domingo, febrero 12, 2006

Nostalgia eremítica

I

Recámara Zafirina

El letargo y la apatía se han vuelto malestares constantes;
me acomodo seguro en el exilio despreocupado de la lectura,
embobado entre historias y cuentos, atormentado por antiguos lamentos
amodorrado y discreto, aunque acongojado y trémulo;
paso los días en mi recámara zafirina.

Mis ojos suelen posarse en las páginas grises,
y tan solo tenues luces ámbar son cómplices de nuestras alianzas
-alianzas con amigos autores en mundos alternos-;
silencios oníricos y obscuridades sublimes,
tan suaves y dispersos en mi recámara zafirina.

Mi existencia se ha reducido a deambular por mi aposento,
y me acompaña la íntima soledad del silencio amigo,
la recatada obscuridad de la noche vecina,
la humilde solemnidad de la luna mezquina,
frecuentes compañeros destos días en mi recámara zafirina.

Días de imaginación, de divagación, de pena,
noches de exaltación, de conmoción, de leva,
tardes de meditación, de ensoñación, de prueba,
vidas y muertes, eternidades efímeras, interminables instantes,
así son los últimos días en mi recámara zafirina.


II

Sol

orgulloso, ampuloso,
bajas ante mí, resplandeciente,
imponente, omnipresente,
me desafías y me rindo.

te detienes y exhibes tu áurea vivacidad,
implacable es tu insondable presencia,
mi sombra juega conmigo y me alienta,
a esperar a mi amiga, tu enemiga.

Ahora bajas y te quieres esconder,
tu vigor se desploma, opaco y difuso, en copas nebulosas y rosadas
te despides y te acompaño con la pluma,
capitulas tú ante mi reto.


III

Hoy me marcho

Desisto, hoy me marcho.
con fuerza tiro las maletas al piso.
con rabia arrojo las ropas adentro.
con pena observo mi departamento desolado.

Lágrimas brotan, y el silencio reina.
La luz tenue, de madrugada, ingresa por las ventanas;
humorosa, la neblina se cuela por las rendijas del balcón,
el sol ha llegado, y los pájaros cantan.

Desisto, hoy me marcho.
con fuerza corro cierres y candados,
con rabia apretujo hacia la pared las valijas impersonales,
con pena apago las luces, cierro las llaves y abro la puerta.

Lágrimas brotan, y el silencio reina.
La lobreguez, titubeante, de la tarde hecha noche, difumina la visibilidad en derredor
sopor en el ambiente cargado, amodorrado, naftalinoso, ya de viejo, ya de guardado,
el sol se ha marchado, y yo parto.


IV

Amarfilada rosa

Amo tu belleza sincera y límpida.
Amo tu simplicidad, tu pureza interna,
la fragancia que despliegan tus cabellos al sol,
selva cobriza, desorden esponjado,
danzando graciosos en el viento.

Amo, incluso, tu entereza admirable,
tu orgullo y tu fortaleza implacables,
enemigos imposibles, contendores irascibles,
el destello que emana de tus ojos,
guijarros de radiante azabache, observándome inquietantes, desafiantes.

Rosa pálida tu piel recuerdo, espinosa,
amarfilada
, tímida y fría, blanca desnudez;
avanzaba yo despacio pero firme, tu silencio no implicaba pasividad,
pues yo no gozaba de la pericia de un viejo,
y tú, aunque embobada por la inexperiencia, no escatimabas el desborde pasional.

Y recuerdo tus besos, tus abrazos,
tus ojos enamorados, tus caricias estilizadas,
tu originalidad, misterio irrepetible,
tu autenticidad, mestizaje sutil,
tu totalidad, producto hermoso.


V

Adiós

Ruge el motor,
parten mis huesos,
se queda mi carne,
se esparce mi sangre.

Parte el bólido,
dejando mis sueños,
llevando mis miedos,
disipando mis anhelos.

Se va el ómnibus,
se disuelve la esencia,
se fragmenta mi solidez,
se aglomera mi desesperanza.

Llega la madrugada,
y el frío castiga hondamente,
mis manos tullidas,
mi pecho sufrido.

Te quedas pero te vas,
me voy, pero me quedo,
y ya no me amas más,
y yo de olvidarte, jamás,
me temo.


VI

Sensibilidad

Soy la bohemia, la fotofobia, el silencio,
la cómplice lobreguez, recatada, sutil,
la noche anacrónica, obscuridad absoluta sin luna.

Soy la arena, la brisa, la pleamar,
las nubes manchadas de áureo difuso,
las aves, la playa, el horizonte distante y tan cercano.

Soy el infante que juega con la arena,
la adolescente que se va a escribir al atardecer,
el loco que toca guitarra a la luna.

Soy el cielo azul serrano, las estepas y los prados,
el viento cariñoso, sosegado, calmo,
el aroma de las flores, fragilidad, la quietud, la paz.

Soy la tierra fértil, solidaria,
la montaña agreste, enigmática, solitaria,
el río caudaloso, límpido, diáfano, restaurador.

Soy el labrador que cuida su terruño,
el picaflor enamorado de los perfumes florales,
el ciervo ligero pastando su libertad.

2 comentarios:

Noelia Ody dijo...

Te quedas pero te vas,
me voy, pero me quedo,
y ya no me amas más,
y yo de olvidarte, jamás,
me temo.


Se quedá en el corazón de uno,pero a la vez se va de nuestra vida. Tratamos de olvidarnos, pero seguimos en el recuerdo. Y aunque sea un amor no correspondido tememos que pase el tiempo y aún aquella persona siga en el recuerdo. Lo bello es que pasará un buen tiempo, no sólo días y semanas, ni mañanas y desveladas; pero todo quedará en el olvido como un grato recuerdo... creéme eso pasará :)

Chema dijo...

Ya pasó mucho tiempo, créeme. Y pasará mucho más, sin duda. Las certezas tardan en serlo, y mucho más en desvanecerse.