jueves, abril 23, 2009

En páginas amarillas encontraré un discriminador: ¡Mariátegui, Mariátegui, Aldo Mariátegui!

Aldo Mariátegui es un, todavía joven, periodista y director del diario Correo, pero parece que dirigir a tanta gente todavía no le enseña lo más elemental que debe uno aprender como un líder: la humildad. Nadie niega la calidad, la cultura y la inteligencia del buen Aldito, pero parece que esas cualidades no le son suficientes para mitigar su egocentrismo narcicista enormemente adolescente, y su profunda necesidad de diferenciarse de los demás, que no piensan como él, y que abiertamente califica de inferiores. El único de veras "inferior" es el que necesita calificar a los demás por arriba o por debajo, para darle algún valor a tantos vacíos que aparecen cuando tienes una vida sin metas ni aspiraciones, como tantos estúpidos pitucos que abundan en nuestra capital y que hacen poco o nada por nuestro país, menos por sí mismos, puesto que su intrascendente existencia ya está arreglada por el éxito de papi en la vida (véase Dioses).

El día de hoy, Mariátegui publica una trascendental noticia, aduciendo que Hilaria Supa necesita una ayuda para escribir el castellano. Qué relevante en términos de actualidad y necesidad nacional, ¿no? Qué trascendental, Aldito. Diste en el clavo. Hilaria Supa es una congresista del partido nacionalista, no por esto hay que decir indirectamente que es una analfabeta. ¿Por qué tener esa actitud tan típicamente pituca y estúpida de mirarle el "defecto" a los demás en lugar de rescatar lo positivo? Hilaria Supa es una mujer provinciana, ciertamente analfabeta, pero que llegó al Congreso de la República porque el pueblo cuzqueño así lo determinó en las elecciones del 2006. Y está haciendo lo que humanamente puede. Qué importa que escriba mal el castellano, si su idioma madre es el quechua; más bien habría que reconocer su esfuerzo por abrazar una lengua distinta, en un contexto absultamente intolerante como lo demuestra el buen Aldito. ¿Acaso no pasa lo mismo con los turistas alemanes, franceses, estadounidenses que vienen del extranjero y no saben hablar castellano o lo hablan hasta el culo -o es que porque ellos son de ojos azules, de cabello castaño, pasan piola-? Con esto se desbarata la tesis del pituco promedio que dice que el serrano o cholo no aprende el castellano o no lo habla bien porque sencillamente no tiene la capacidad para poder hacerlo. Pensar así: eso es no tener capacidad, es ser un cabal estúpido. Es estúpido que Aldo Mariátegui defienda indirectamente una postura tan idiota y tan estúpida como esta, que no es otra cosa que fijarse en estas pequeñas cosas que diferencian a la "GCU" de la plebe. Así de desatinado ha sido hoy, y la verdad es que muchas veces su pluma rubrica más sentimientos que razones.

Parece que Aldo Mariátegui, esta vez, representa a estos estúpidos pitucos. Aquellos que indirectamente buscan tapar el sol con un dedo, aquellos a los que les revienta ver ponchos, faldas serranas, chullos y los comerciales de la creatividad Inca Cola. Aquellos a los que la pluralidad les apesta tanto porque eso ya les es una postura izquierdista inaceptable por su conspicua necesidad burguesa de blanquearse. Parece que Aldo Mariátegui es uno más de estos repudiables seres humanos que se creen superiores solo por tener el color de piel de un tono más pálido, por tener la suerte de haber tenido educación, de haber tenido redes sociales, de haber tenido en fin oportunidades de salir adelante. Lamentablemente los logros que alcanzó Aldo Mariátegui, sus metas profesionales y personales en la vida no le han mellado esa ignorancia tan absoluta, tan primaria y tan irracional y naturalmente humana: la discriminación, los mecanismos atribucionales que llevan al prejuicio, los heurísticos endógenos. Esperemos que de aquí en adelante, su ignorancia se melle; a todos nos conviene, pues lamentablemente dirige un medio de comunicación, que no es poca cosa.

