martes, noviembre 14, 2006

Coprópolis o la ciudad de los simios llamados "cobradores"*

* ¿Hay algo más inútil que las corbatas o los cobradores de combi?
No existe término alguno para describir la naturaleza destos subhumanos patológicos, estas verdaderas bestias sin materia gris, sin conciencia del otro, de la humanidad del otro, sin respeto por la otredad. Gente -si cabe el término- sin valores, sin principios, sin un mínimo de tino, de educación, de cultura; réprobos totales, lúmpenes, animales, animales, animales.
¿Qué maldita enfermedad les hacen golpear los metales de sus autos, realizar silvidos atosigantes, tocar cláxones demenciales? Pareciera que gozaran con el chirriante e insoportable sonido del metal manoteado, de la radio a todo volumen, de los gritos desaforados -de los inútiles cobradores-, de los cláxones impunes -de los choferes-. Pareciera que disfrutaran en ese horrorífero mundo caótico e imposible de corrupción, -puesto que no solo no hay ley o norma que valga para ellos, a no ser que sea la aberración de 'Pepe el vivo'-, transgresión, contaminación y alienación. Qué maldita costumbre de golpear, de gritar, de violar la privacidad del otro, ya sea física -¿no es totalmente inhumano tocarse uno con otro, desconocidos, carajo, como si se tratara de gallinas, de carga, hasta la asfixia? ¿no les molesta, acaso?-, o auralmente -porque la contaminación también se mide en decibeles-. Música estridente, silvidos demenciales de sublenguajes asesudos, gestos simiescos e involutivos, hacinamiento cotidiano amparado en la norma subjetiva, demencial, dantesca del individualismo 100% y el otro 0%.
Ya no soporto más a estos animales. Como me gustaría apagar, como si apretara un swith mágico, mis oídos y abstraerme de este submundo abominable. El maldito tercer mundo. Esta indigencia moral caótica, infernal, de transgresores inciviles retrógrados, insensibles, infrahumanos. Pero yo sí soy humano, yo sí soy peruano, ciudadano y civil, yo sí voy a trabajar por cambiar esta coprópolis.
Aunque, por supuesto, más fácil sería decir -y más sinceramente, además-: Necesito un auto, o por lo menos unos tapones para mis oídos cada vez que subo a estos infiernos en tierra, los necesito urgentemente, ya no los soporto más.

3 comentarios:

Herr Hauptmann dijo...

Sí, hay un término acuñado al menos por estos lares y todo lo que mencionas se resume en: marrón

Y ojo, que no va al color de piel (tema discutido ad infinitum) sino a la actitud de los mismos, digamos que el término va hacia la primera palabra del título de tu post.

Y sí, necesitas un auto. Mi venganza contra ellos fue comprarme uno y no viajar más en sus unidades. No sabes cómo lo disfrutarás.

(por cierto, las corbatas fueron inventadas para tapar los botones de las camisas).

Anónimo dijo...

Todos, o al menos la gran mayoría, detesta a las combis y a los tipos que van pregonando a donde van (cuando hay letreros que te lo indican), como si uno fuese una especie de idiota que no mira o no sabe a donde demonios se dirigen, no sé si merecen todos los calificativos que les haz puesto, ya que, al final de cuentas, es su trabajo, y no les queda otra. Lo cierto sí, es que son personas sin educación, pero ¿qué hacer con eso?. A mi parecer, así el gobierno habrá 10000 escuelas haga lo que sea por mejorar a los peruanos, son una minoría la que verdad aprovecha y sale de su ignorancia, para al menos ser mejores ciudadanos, mejores personas, pero la realidad es otra, y ya todos los conocemos.

¿Sabes cómo puedes desconectarte y no escucharlos?, muy fácil, lo que hice hace mucho tiempo, sal al infernal ruido de Lima con un mp3 o un diskman, y escucha música. Y otra posibilidad: no salgas, esta última elimina todo el problema.

El tener auto no termina con el problema, además de seguir aguantando el ruido, tienes que cargarte con todo el estrés que implica manejar en Lima, ya lo he pasado. Ni modo de elegir caminar, porque no estamos en provincia, salvo, levantarse 3 horas antes de ir a cualquier sitio y comenzar a caminar, claro, seguro y llegas, pero sin zapatos, ropa, cartera, etc., gracias a la delincuencia cada vez creciente en nuestra querida ciudad.

Chema dijo...

Herr. No voy a discutir lo de marrón; es cierto que utilicé el término coprópolis, pero sin ninguna acepción racista implícita. La idea era, simplemente, graficar de alguna manera la sociedad de cerdos platónica hedonista de la cultura que pulula y reina en nuestro país, la de 'Pepe el Vivo'.
Con respecto a lo del carro, en verdad no lo necesito, lo que necesito son tapones para los oídos, porque si manejara ya no tendría ese tiempito de más para leer que siempre aprovecho en los micros -y leer una hora más no está mal para nadie-. No es poco, la verdad, algo más de una hora al día ya es algo. Ahora, lo que más detesto de esto es que, inmerso en la lectura, experimento verdaderos pavores ante la incivilidad repugnante de estos entes infrahumanos que creen 'comunicarse' con golpes a los metales de sus coches. Ni los ogros y orcos tolkenianos son tan brutos.
Para huir de los ponzoñosos y angustiantes ruidos como esos y otros, elijo a veces sacrificar unos soles e irme en taxi, pero la verdad es que uno pierde hasta 20 soles a la semana si elige ese medio de transporte, y no estamos en condición de tirar la plata desta manera. Por supuesto, también elijo irme en taxi porque me considero humano y no pienso apretujarme cual costal de carga con otros individuos que jamás he visto. Pero, pues, no es una solución, sino un escape.
Insisto en que no hay nada más inútil en esta vida que los cobradores y las corbatas. Y eso de taparse los botones de la camisa, bueno, yo no uso camisa.

María José. De ninguna manera son justificación el trabajo o la pobreza misma para que reine la cultura de 'Pepe el Vivo', Pepe el transgresor, Pepe el coimeador, etc. La cultura de 'Pepe el Vivo', una regresión hedonista involutiva y deshumanizante, es justamente lo opuesto a la civilización, a la identidad, a la sociedad, a la moral y a la nación. ¿Hasta cuándo vamos a transgredir las normas y luego reírnos estúpida y homerosimpsonmente, en lugar de avergonzarnos y pensar que pueden haber niños que estén viendo nuestros comportamientos y los copien creyendo que estos están bien? ¿Hasta cuándo vamos a irrespetar la otredad, dejar de mirarla hacia arriba o hacia abajo y en su lugar mirarla en el llano, amistosamente, como prójimo, como igual, como contraparte de un todo que es nuestro país, nuestra sociedad, nuestra nación?
Antes de ponerme a cantar Imagine, en verdad... me despido. Ya postearé sobre estos temas que tanto nos interesan.