sábado, junio 17, 2006

Et Lux in Tenebris Luxcet

ambidextro, tra o ambidiestro, tra.
(del lat. ambidexter)
1. adj. Que usa con la misma habilidad la mano izquierda y la derecha, o el pie izquierdo o el derecho.*
Despertar izquierdo. Sirvió, sin duda, y lo fundamentaré en esta breve crónica.


Sobre el accidente.
Hace 3 semanas sucedió. El lunes 28 de mayo, antes de comenzar la práctica de Psicología Experimental, Isabel me buscó y casi me obligó -miento, en realidad me animó; aunque no tuvo que hacer mucho para conseguirlo- a enrolarme entre los 6 únicos estudiantes de Humanidades que enfrentarían a Arquitectura en la primera fecha del torneo de Voley Masculino de las Interfacultades PUCP 2006.

Isabel y yo convencimos a mi jefe de práctica de permitirme salir a jugar, dado que podíamos perder el partido por walkover -como siempre sucede en Humanidades, campeón en wo-. No tenía mucho que perder, porque, a pesar de que tenía un control de lectura como todas las semanas, no había leído -como siempre sucede conmigo-. El profesor me dio el visto bueno, diciendo que me tomaría el control al final de la práctica. Sonrió al contacto visual con mis ojos, percibiendo que yo tenía intenciones de aplazar el examen.

Entonces, enrumbé hacia las canchas. Ubiqué la asignada, tomé una maloliente camiseta grana y calenté para el partido. Como era de esperarse, estuvimos al borde de perder por walkover. Apenas éramos 4 los que sabíamos jugar o que habíamos jugado alguna vez en la vida. Habían, además, dos valientes que se atrevieron a jugar, y dos ridículos que no aguantaron ni 5 minutos en la banca y desaparecieron apenas pudieron. Otro era el panorama para Arquitectura. Si bien tampoco tenía hinchada, los jugadores por lo menos tenían todos una misma camiseta, y no una estrafalaria y combiera fiesta de rojos sangre, camisetas de diario y de la selección de fútbol de Venezuela, además de un par de fieles seguidoras -seguramente enamoradas de los jugadores de Arquitectura-.

Ganamos el primer set sin gente. En el segundo set, que ganaron nuestros rivales, empezaron a llegar las chicas -más que para apoyarnos, para su partido, que venía a continuación-. En ese segundo set ocurrió la desgracia. Una bola larga hacia la derecha, alta, la intenté matar cruzada abajo, con tan mala suerte que le di con el pulgar derecho. Lo peor fue que la pelota pasó, que fue punto. Eso significa que fue fortísimo. Crac.

No había otra, me enderecé el dedo de nuevo -crac crac-, seguí sacando y aguanté hasta el final del partido: si salía perdíamos por wo. Perdimos el segundo set. El tercero casi lo perdimos, pero lo remontamos muy bien. Ganamos y todo era felicidad, abrazos, sonrisas. Pero sentí dolor. Pedí un poco de hielo y regresé a la práctica. No podía escribir. No podía mover el dedo.

Al día siguiente tenía una férula mal puesta y un mal diagnóstico cortesía del seguro contra accidentes PUCP. Soporté una semana y el siguiente martes visité la Clínica Vesalio. No me tomaron una sino 6 radiografías. Me diagnosticaron no luxación sino esguince de tercer grado. Me cambiaron de férula y me recomendaron sumergir el dedo en hielo cada 4 horas por 20 minutos, además de los antinflamatorios y cremas respectivas. Por último, el doctor indicó que la férula la tendría por dos semanas más -es decir, hasta este martes que viene-, y luego una terapia de rehabilitación que tranquilamente podría durar un par de meses.

El tema.
De ahí en adelante volví a usar la mano izquierda para escribir. Se podría decir que reactivé el hemisferio derecho, el anima junguiano, el almacén del arte, la subjetividad y la sensibilidad que hace meses olvidé.

Este jueves no fue la excepción. En plena clase de Seminario sobre Jung percibí una corazonada inobjetable. Era la claridad. Et lux in tenebris luxcet. Al fin decidí mi especialidad, Psicología Social Comunitaria. La luz que alumbra entre las tinieblas de la duda, de la desidia y la pusilanimidad.

Y todo lo demás fue felicidad, una sensación más que agradable, una emotividad que no me cabía en la cavidad toráxica. Terminó la clase y salí a abrazar al mundo de la incontinencia afectiva.

Y aunque el martes volveré a usar la mano derecha, el anima ya aportó más que suficiente, me hizo tomar una decisión que marcará la línea de mi vida los próximos 5-10 años. Abriré campo, Psicología de la Historia, de la Cultura. Identidad. Siento que se me han muerto fantasmas de miedo, de indecisión. Siento que puedo aplicarme, enderezarme, ordenarme. Retorna la armonía, y amo mi decisión.

Notas:
1. ambidextro o ambidiestro. * (cortesía Real Academia Española,
www.rae.es)
2. Con esto también explico el por qué de la tan larga ausencia en el Blog. Pero ya estoy de vuelta. : )

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