miércoles, noviembre 01, 2006

Celebraciones del 31

Algunos brainwashed peruvians todavía hoy salen a pedir caramelos en Jalogüin. Por supuesto, siempre hay algunos que ni siquiera se disfrazan, muchos de los cuales son padres que llevan a sus hijos para que estos pidan por ellos. No quiero ser insensible ni se me entienda mal por esto, pero.. los peruanos tenemos nuestra propia celebración, no tenemos por qué utilizar de pretexto y de préstamo una tradición que no nos corresponde. ¿Un préstamo cultural que solo nos sirve de pretexto para tener más dulces para darles a nuestros hijos? No tenemos que disfrazarnos para mendigar, ¿ah?. No lo creo. Aquí no se celebra una tradición mal masticada de la ancestral cosmovisión céltico-anglosajona. Que tengamos inmediatamente después el feriado por el Día de los Muertos no nos obliga a llenar los establecimientos de telas de araña de materiales ridículos, adornos de calaveras o monstruitos, ni mucho menos uniformes bufonescos de meseros, cajeros y demás personal. Fucking consumismo. Aquí no se comen calabazas. Menos tenemos por qué hacerles caritas. Aquí nacieron Pinglo y Chabuca, carajo. Canción criolla para rato.

Por mi parte, más allá de la polémica suscitada a la celebración del 31 de octubre -siempre habrán aquellos que o con una o con la otra, igual se la pegan-, hoy no celebré. O mejor dicho sí, en verdad que lo hice, y mucho. Mas no a la usanza tradicional; entiéndase, no sucumbí a báquicas francachelas, ni siquiera libé. Terminé de leer un libro fabuloso, que, como hace tiempo no sentía, me hizo revivir el placer por la lectura. El autor, Süskind. El libro, sí, El Perfume. Lo recomiendo, por supuesto. Diré que es sencillamente sensacional, aunque me faltarían palabras para describirlo -una limitación, por cierto, propia del lenguaje, no de los humanos en sí-. Un verdadero orgasmo literario. Y ayer (Lunes 30) , qué suerte la mía, me deleité con El Festín de Babette -en el cine-foro del CEF organizado por Víctor Krebs, en el Auditorio de Humanidades de la PUCP-. Estas dos obras son realmente excepcionales. Nos invitan a replantearnos esa necia idea de que el placer entra solo por los ojos y los oídos. Tenemos cinco sentidos -algunos seis, y los caballeros del zodiaco siete-, y todos sirven para deleitarnos, porque el arte también es fragancia, tacto y sabor, señores.
Celebren, y por supuesto, recuerden que cuentan con los cinco sentidos para ello. Hasta pronto.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

YO celebré... en el colegio de mi hija! Hubo pisco sour, papas rellenas, picarones, y actuación de los niñitos.

Mi Enana salió bailando huaylas. Ya me veías a mí con cámara y videocámara, y mi babero tamaño sábana.

Debí tomar una foto de las mamás. Todas, todas filmando, jajaja!!

Te pasaré un video después... si quieres.

Chema dijo...

Por supuesto, querida Danza. Encantado.