que es políticamente incorrecto jamás debe salir a la luz, mientras que todo debe ser políticamente correcto para tener relevancia mediática. En ese sentido, por ejemplo, la prensa peruana vende el caso de un sacerdote teniendo relaciones con una mujer casada. Todos inmediatamente se cuelgan de la sotana del padre, diciendo que es un criminal y ponchan a la mujer llorando, diciendo que el padre es el mismo diablo, pero a ningún respetable señor periodista se le ocurrió preguntarle a la señora si se sentía mal por serle infiel a su marido con ese diablo. El otro día reía en el comienzo de El Cavernícola con una frase que causó igualmente gracia a toda la concurrencia: "los hombres son todos unos imbéciles". Todos nos reímos, y sobre todo los hombres. Pero hay de alguno que hubiera postulado "las mujeres son imbéciles", inmediatamente hubiera sido tildado de machista, y a nadie le hubiera dado risa. Es políticamente incorrecto señalar los defectos de la mujer infiel que le sacó la vuelta a su marido, pero es absolutamente correcto negarle la condición humana al sacerdote que tuvo relaciones con ella. Además está de moda irse contra la iglesia, pero más de moda está ser feminista. Ahora Alan García utiliza astutamente esta coyuntura para señalar a dedo una candidata sin importarle el pensamiento de sus bases, porque finalmente es mujer, y las mujeres venden. Y ante la protesta pacífica de las bases y la lava de la bandera de Indoamérica manda rociarlos de gases lacrimógenos, mientras por supuesto, eso jamás saldrá en la televisión sino que habrán reportajes acerca de lo buena candidata que es Meche. (Ver: http://lamula.pe/2010/11/07/repelen-con-gases-lacrimogenos-a-militantes-apristas-y-periodistas-frente-a-la-casa-del-pueblo/4510).
Lo peor está por venir si es que nos dejamos llevar, como si fuera una corriente, por el postmodernismo vanalizador de las cosas verdaderamente importantes, amparados en el relativismo puro. La ciencia y el conocimiento no pueden seguir perdiendo terreno frente al neohippismo del new age que promueve, entre otras nimiedades, la dictadura de lo políticamente correcto. La moda debe quedar en la vitrina de las tiendas, y dejar de pervertir las mentes. Que la prensa deje de dar relevancia a locos que van a intentar desaparecer el Colisionador de Hadrones o al Pulpo Paul, o que los intelectuales profesores dejen de criticar en sus leidísismos blogs iniciativas exitosas en campo como la promoción de la cultura de la legalidad solo porque no caben en sus relativistas perspectivas no aplicativas de desarrollo del país (¿y sino cómo pretenden enfrentar el problema del narcotráfico?), o que estudiantes universitarios de esa misma casa de estudios dejen de quejarse del presupuesto que se le asigna a la investigación científica, única fuente comprobada del conocimiento. Son solo algunos ejemplos.
Hagámosle frente a estos riesgos del postmodernismo y utilicemos correctamente los medios que la tecnología nos permite para cosas que realmente valgan la pena. El twitter, el facebook, el youtube, los blogs y tantas otras aplicaciones modernas pueden usarse para difundir y fomentar el conocimiento y el placer por nutrirse de él, y no solo de la viralización emética de Wendy Sulca y la Tigresa del Oriente. Protestemos mientras podamos, antes de que "El Chino", Lady Gaga y el postmodernismo nos inyecte su huxleyano soma que nos duerma en la intrascendencia.