sábado, noviembre 08, 2008

Orión S.A. y el paradigma del cobrador

Creo que la obamanía está contagiando a todos. He visto algo increíble. ¿Es posible que exista en el transporte público limeño, un bus sin cobrador? Hoy día pude comprobarlo, sí. Solo falta comprobar la nueva y obvia pregunta: ¿progresará esta idea, teniendo en cuenta lo que implica? Exploraré un poco las implicancias psicosociales del tema.

Como sabrán los peruchos como yo, en nuestro país no hay taxímetros, sino más bien se tiene que acordar el pasaje previamente a subirse al taxi, pues si te subes ya no puedes regatear, o reacomodar la tarifa, en vista de que el taxista, para protegerse -a veces tambien por puro pendejo-, la sube. Ustedes dirán que esto se da exclusivamente por un tema de atraso, de pobreza; pero yo introduciría, también, un tema que, al analizarlo sesudamente, es inobjetable: en el Perú no existe taxímetros por la pendejería característica de nosotros los peruanos. Un taximetro generaría automáticamente desconfianza en el usuario, pues éste pensaría, por impronta, que el contador de tarifa se encuentra manipulado por el taxista con la intención de inflar el precio del pasaje.

Por esa misma razón, he asumido siempre, también, que el cobrador existe. Para los amigos no peruanos, este enigmático y épico ser que recuerda ciertos personajes tolkenianos por sus formas y modales groseros, sus códigos ininteligibles, sus personalidades inefables -soy conciente de que estoy cayendo en una generalización producto de la experiencia de tantas jornadas; sé también de contadas y honrosas excepciones-, tiene garantizada su existencia en el colorido y folklórico submundo del transporte úblico urbano metropolitano por la misma premisa: la desconfianza en el otro. Supongamos que en un primer momento no existían los buses de transporte público urbano, y de pronto llegan al Perú. Supongamos que su sistema de cobro de pasajes sea el que se usa en todo el mundo conocido -con la excepción de nuestro querido país-, es decir, que el chofer tenga a la mano una manija de cambios para abrir y cerrar las puertas de manera independiente, y sobre todo, cobre él mismo (el chófer) el pasaje, ah, y por si me olvidara de algo importante, que los usuarios tengan la impronta de ir a cumplir con su obligación de pagar sin que alguien los esté vigilando.

Es por esta razón que en el Perú existen los cobradores, o que por lo menos, no funcionen aquí métodos más avanzados y ágiles de intercambio de dinero en estos y otros ámbitos. Sin embargo, la empresa Orión S.A. está dando la hora. Recientemente ha renovado su flota de buses tipo couster, unos modernos vehículos con implementos avanzados de los que no se conocen en el Perú, como por ejemplo el dispositivo para anunciar que se pretende bajar en la esquina sin tener que asesinar la lengua con el conocido "Esquina Bajan" -así sea una sola persona la que baje-. Pero más impresionante, todavía, es que ha incorporado el sistema de cobro de pasajes como parte de las funciones del chófer, lo que agiliza el proceso de intercambio de dinero, pero por supuesto, genera inmediatamente el debate de su pertinencia en nuestro medio, por la tan impopular cultura de Pepe El Vivo, equipo al que el 100% más uno de los peruanos pertenecemos.

Orión S.A. está asumiendo el gran riesgo de sucumbir ante la cultura de Pepe El Vivo que nos domina tan democráticamente. Es cierto que a cualquier empresa le conviene, si sus directivos saben un mínimo de cualquier cosa y no adquirieron sus títulos en las imprentas de Azángaro -el Emporio de la Falsificación en Lima-, que la economía de recursos y de procesos, no solo es igual a más ingresos, sino también a más eficiencia, y también más ahorro, porque no solo se trata de ganar más, sino de gastar menos. El problema es que justamente en nuestro país eso no deja de ser un mero albur, puesto que hay que sortear demasiados incovenientes, principalmente el paradigma del cobrador, y la necesidad de estar observando si los usuarios cumplen con el contrato establecido o no, o, si lo extrapolamos, si cumplimos con los mandatos morales y la ley, o en una palabra: hacemos lo que debe hacerse.

Seguramente los obnubilados mentales de extrema izquierda -en este caso de izquierda, ojo; son obnubilados mentales todos los que caen en extremismos- se mostrarán en contra de esta novedosa propuesta de Orión S.A., aduciendo que se está restándole trabajo a mucha gente. La respuesta a esta cháchara populista, ridículamente colectivista, es muy simple: bien común, desarrollo, progreso, calidad, y sobre todo, la obligación moral de cumplir con lo establecido por ley, por norma, por el deber. Por último, el chófer manipulará el dispositivo de puertas cuando sea menester, y solo por la puerta de entrada, obligando al usuario a cancelar el pago con él y luego pasar a sentarse, como es lo normal en cualquier país del mundo menos aquí -en Bolivia y Tailandia también ocurre esto, pero es intrascendente como su gravitación sociogeopolítica-.