El idioma, mi estimado Aldito, es un sistema que funciona como el río heraclíteo. Algunas palabras van siendo dejadas de lado, otras van apareciendo según las particuladades de la complejidad lingüística de sus hablantes en determinados contextos culturales, temporales, nacionales, etc. Esto hace a las lenguas, sistemas vivos. Con la escritura puede ocurrir lo mismo, la mayoría de gente escribe en el messenger con abreviaturas y emoticones, y no por eso son menos valiosos o inferiores. Si Hilaria Supa escribe a su manera el castellano, eso no implica que es una persona inferior, sino que en su aprendizaje, así ha podido valerse para poder emplearlo en su beneficio. No hay ningún delito por escribir mal, así que tampoco tendría por qué sancionársele mediáticamente como tú lo has hecho.

Por si acaso, tengo una postura para el tema de fondo que el buen Aldito sugirió: me parece que es necesario implementar una normativa para restringir las posibilidades de acceso a cargos de importancia superlativa como el Congreso de la República, puesto que para mí también es necesario y fundamental que quienes conduzcan el país sean personas con estudios superiores (en realidad de post-grado, porque un título profesional no demuestra esta superioridad de la que tanto se jacta Aldito; por cierto, el estudio de post-grado tampoco lo garantiza, pero por lo menos implica un "esfuerzo por la formación" que faculta a grandes cosas), pero pero de ninguna manera comparto, sino que por el contrario rechazo categórica y enfáticamente la discriminación que Mariátegui eleva a nivel nacional a través de su trinchera.

También me parece pertinente aclarar que no estoy defiendo a Hilaria Supa por pertenecer al partido nacionalista, por favor. El ser de ese partido podría invitar a cualquiera a atacarla, lo cual también estaría mal porque cada uno puede pensar diferente. Yo no apruebo al Partido Nacionalista, me parece una soberana cojudez, y estoy defendiendo a la persona de Hilaria Supa, al grupo humano que representa, no a su partido político. Tampoco soy militante de la izquierda, menos de la derecha. Soy una persona que en todo en mi vida opto por una visión holística, ecléctica y nunca de un solo lado, por considerar un error caer en extremismos.

Ojalá que el tino y la mesura que parece no haber cultivado en su formación erigida en el rechazo a su apellido le lleguen de pronto como por arte de magia y sepa que dirigir un periódico es un cargo de suficiente responsabilidad como para exigir que se cree un dispositivo legal para frenar arrebatos racistas y discriminadores como los que pueril y adolescentemente le aparecen de vez en cuando. Dirigir un periódico es una gran responsabilidad que debe también exigir mucha mesura y tino para con sus contenidos. No es posible que uno dispare sus odios y sus pareceres personales cual bombas de una manera tan impune, se supone que la labor es informar, si el quiere hacer política o tiene una postura política, que sea valiente y la asuma, pero que no venga a montar un diario para informar lo que él quiere informar -opinión no es lo mismo que información-. Esa línea no es la adecuada y él debe saberlo, solo que se deja llevar por sus arrebatos adolescentes y pitucos.

Que se cuide Rafo León con su clásica columna en Caretas de la China Tudela, que Aldo Mariátegui le hace la competencia desde el diario Correo, nada menos que con su propia línea editorial.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A mí lo que me preocupa es el sensacionalismo que se hace en ese diario. sólo le faltan calatas en la portada.

En Correo, el artículo inicia mostrando algo personal, como son los apuntes de borrador o de ayuda memoria de alguien, y utiliza esto de los errores como gancho de atención, secundado por algo que podría ser importante, como los pocos proyectos de ley presentados individualmente por la congresista. Pero bueno, el sensacionalismo consiste en eso, en resaltar cosas no tan importantes, pero sí "muy emocionantes".

El punto también es como hubiera podido recibir este artículo el público. Hubiera sido interesante ver, tal como pretende hacerlo la gente de correo, como el lector común relaciona el uso del quechua con una limitación en el uso del español.