jueves, enero 19, 2006

La Noche de Lima

Catedral. Una hermosa vista de la Catedral de Lima en la noche de su aniversario. La iluminación produce un efecto maravilloso, vistoso, imponente. Lima La Hermosa.

Gracias a una iniciativa mía logré una reunión familiar para pasear por el Centro Histórico, en una especie de pequeño homenaje a nuestra tan antigua Ciudad de Los Reyes. Mis padres y hermano estuvieron alegremente de acuerdo, y así, paseamos por las plazas de Armas, San Martín, la Alameda de Los Descalzos y de Chabuca Granda, y el famoso Puente de los Suspiros en Barranco, pasando por la famosa sanguchería Juanito, donde nos pedimos suculentos sánguches de jamón del país, y terminando en un rústico pero muy acogedor restaurante barranquino Toto's, bajo el afamado Puente, al son de valsesitos jaraneros y disfrutando anticuchos, mollejitas, uno que otro pisco sour y algunos picarones. Muy recomendables, dicho sea de paso. Acontinuación, una pequeña crónica del paseito encantador.

Limpia. Los pasajes y calles de Lima tienen otro aspecto: limpio, reluciente, ordenado. Uno pasa y siente en el pecho el orgullo de pertencer a esta ciudad.

Palacio. La estatua de Pizarro habrá sido removida -en una polémica, absurda e insentata actitud del burgomaestre Castañeda-, pero el aguerrido y valiente conquistador no tiene por qué quejarse de la iluminación de Palacio.

Un día como hoy -o ayer, mejor dicho, el paseo fue largo y nocturno-, 18 de Enero de 1535, un motivado Francisco Pizarro funda la Villa de Los Reyes. Ciertamente, en esos tiempos, las cosas eran muy distintas de lo que es ahora: existía una rica vegetación aledaña, una fauna diversificada, los ríos eran caudalosos y agradables, etc. 471 años más tarde, miles de peruanos orgullosos salieron a festejar el aniversario de la capital de distintas maneras.

Nos da la impresión de que, de un tiempo a esta parte, el vecino limeño ha empezado a querer con mayor fervor a su ciudad. La famosa Lima La Horrible se ha vuelto un triste recuerdo del pasado reciente, cuando los ambulantes asolaban el centro histórico y acumulaban montones de basura a placer, y los perros flacos deambulaban sobre los desperdicios. Pocos se ponen ahora a pensar en el cielo panza de burro, en el grisáceo clásico que se impregnaba en todas las locaciones.

Romántica. Al centro de la imagen, la pileta y una pareja de enamorados. Estos y otros tórtolos han advertido de la belleza de la Plaza de Armas -ahora también conocida como la Plaza Mayor-. Los limeños quieren a su ciudad.

Empezamos a notar el trabajo de Andrade y Castañeda. La limpieza y el ornato de la ciudad, por lo menos en el Centro Histórico, han despertado en el inconsciente del vecino promedio, un orgullo y una satisfacción otrora impensada, olvidada. La iluminación y el orden en las plazas principales hacen del Centro Histórico un formidable espacio recreativo y turístico, sin nada que envidiarle a las principales ciudades de la región -de hecho, se muestra incluso más agradable y bonita que ciertas capitales vecinas-.

Municipalidad. Habiendo cumplido su trabajo, la Municipalidad de Lima se da el lujo de ser parte de la iluminación. Ciertamente, no desentona en el ambiente. De hecho, se ve muy bien.


Histórica. La Plaza San Martín no se ha quedado atrás en esta revolución de la limpieza y el orden. Muestra orgullosa sus afanosos ciudados que cautivan a cientos de transeúntes, turistas y enamorados.

Es cierto, los problemas de toda la vida siguen vigentes: la seguridad ciudadana, el tráfico endemoniado y desordenado y la contaminación en determinadas zonas de la Gran Capital. La Alameda de los descalzos, por ejemplo, está muy descuidada y nada vistosa. Falta iluminarla. Sin embargo, pese a ello, la percepción es positiva, se nota el avance. Da gusto, finalmente, pasearse con la familia por el Centro, una actividad que antaño era tan común, que se había convertido en los últimos años en un recuerdo de un pasado distante y mejor...

Lima estuvo de fiesta en su día. Varios miles de personas salieron a las calles a celebrar. Lo comprobamos en el Centro, en el Rímac y en Barranco. Esperemos que ustedes también lo hayan hecho. Y si no ha sido así, con toda confianza, se lo recomendemos. Estamos todavía acostumbrados a presuponer mal con respecto a nuestro país, a desmerecerlo, a desvirtuarlo, a disminuirlo inconscientemente. Que no sean los extranjeros, solamente, los que se lleven una buena impresión. Disfrutemos también nosotros de lo bello de lo nuestro. Aprovechemos una tarde, una noche, en familia, salgamos, paseemos, reconozcamos, recordemos y sorprendámonos. Por sobre todo, enorgullezcámonos de la belleza de lo nuestro, de la majestuosidad de nuestro pasado, de la alegría de nuestra gente, de la riqueza de nuestra cultura, de la calidad de nuestra gastronomía. Visitemos el Centro. Visitemos Lima.

2 comentarios:

Morena dijo...

A mi también me da mucho gusto ver a Lima tan linda. La verdad es que hasta fea, para mi Lima es una maravilla. Estoy muy habituada a la bulla, el smog, el cielo cenizo de invierno y ocasionalmente de verano. Hay muchos lugares bellos en Lima por donde soltar el alma, sacarla a pasear.

Uno de mis rincones favoritos está en Pueblo Libre, la Plaza Bolívar, el museo de Antropología, cerca de la Taberna..lugares romanticones, viejos, tradicionales.

También me agrada la posmodernidad de Miraflores frente al mar o Barranco y su malecón... qué decir de el puente de los suspiros..ah!..suspiro.

Adoro Lima.

Chema dijo...

Dianita, te veo emocionada por nuestra añeja, huachafa, beata y grisácea capital. Esa era la idea del post. En buena cuenta, si no establecer una nueva moda de visitar Lima en su día, haciendo homenaje a sus tantos años de historia, cultura e identidad -empresa difícil-, por lo menos emocionar nuestros alimeñados corazones.
Por ahí te invito un pisquito.