sábado, diciembre 15, 2007

De monos con uniforme y lobos esteparios

La constatación más tangible de que estamos en el tercer mundo son unos monos con uniforme, popularmente conocidos como cobradores. Cada día están peor. Le faltan el respeto a las señoras, ponen horribles concatenaciones de sonidos a todo volúmen -según ellos es música-, su timbre, tono y locución de voz carecen totalmente de educación, son inherentemente violentos, muchas veces también sucios, y un largo etcétera. Ya no sé si es que leo en los micros por el puro placer de hacerlo, o más bien para no tener que avergonzarme de entrever que esos individuos son de mi misma especie. Por suerte hoy terminé La Hora Azul en la peluquería, ora esperando a que una horrible vieja optimista se esmerara en desafearse, ora evitando que mis ensortijados cabellos húmedos cayeran bailando sobre el referido texto mientras lo leía desentendido del mundo. Y aunque comencé unas horas después, en otro trayecto, otra obra también en el micro, El lobo estepario, me sentí particularmente identificado con el personaje quejumbroso de los excesos de sus isogenotípicos congéneres.

"¡Ah, es difícil encontrar esa huella de dios [la minúscula es mía] en medio de esta vida que llevamos, en medio de este siglo tan contentadizo, tan burgués, tan falto de espiritualidad, a la vista de estas arquitecturas, de estos negocios, de esta política, de estos hombres! ¿Cómo no había yo de ser un lobo estepario y un pobre anacoreta en medio de un mundo, ninguno de cuyos fines comparto, ninguno de cuyos placeres me llama la atención?... ".

"... Y en efecto, si el mundo tiene razón... si esta música de los cafés, estas diversiones en masa, estos hombres americanos contentos con tan poco tienen razón, entonces soy efectivamente el lobo estepario que tantas veces me he llamado, la bestia descarriada en un mundo que le es extraño e incomprensible, que ya no encuentra ni su hogar, ni su ambiente, ni su alimento. ..."

De Adrián Ormache también pude destacar una frase que la utilicé ayer debatiendo con una amiga acerca del financiamiento extranjero y sus posibles motivos ideológico-políticos: los pobres no son buenos por ser pobres. Esa frase tiene mucho de cierta; no se puede hacer, bajo ningún concepto, apriorismos, menos aún cuando tienes que convivir con estos monos con uniforme. Menos mal que está la lectura para intentar disiparse. Aunque sigue la infinita paciencia de soportar las bajezas de todo tipo de entes, conductores, cobradores, peatones, políticos, religiosos, educadores, abogados, etc. Uno no puede sentirse bien cuando, respetuoso de las señales de tránsito, solo cruza, como peatón, -por la línea cebra, por supuesto- cuando el semáforo da rojo; y es a uno al que lo miran como si fuera el que está mal. Lo mismo que cuando pido que bajen los ingentes decibeles en los que los transportistas insisten en mantener sus horribles músicas, lo mismo que al gritarles: "¿Por qué tienen que ensuciar?", con todo derecho, a unos estúpidos contadores que llenan las calles de papeles arrugados por manifestar en su colegio profesional. La humanidad es tan frustrante a veces que uno se siente un lobo estepario inmiscuido en una grisácea y ajena ciudad llena de monos con uniforme.

1 comentario:

Man Ray dijo...

Nada que comentar. Sólo que leí y compartí lo sentido. Como la mayoría de veces.

Saludos.