jueves, octubre 12, 2006

"Alianza, amigo, la U está contigo."

Alianza, amigo, la U está contigo... Alianza, amigo, la U está contigo...
Diciembre de 1987. Hinchas de Universitario de Deportes.

Dada la coyuntura, en la que Chichi Valenzuela, con una valentía que ya quisieran tenerla muchos hombres de la política, el deporte y sobre todo de las FFAA, desempolvó uno de los misterios más sórdidos de nuestra historia reciente, no podemos dejar de tocar el tema. De alguna manera nos toca, ya sea más o menos, mucho o poco, más allá de nuestros colores, más allá de nuestras preferencias, nuestras diferencias. Nos toca porque somos seres humanos, nos toca porque ¿a quién no le toca la injusticia, la maldad, la alevosía? No podemos ser indifirentes, a menos que la costumbre de la podredumbre moral nos haya vuelto inmunes a toda reivindicación, a toda manifestación en contra de la transgresión, a todo reclamo por nuestra dignidad. No, no puedo pensar que no nos toque el tema. Se trata de un hecho repudiable, horrible, se trata de seres cobardes, miserables, poco hombres, que encubrieron una negligencia en perjuicio de cuarentitrés individuos, seres humanos como ellos, con familia, con hijos, con padres, con pasado, con futuro, con presente...
Hace un tiempo ya que el fútbol dejó de interesarme como cuando chico, más allá de las pichanguitas de los veranos con los amigos, de leer de vez en cuando la sección deportiva de El Comercio, de zapear por CMD, seguir algún campeonato, ir al estadio muy de vez en cuando pero con los distintivos de siempre, la camiseta, la gorra, la bandera o lo que haya, cualquier cosa, que represente a tu equipo... de seguir viendo los partidos de la selección, cargar la bilis cada vez que cierto grupo de pechofríos se paran titubeantes, con la misma insignia representativa de nuestros héroes, a perder contra panameños, trinitarios, chilenos, etc. En su lugar me empezó, con el tiempo, a interesar la mística que despierta en los hombres y mujeres este tan bien llamado deporte Rey. El ciclo pasado disfruté de la época del mundial, más allá de los partidos en sí, de esa sensación tan particular de sentarse a la mesa con desconocidos y gritar, bromear, reír, como si se tratara de amigos de toda la vida, todos conectados, enganchados, defendiendo, o creyendo defender, ilusoriamente, los colores de las selecciones amigas y hermanas americanas. De cómo el fútbol, quiéraslo o no, está imbrincado en la esencia de lo latinoamericano, lo hispano, el calor, el color, la alegría, el compañerismo, la ilusión, la fe, la mística de nuestros pueblos. Nuestra huella de cultura ancestral, tradicionalista, no individualista, no occidental...
Más allá de ser la U o el Alianza el equipo que goce de las preferencias del cincuenta por ciento más uno de los peruanos, se trata de rivales. ¿y qué es un rival? Podremos decir enemigos, opuestos.. pero podemos pensar un poquito y desentramar... Los rivales son contendores, competidores. Está implícito el respeto por el rival a fin de llamársele tal. Si no existiera un respeto del mismo no se le consideraría la importancia que de hecho tiene, y más allá de los insultos de las barras y de las broncas callejeras, los verdaderos amantes del fútbol, del deporte, y digamos que, los conocedores del hombre mismo, son conscientes que la rivalidad implica un respeto, un aprecio y hasta una consideración especial, que se quiere soterrar, socavar, eludir mediante manifestaciones totalmente contrarias, qué va, pero no rebatir o negar.
Por más hincha de Universitario que haya sido, desde chico, desde que no recuerdo que lo soy, desde siempre, de toda la vida, no puedo no sentirme acongojado por este trágico suceso que Chichi Valenzuela, en el esfuerzo periodístico de su carrera -habría que mencionar a César Hildebrandt Chávez, hijo cómo no del ilustre César Hildebrandt, de tal palo tal astilla- nos recordó y esclareció en el nombre de las víctimas del fatídico accidente del 8 de diciembre de 1987 en los mares de Ventanilla. Me uno, pues, a aquellos buenos hinchas de Universitario, que le dedicaron este cántico al rival eterno, en su momento de mayor dolor, un cántico que refleja este respeto del rival combatiente pero amigo, contendor pero hermano, compatriota y compadre.
Alianza, amigo, la U está contigo.
¿Se lo imaginan ahora? Ahora con las barras bravas en las que se cuelan hordas de pirañitas y terocaleros que a las salidas del estadio se dan un festín con el dinero de las carteras y billeteras de infortunados peatones... ahora cuando existe cada mal hincha, mal rival que, intentando quizá hacer una broma, pretende justificar la muerte destos muchachos por el hecho de ser cag... Háganme el favor, imberbes. Crezcan un poquito. Si bien es cierto no viví, conscientemente al menos, este hecho tan lamentable, me conmovió mucho, y me enorgulleció bastante, cuando alguna vez vi un vídeo en el que los hinchas del Universitario de 1987, no tenían vergüenza en entonar, desde el fondo de sus corazones, un pésame, un abrazo al rival herido, al hermano.
ALIANZA, AMIGO, LA U ESTÁ CONTIGO
Y es que el luto fue de todos, o al menos de todos los que entienden qué significa rival, y qué implica ser rivales.
Se despide el hincha crema de siempre.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

como olvidar ese cantico,
dice que
"asi es el futbol",
esa pasion que une, no importando cosas tan terribles.

un abrazo

Felices Todos dijo...

excelente post

saludos