jueves, octubre 27, 2005

Identidad Nacional, parte I

Chema reportándose desde su cubil, aquí las 12:34am.

Pequeño recuento del día:
Hoy estuve dándole al marco teórico del trabajo de Desarrollo Humano II como un reverendo condenado, y ,previamente, hice la transcripción de la entrevista con el sr. Freddy Vásquez, especialista en suicidio y depresión que entrevistamos Maribel, José Ernesto y yo, ayer en el Hospital Honorio Delgado- Hideyo Noguchi. No hubo amanecer para mis cansados ojos, puesto que la transcripción me tomó varias horas, puesto que fue larga y muy productiva. Da gusto encontrar buenos profesionales, y más gusto todavía que te presten su tiempo de una manera tan amable, tan caritativa. Al final logré culminar mi parte del marco teórico. Asistí a la universidad, y entré a la clase de procesos cognitivos. A media clase me salí, puesto que me interesó pasar por el coloquio de Historia que se cursa en el auditorio de Humanidades hasta el viernes.

Ahora entro en el tema del día:
Asistí, pues, a dos de las ponencias del día. La primera -a la que asistí, claro, puesto que era la penúltima del día-, la de las 5pm, La falsa esperanza de una intervención exterior durante la guerra con Chile; y la segunda, la última del día, la mesa a cargo de Liliana Regalado, María Rostworowski y Marco Curatola, cuyo tema interesantísimo fue el siguiente: Elementos Andinos en la construcción de la Identidad Nacional.

Desgraciadamente la suerte no estuvo de mi lado. En la primera ponencia, resulta que el señor expositor, Óscar Palomino Flores, de la UNMSN, no pudo llegar a tiempo por motivos de trabajo, y si bien es cierto se leyó la sumilla y se hizo una crítica constructiva del tema a cargo del siempre encantador Parodi, no fue lo mismo. Y para colmo de males, en la mesa, tampoco pudo asistir la honorabilísima dra. María Rostworowski, y aunque su reemplazante, Juan Ossio, es un gran profesional, nuevamente, no es lo que uno hubiera esperado, claro está. -Aquí no pretendo comparar a la doctora María Rostworowski y al doctor Juan Ossio, sino que, simplemente, uno ya va con una idea y le resulta, pues, algo molesto tener que cambiarla sin más-.

Por lo demás, las ponencias no fueron malas, para nada, de hecho hago el comentario porque me parece importante resaltar el motivo de las mismas. Ambas tocaron un tema importantísimo, que no solo le compete a los profesionales de la historia y la antropología, sino a todos los humanistas, y a todos los peruanos: la identidad nacional.

Sobre La Falsa esperanza de una intervención exterior en la Guerra del Pacífico
Desgraciadamente, al haber llegado tarde, Palomino Flores no pudo exponer, solo se limitó a responder preguntas del público, por lo que su estudio no se pudo apreciar. Sin embargo, pudimos rescatar algunas ideas importantes.

1. Para empezar, una crítica a la alta sociedad de la época, responsable en grueso del fracaso en las negociaciones diplomáticas, en la empresa militar, una sociedad dominante pero no dirigente, una sociedad con una actitud falsaria y decadente, entreguista. Una sociedad que se dedicó a lucrar a expensas del país, pero no a invertir en el mismo, una sociedad que miraba hacia afuera antes que hacia adentro. Ciertamente, hay una apelación de esta "clase dominante" -bien entre comillas- al amparo del mesías extranjero, una esperanza de que las potencias europeas resolverían el conflicto por ellos. Y, en fin, no estuvimos solos, la gente tal vez no lo recuerda, pero, al margen de que Inglaterra equipó, blindó y reforzó la armada chilena, el imperio alemán, en esa época principal enemiga inglesa, hizo lo propio, nos brindó un nada desdeñable aporte bélico. Desde aquí podemos decir que, ciertamente, la guerra del pacífico fue una guerra internacional imperialista.
El paralelismo con nuestros días, aquí, es evidente: se mantiene todavía esa actitud copista, mediocre, esa actitud de calcar modelos del exterior para aplicarlos aquí como vengan, sin tener en cuenta las particularidades de nuestra idiosincrasia, esa dependencia atroz de sistemas políticos, económicos, sociales y hasta culturales ajenos y extraños, que no reflejan nuestra realidad nacional. Y aquí podemos mencionar la idea de la identidad nacional. No se da esta porque no hay un correlato entre la mentalidad de la clase dirigente y los problemas macro. Los dirigentes, centralistas, todavía, son incapaces de variar perspectivas, la política del palais concert.

2. El acto de ilusa confianza en la alianza peruano-boliviana de mutua cooperación. Nadie aduce que haber llevado a cabo un pacto con el hermano y vecino país boliviano sea un error. Lo que sí se cuestiona es la actitud, la coherencia. La alianza, empolvada, hacía mucho tiempo que no se trataba en los debates congresales, no hubo el más mínimo seguimiento a los problemas chileno-bolivianos -por poner un ejemplo, la crisis de los 10 centavos, desencadenante de la guerra-, los mecanismos de la susodicha alianza no eran claros. Con todo esto, ¿no pecó de precoz la decisión de las autoridades de entrar en guerra? ¿no pecó de impulsiva?

3. La doble cara del gobierno estadounidense y la conveniencia del fracaso de la intervención norteamericana. A pesar de que en esa época no era la primera potencia mundial, EEUU ya tenía ideales imperialistas. El embajador Cristianzi quería al Perú como un protectorado norteamericano - solo los problemas que se desencadenaron con la IPC ya eran alarmantes, lógicamente, se esperaría lo peor con una base militar estadounidense en nuestra tierra-. En cierta manera le convenía tener al Perú, situado en un lugar estratégico de américa del sur, como protectorado para poder manejar el subcontinente. Sin embargo, el tan solo hecho de incentivar el conflicto entre los países sudamericanos ya era un norte para los estadounidenses. Brasil amenazó entonces con unirse a Chile si es que Argentina hacía lo propio con Bolivia y Perú; por ende, los dos gigantes de sudamérica se mantuvieron al margen.

4. Las dos caras de la moneda: Clemente Palma, por un lado, representante exquisito de la clase dominante, excluyente y abusiva, intolerante, pre-fascista, si cabe el término, desestimó y condenó a las clases populares, y fue apoyado por toda una serie de escritores floreros, burdos y figurettis, quienes culparon al ande del fracaso, sin antes ponerse a pensar en el correlato geopolítico; y Andrés Avelino Cáceres, quien debe recordarse por su maestría, bravura e ingenio, puesto que el esfuerzo que realizó por contener las fuerzas chilenas fue encomiable.

Ahora bien, Parodi, quien fue el verdadero ponente ante el problema de Palomino Flores, desarrolló la idea de la "Mala Paz". El conflicto peruano-chileno se resolvió completamente en 1999, es decir, 70 años después de la reincorporación de Tacna al Perú. Esto nos da una idea de las carencias, retrasos y dificultades en nuestras relaciones internacionales. Recién a partir de 1999 se puede hablar de un integracionismo para con el escueto país del sur. Nos da qué pensar, ¿no?

El comentario de la mesa lo dejo para otro momento, tengo que estudiar para la exposición del trabajo de Desarrollo Humano II, y también me muero de sueño.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola me llamo cielo maritza y me parecio bueno el comentario que hicieron sobre identidad nacional..
gracias......