Ojalá le dieran un premio a esta empresa por tener los cojones de atreverse a desafiar el paradigma del cobrador. Ojalá estemos a la altura y dejemos a una empresa como ésta progresar y con ello progresar y aprender todos nosotros.

miércoles, noviembre 05, 2008

El Factor O

Una sonrisa radiante, lágrimas cayendo por mejillas sonrojadas y corazones abiertos, despiertos, remecidos por una vorágine de sentimientos encontrados, sentidos y reivindicadores. Ojos inquietos escuchándole absortos. Mentes atentas a sus palabras de ánimo, de aliento, pero también de cambio, de entrega, de valentía y coraje. Mentes, ojos, corazones, mejillas y sonrisas de todos tipos y colores, de todas formas, reunidos a pesar de ellas y de las altas horas de la noche y el frío. Cientos, miles. Cientos de miles y millones a través de las cámaras, allá lejos, en los confines del orbe, expectantes. Un lema que huele a convicción, a propósito. Una frase que en su simplicidad entrama, por sobre todas las cosas, un reto al conformismo y al conservadurismo, una oposición a la inacción, a la hipocresía, al stablishment de las apariencias y la cojudez endémica a que nos tiene acostumbrada la mediocridad Republicana. Un grito que devuelve la esperanza a todo un pueblo. Yes, we can.

Barack Obama sonríe. Está mucho más que satisfecho, ya hizo historia y varias veces en muy poco tiempo. Es el hombre más importante del mundo, y carga con ello una enorme responsabilidad que asume con desapego, en una mezcla de humildad y firmeza. que no solo cae muy bien ante cámaras y multitudes, sino también en el fuero interno de sus contemporáneos, correligionarios y connacionales. Pero sobre todo carga con todo el optimismo de una nueva generación que ve en la política la posibilidad de reinventar, de proponer y construir sus sueños. Una nueva generación más pensante y conciente de los problemas que sus padres y abuelos generaron en el mundo: la pobreza, la exclusión social, la desigualdad, la segregación, la envidia, el odio, el cinismo antropocéntrico, la contaminación ambiental, entre tantas otras taras mentales, sociales, doctrinales.

Una nueva generación más preocupada por el devenir de la humanidad, que queda demostrada con la enorme afluencia de votantes jóvenes, quienes además donaron en masa a la causa Demócrata, marcharon activamente en todas sus presentaciones, y celebraron el triunfo con jubilosas y sensibles lágrimas de orgullo. Yes, we can. Y es que así sí se puede, por lo menos intentarlo. Así sí puede trabajar de manera tesonera y programática, dinámica y sistemática, escuchando a todos y sobre todo a quien piensa distinto, no tomando a mal lo que venga del otro, ni por debajo ni por encima de lo que uno piense, sino estrictamente en un plano horizontal y humano. Qué momento el que tenemos. Hay que disfrutarlo. Pero cuidado, no podemos dormirnos en su regazo sin cuestionamientos. Nunca más. Esperemos que aquellas lágrimas que brotan de los corazones buenos, marcados por la confianza en un futuro mejor para sus hijos a partir del propio esfuerzo y compromiso con las exigencias históricas de la coyuntura, sea suficiente para plantarle cara al reaccionismo de aquellos que prefieren la guerra, el negocio de las armas y las diferencias sociales, es decir, lo fácil, lo cómodo, lo flojo. Esperemos, también, que la humanidad por fin se muestre a la altura de sus necesidades maduracionales, y que estúpidos revanchistas no desestabilicen más a nadie. Ojalá Obama termine su mandato y no sea asesinado cobardemente como Kennedy, o como el gran líder Martin Luther King.

"By the people, with the people, and for the people." Confieso haberme emocionado con esta frase que recuerda al discurso de Haya de la Torre en la Asamblea Constituyente de 1978. Y es que creo que el ser humano puede llegar a ideas bastante similares sin importar sus diferencias, ideas, ideales e ideologías bastante buenas (y malas también, desde luego), con solo proponérselo, pero eso sí, con una lectura estudiosa, seria y comprometida, a través de un análisis profundo y sistemático de la realidad social y su momento socio-histórico. Yes we can, Mr. President.

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